Rupert Loewenstein, el asesor financiero de los Rolling Stones
El arist¨®crata llev¨® al grupo brit¨¢nico desde la ruina a su actual posici¨®n como multimillonarios del rock
La suya constitu¨ªa una presencia ins¨®lita en las grandes ocasiones de los Rolling Stones. Parec¨ªa haber llegado directamente de un casting, respondiendo a la petici¨®n de un arist¨®crata imperturbable. Rupert Ludwig Ferdinand zu Loewenstein aseguraba ser un pr¨ªncipe aut¨¦ntico, con ra¨ªces en Baviera y vida itinerante: naci¨® en Palma de Mallorca el 24 de agosto de 1933.
Pero su rama de los Loewenstein estaba corta de dinero y obligada a trabajar. Junto a varios compa?eros de Oxford, dinamiz¨® el banco mercantil londinense Leonard Joseph, especializado en servicios financieros para personas acaudaladas. Hacia 1968, le hablaron de una famosa banda musical en situaci¨®n apurada.
Tras pactar con Mick Jagger, Loewenstein decidi¨® medidas extremas. Urg¨ªa romper con su m¨¢nager estadounidense, Allen Klein, que controlaba todos sus ingresos. Sometidos a una alt¨ªsima presi¨®n fiscal ¨Cpagaban un m¨ªnimo de 83 % de impuestos- los Rolling Stones deb¨ªan exiliarse. Y lo hicieron en la Costa Azul francesa, donde grabaron el legendario Exile on Main Street.
Durante 40 a?os, Loewenstein introdujo sensatez econ¨®mica en el grupo. Gestion¨® sus contratos discogr¨¢ficos, negoci¨® patrocinios, disciplin¨® a los promotores de conciertos, adelgaz¨® el sequito de amigotes en gira. S¨®lo fracas¨® al enfrentarse a la reventa: estaba en manos de gente peligrosa.
Describi¨® sus funciones como una combinaci¨®n de director de banco, psiquiatra y ni?era. De los casos de divorcio hab¨ªa aprendido la necesidad de tomar postura; en los choques entre Jagger y Keith Richards, opt¨® por el segundo, ¡°la persona m¨¢s inteligente del grupo¡±. Cuando Jagger quiso cobrar un porcentaje extra, por implicarse en las negociaciones, Loewenstein se neg¨®.
El pr¨ªncipe era totalmente refractario al rock y a su estilo de vida. Caballero de la Orden de Malta, simpatizaba con el catolicismo preconciliar y las misas en lat¨ªn. Deploraba, por consiguiente, las infidelidades seriales de Mick Jagger. Aunque, como buen esnob, puede que le ofendiera a¨²n m¨¢s el vestuario del grupo.
Su incapacidad para entender el compromiso est¨¦tico que caracteriza al rock termin¨® agriando su relaci¨®n con los Stones. Ya hubo un conflicto por su insistencia en que autorizaran un musical denominado Sympathy for the devil. Y en 2007, plante¨® al grupo jubilarse tras vender la empresa matriz, domiciliada en Holanda, a una compa?¨ªa alejada del mundo del espect¨¢culo. Algo inconcebible para los Stones, que le despidieron.
Tal vez para reivindicar su discreta labor, Loewenstein public¨® el pasado a?o un libro titulado A prince among Stones. A pesar de no contener grandes revelaciones, caus¨® malestar, especialmente a Jagger: ¡°puede que est¨¦ anticuado pero no creo que tu antiguo asesor bancario deba publicitar informaci¨®n personal y datos financieros.¡± Loewenstein no entr¨® en pol¨¦micas: ya estaba aquejado de la enfermedad que el pasado 20 de mayo acab¨® con su vida en Londres.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.