Quemado vivo
Michael Ignatieff dej¨® su c¨¢tedra para intentar cambiar la pol¨ªtica canadiense y sali¨® escaldado
¡°Voy a ser un pol¨ªtico diferente. Voy a cambiar las reglas¡±.
Pues no. Lo intent¨®, pero no pudo.
El que iba a cambiar las reglas era Michael Ignatieff (Toronto, 1947), y lo aseguraba con un ardor muy apropiado para los 11 grados bajo cero de una ma?ana de sol brillante en Etobicoke, un barrio de Toronto, en enero de 2006. Hac¨ªa la campa?a puerta a puerta para conseguir un esca?o en el Parlamento de Canad¨¢. Lo logr¨®; cinco a?os despu¨¦s se estrell¨®. Cuenta todo, bien contado, en poco m¨¢s de 200 p¨¢ginas (Fuego y cenizas. ?xito y fracaso en pol¨ªtica)
Despu¨¦s del puerta a puerta tenaz y solitario ¡ªseis voluntarios y un periodista; cierto afecto en los vecinos, algunos apoyos animosos; pero tambi¨¦n hostilidad e indiferencia¡ª, Ignatieff se repon¨ªa con pizza, ya fr¨ªa, en el cuartel general de la campa?a: ¡°Lo que nunca te dice nadie sobre la pol¨ªtica es lo exigente que es, f¨ªsicamente. Esto es lo m¨¢s cansado que he hecho en mi vida; es como subir a lo alto de una monta?a¡±.
El problema no fue subir; el problema fue despe?arse sin haber llegado a la cima. ?Un pol¨ªtico diferente? Desde luego, muchas cosas fueron distintas en la aventura de este intelectual de prestigio que hab¨ªa abandonado a finales de 2005 su c¨®moda posici¨®n de ense?ante en Harvard para lanzarse a la conquista del esca?o; despu¨¦s de conseguirlo, quiso dirigir el Partido Liberal, la columna vertebral de la historia pol¨ªtica de Canad¨¢. No pudo al primer intento ¡ªcon los liberales ya en crisis debido al ¨ªmpetu del conservador Stephen Harper, que hab¨ªa ganado las elecciones del 23 de enero de 2006¡ª, pero el fracaso de Stephen Dion como l¨ªder de la oposici¨®n llev¨® a Ignatieff a sustituirle y pelear a?os m¨¢s tarde por el puesto de primer ministro. La pelea acab¨® fatal: en 2011, con Ignatieff a la cabeza, el Partido Liberal sufri¨® la peor derrota de su historia.
?Qu¨¦ pas¨®? Adem¨¢s de los errores cometidos, Ignatieff lo resume as¨ª: ¡°Persegu¨ª el fuego del poder y contempl¨¦ c¨®mo la esperanza quedaba reducida a cenizas¡±. Canad¨¢, seguramente para su desgracia, se qued¨® sin un pol¨ªtico que quer¨ªa ser diferente; el resto del mundo, para su fortuna, recuper¨® a un intelectual de enorme talla que escribi¨® meses despu¨¦s Fuego y Cenizas, la confesi¨®n de c¨®mo y por qu¨¦ un intelectual se deja llevar por un mundo ajeno; de las equivocaciones y de las ense?anzas ¡ªpara ¨¦l, para otros¡ª que extrae. Entre ellas, la de que hay que ir a la pol¨ªtica, estar en la pol¨ªtica, hacer pol¨ªtica. No como ¨¦l, claro, pero contarlo despu¨¦s de haberlo vivido es el servicio p¨²blico que presta Ignatieff.
?C¨®mo se le pudo ocurrir a alguien tan inteligente querer hacer carrera en su pa¨ªs, en el que no hab¨ªa vivido los ¨²ltimos 30 a?os, y que eso no fuera utilizado en su contra, primero por sus compa?eros de filas y despu¨¦s por sus rivales? ?Nadie le advirti¨® a este descendiente de ruso y canadiense que los ucranios de Etobicoke ¡ªel 6% de la poblaci¨®n del barrio¡ª se la ten¨ªan jurada? ?Crey¨® que se iba a librar del trazo grueso derivado de su libro El mal menor, que para algunos era ¡ªcon gran disgusto por parte de Ignatieff¡ª una especie de justificaci¨®n de la tortura? ?Fue tan ingenuo como para pensar que a los votantes les iba a impresionar su excelente biograf¨ªa de Isaiah Berlin?
