Adictos al sexo

Mentir al presumible espectador a trav¨¦s de un t¨ªtulo, Amor sin control, de un lema, "hay tentaciones irresistibles", y de un cartel, tres parejas que se miran, sonrientes y felices por haber compartido tal dicha, es m¨¢s habitual de lo deseable. Pero que esa falsedad esconda una verdad como un templo, seguramente no reflexionada, es m¨¢s raro. Nadie dir¨ªa viendo esos tres elementos dirigidos a la venta del producto que estamos ante una pel¨ªcula sobre adictos al sexo, sobre enfermos que quieren escapar a trav¨¦s de grupos de apoyo de su droga, de su desmesura, de su drama, pues en alg¨²n caso se rebasa la l¨ªnea del delito. Y, sin embargo, as¨ª es. Aunque tambi¨¦n sea cierto que estamos ante un relato agradable, quiz¨¢ incluso demasiado agradable, que nunca pretende hacer sangre con su tem¨¢tica. Amor sin control es una pel¨ªcula tan extra?a como su cartel, tan simp¨¢tica como su cartel, tan mentirosa como su cartel.

Comedia dram¨¢tica de libro, pues ambos aspectos, la comedia y el drama, se presentan de forma alternativa, sin cruzarse, sin unirse en una misma secuencia y a¨²n menos en una misma imagen o l¨ªnea de gui¨®n, lo que acabar¨ªa configurando una comedia negra, de las que desconciertas e incluso molestan, Amor sin control es el primer largometraje como director y guionista del hasta ahora solo escritor Stuart Blumberg, creador de tres libretos de cierta repercusi¨®n: la notable M¨¢s que amigos (Edward Norton, 2000), la infravalorada La vecina de al lado (Luke Greenfield, 2004), y la sobrevalorada Los chicos est¨¢n bien (Lisa Cholodenko, 2010), por la que lleg¨® a ser candidato al Oscar. Con una calidad por encima de la media, sobre todo en las r¨¦plicas y contrarr¨¦plicas, el texto s¨®lo tiene un problema: Blumberg sabe construir iron¨ªas, de eso no hay duda, pero que todos los personajes hablen de un modo ir¨®nico casi constantemente los hace mordaces a todos, pero tambi¨¦n monocorde a su autor. De modo que la pel¨ªcula, que se ve con tanta soltura como se disfruta de su estupendo reparto, se olvida mucho antes de lo deseable, por culpa de ese empe?o en resultar menos punzante y m¨¢s ligero de lo debido con un tema que ped¨ªa a gritos un tratamiento con m¨¢s garra.