Di¨¢logos art¨ªsticos a prop¨®sito de la modernidad del jard¨ªn japon¨¦s

Ser¨ªa dif¨ªcil entender la modernidad de Jap¨®n sin conocer las aportaciones del arquitecto paisajista Mirei Shigemori (1896-1975). Para el gran maestro japon¨¦s, el jard¨ªn deb¨ªa ser un lugar de conocimiento y reflexi¨®n y junto al espectador formar una obra de arte ¨²nica e indivisible. La incuestionable belleza de sus creaciones paisajistas est¨¢ siempre ligada a la reflexi¨®n y al di¨¢logo entre Oriente y Occidente. En sus jardines se funde la experiencia est¨¦tica con la espiritual de una manera tan fascinante que son pocos los artistas contempor¨¢neos que no se han inspirado en su obra. Toyohara Chikanobu, Lucio Fontana, Yves Klein, Richard Serra, Cildo Meireles, John Cage, Antoni T¨¤pies, Yoko Ono, o Chiho Aoshima son solo algunos de los ejemplos m¨¢s conocidos y todos ellos forman parte de Variaciones sobre el jard¨ªn japon¨¦s, una de las exposiciones m¨¢s especiales de la temporada que se ha inaugurado en La Casa Encendida y que a partir de septiembre estar¨¢ en la Alhambra de Granada.

Alicia Chillida, comisaria de la exposici¨®n, recuerda que tuvo su primera aproximaci¨®n a un jard¨ªn japon¨¦s durante una visita a Kioto, en 2001. Era un jard¨ªn seco del siglo XV al que solo se pod¨ªa acceder con la mirada. Delante de sus ojos se fund¨ªan la pintura, la arquitectura, la m¨²sica, el teatro, la jardiner¨ªa, era uno de esos jardines que Mirei Shigemori renov¨® enriqueci¨¦ndolos con el arte, la filosof¨ªa y las religiones europeas.

El espectador puede recorrer cada sala o contemplar las diferentes piezas sin perder la esencia del recorrido

As¨ª naci¨® Variaciones sobre el jard¨ªn japon¨¦s, una exposici¨®n que, como los jardines, no impone un recorrido para su contemplaci¨®n. El espectador puede recorrer cada sala o contemplar las diferentes piezas sin perder la esencia del recorrido. Un mural manga ocupa la pared de acceso a las salas. El autor, Iwana (Madrid, 1981), muestra a Promethea, una s¨²per hero¨ªna que busca la sabidur¨ªa. En medio de espectaculares arreglos vegetales, la chica adorna su pelo con objetos mec¨¢nicos y tocados de geisha. A sus pies, las carpas intentan remontar el r¨ªo para transformarse en dragones. Iwana dice que somos energ¨ªa libre, hechos para fluir y no para luchar.

Dentro, todas las obras expuestas guardan una relaci¨®n con los temas explorados en los jardines japoneses. La pieza de Richard Serra, Double Rift I (2012), tiene que ver con los umbrales. Como en los templos sinto¨ªstas o en el teatro Kabuki, las puertas dan acceso a lugares sagrados pero tambi¨¦n pueden permitir r¨¢pidos accesos a mundos aparentemente separados. Al avanzar un paso, el espacio entero se abre a otra cosmolog¨ªa. Serra vivi¨® en Kyoto en 1970, cerca del conjunto de los Templos de My¨­shin-ji. La experiencia trastoc¨® el concepto que hasta entonces ten¨ªa de espacio, lugar, tiempo y movimiento.

De Antoni T¨¤pies, un declarado amante de las culturas orientales, se expone una de sus ¨²ltimas obras, Gratatge Vermell (2008). Sobre un rabioso fondo rojo, el artista catal¨¢n pinta en negro una serie de n¨²meros y letras mezcladas con figuras que podr¨ªan formar parte de un jard¨ªn japon¨¦s. Es un cuadro en el que el gesto sangriento del color ilumina la superficie negra del lienzo. T¨¤pies quiso mostrar en este peque?o espacio visual la fragilidad del cuerpo e invocar el humilde objeto cotidiano.

La m¨²sica de John Cage llega con la partitura de Rioanjl 1985. En el texto que acompa?a la pieza se puede leer que cada conjunto de dos p¨¢ginas es un jard¨ªn de sonidos. Son los glissandi que deben interpretarse suavemente y, tanto como se pueda, como eventos sonoros de la naturaleza m¨¢s que como sonidos musicales. La comisar¨ªa recuerda que, en un m¨ªtico concierto celebrado en 1980, Cage situ¨® micr¨®fonos bajo las hojas de algunas plantas, porque cre¨ªa que en cada segundo de vida de un vegetal, en su sistema nervioso, se halla un sonido. Durante la ¨²ltima d¨¦cada de su vida, Cage realiz¨® unos 170 dibujos en l¨¢piz sobre papel, a partir de la complejidad del jard¨ªn zen de Ry¨­an-ji, Where R=Ryoanji, (1983-1992), analizando aquello que Jap¨®n considera una imagen perfecta de la naturaleza.

La muestra incluye piezas de Richard Serra, Antoni T¨¤pies y Yoko Ono, entre otros

En este arm¨®nico recorrido por esculturas, pinturas, fotograf¨ªas y m¨²sica, no pod¨ªa faltar la performance, la obra art¨ªstica total. De Yoko Ono se proyecta Cut Piece, 1964, la famosa obra en la que en la que la artista ofrece unas tijeras al p¨²blico para que vayan cortando trozos de su vestido. Al final, aquella jovenc¨ªsima Yoko Ono se queda pr¨¢cticamente desnuda, lo que provoc¨® no pocos esc¨¢ndalos en su momento. Pero como la propia artista puntualiz¨®, la obra pod¨ªa ser tambi¨¦n protagonizada por un hombre. All¨ª no hab¨ªa m¨¢s que arte, desaf¨ªo al ego del autor, y un acto espiritual y tan arm¨®nico como los maravillosos jardines de su pa¨ªs.