Ignatieff perdi¨® en Etobicoke en 2011; el partido pas¨® a ocupar la tercera posici¨®n nacional con 34 miserables esca?os, menos de la mitad de los ya malos resultados de 2008, cuando logr¨® 77. ?La culpa? Suya ¡ª¡°los votantes suelen castigar a los pol¨ªticos que consideran que est¨¢n jugando al oportunismo o cambiando de chaqueta; yo parec¨ªa estar haciendo ambas cosas¡±¡ª, de sus asesores de imagen ¡ª¡°nunca hab¨ªa vestido tan bien en mi vida y, al mismo tiempo, nunca me hab¨ªa sentido tan vac¨ªo por dentro¡±¡ª, del partido y su desconexi¨®n con la sociedad ¡ª¡°todo lo que escuch¨¢bamos era el sonido de nuestra propia voz¡±¡ª, de los electores ¡ª¡°rara vez recuerdan lo que hiciste por ellos¡±¡ª y de la pol¨ªtica: ¡°Ya no se atacan las ideas o posturas de un candidato, se ataca lo que el candidato es¡±.
Fuego y cenizas sirve a mucha gente. Al ciudadano normal (porque eso existe, ?no?), al pol¨ªtico profesional y al que quiera dedicarse a la pol¨ªtica (la duda es mayor en este caso). Al ciudadano normal le interesa saber c¨®mo es eso de dejarse arrastrar por una mezcla de idealismo y vanidad, caer en manos de los profesionales del aparato y salir trasquilado. Una gran experiencia vital.
El pol¨ªtico debe, todav¨ªa m¨¢s, tomar nota. Dejando de lado la ingenuidad y un pel¨ªn de arrogancia del autor ¡ªfracas¨¦ porque soy un buen intelectual, viene a decir, como Cicer¨®n, Maquiavelo, Max Weber¡ª, hay reflexiones de oro. Alguna llega a destiempo: qu¨¦ ¨²til hubiera sido para alg¨²n candidato a las europeas este p¨¢rrafo: ¡°Al entrar en pol¨ªtica debes renunciar a la espontaneidad, a uno de los placeres de la vida: decir lo primero que se te viene a la cabeza. Si quieres sobrevivir, debes colocar un filtro entre tu cerebro y tu boca¡±. Y qu¨¦ sensato el aviso: ¡°Las maniobras pol¨ªticas de ¨²ltima hora no suelen evitar el naufragio de una nave que se est¨¢ hundiendo¡±.
Para el que quiere dedicarse a la pol¨ªtica son las ¨²ltimas reflexiones, las que superan las cicatrices de amargura y escepticismo que deja la derrota (¡°nada te va a causar m¨¢s problemas en pol¨ªtica que decir la verdad¡±) y vuelven a los inspiradores del fuego: John Kennedy, al que imitaba el acento y las poses; Pierre Trudeau, el hombre que dise?¨® en buena medida el Canad¨¢ moderno; las protestas contra la guerra de Vietnam¡ Hay momentos en los que lo que le ocurre a uno es, sencillamente, esto: ¡°Sentir que estabas vivo, que ten¨ªas 21 a?os y que el activismo de tu propia generaci¨®n pod¨ªa ser tan poderoso te llenaba de felicidad¡±.
No pienses, dice Ignatieff ¡ª?a pesar de todo lo que te he contado!¡ª, que la pol¨ªtica es solo un juego sucio. Abr¨¢zala, deja de lado tu inocencia, no sucumbas al cinismo: eres el guardi¨¢n de la democracia, de las instituciones, est¨¢s ah¨ª por la gente. ¡°Intenta no olvidar el asombro que sentiste el primer d¨ªa, cuando tomaste posesi¨®n de tu esca?o y entendiste que fueron los votos de la gente corriente los que te llevaron hasta all¨ª¡±. Y, sobre todo, olv¨ªdate de las cenizas, qu¨¦mate en el fuego de la pasi¨®n: atiende la llamada. Eso importa mucho m¨¢s que el ¨¦xito o el fracaso.
Fuego y cenizas. ?xito y fracaso en pol¨ªtica.?Michael Ignatieff.?Traducci¨®n de Francisco Beltr¨¢n
Taurus. Madrid, 2014.?256 p¨¢ginas. 19 euros (electr¨®nico, 9,99)
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