Chillida ha vuelto
Doce a?os despu¨¦s de su muerte, la obra del creador del 'Peine del Viento' regresa a San Sebasti¨¢n
Ni cr¨ªticos, ni especialistas, ni historiadores del arte. Un electricista coincidi¨® toda una ma?ana en el taller-garaje de Eduardo Chillida, en el pueblo de Hernani (Gipuzkoa). Fue hace muchos a?os. El artista, hombre de pocas palabras, daba golpes y golpes a una mole de hierro, mientras el electricista se dedicaba a apa?ar unos enchufes. Cada uno a lo suyo, sin hablarse. Fue al final de la jornada, con el trabajo ya terminado, cuando el electricista se dirigi¨® por primera vez a Chillida para despedirse con estas palabras: ¡°Ya s¨¦ lo que usted hace. Usted hace m¨²sica con el hierro¡±. Lo cierto es que Chillida hizo m¨²sica con el hierro, pero tambi¨¦n poes¨ªa, obra p¨²blica, grafismos y logos. Pero fue m¨¢s all¨¢ del hierro. Busc¨® el alabastro, el acero, la tierra o el papel para plasmar su compromiso como hombre cercano y libre. La exposici¨®n Bideak (caminos) acoge desde el pr¨®ximo d¨ªa 19 en San Sebasti¨¢n al Chillida m¨¢s terr¨¢queo, a esa persona que dej¨® profundas huellas m¨¢s all¨¢ de su trabajo art¨ªstico. Ni antol¨®gica, ni cronol¨®gica. A trav¨¦s de 140 obras, grandes y peque?as, esculturas y estudios en papel, Bideakquiere acercar el artista vasco m¨¢s importante del siglo XX al ciudadano de la calle, a aquel electricista que supo poner en palabras toda la magia creada en torno a un trozo de hierro.
Bideak supone el regreso a su ciudad natal despu¨¦s de 22 a?os de la ¨²ltima exposici¨®n antol¨®gica en el Palacio de Miramar y la primera desde su fallecimiento en 2002. La muestra, que permanecer¨¢ abierta al p¨²blico en la Sala kubo-kutxa Aretoa del Kursaal hasta el 28 de septiembre, coincide con las negociaciones entre el Gobierno Vasco y la familia del artista para intentar buscar soluci¨®n definitiva al cierre desde hace m¨¢s de tres a?os del museo Chillida-Leku, en Hernani, y que tantas heridas ha dejado todav¨ªa abiertas.
¡°Para nosotros, la familia, esta exposici¨®n tiene unas connotaciones especiales por muchas razones. No solo por el hecho de organizarla en su ciudad, donde ten¨ªa su taller y su estudio, que eran los lugares m¨¢s importantes para ¨¦l, porque fue aqu¨ª donde desarroll¨® todo su trabajo, sino porque queremos dar a conocer la importancia no solo art¨ªstica de Chillida, sino humana. Un hombre que, mucho m¨¢s all¨¢ de su propia obra, incontestable, dej¨® huellas y traz¨® un camino como ciudadano comprometido y libre¡±, explica su hijo Ignacio Chillida, comisario de la muestra y consejero delegado de la sociedad Zabalaga-Leku que se ocupa del patrimonio familiar. Por eso, Ignacio Chillida, que dej¨® su oficio de grabador para centrarse en las tareas de gesti¨®n del legado art¨ªstico de su padre, ha buscado el lado m¨¢s divulgativo posible para ofrecer un abierto panorama de este artista universal con unas fuertes ra¨ªces en el Pa¨ªs Vasco.
Paseando por las praderas de Chillida-Leku, tristemente vac¨ªo de p¨²blico, y con el ¨²nico sonido lejano de un cortador de c¨¦sped, Ignacio Chillida, uno de los ocho hijos que tuvo el artista, habla a veces de su padre ¡ªel ait¨¢¡ª, pero tambi¨¦n se dirige a ¨¦l como Eduardo o como Chillida a secas. La mayor¨ªa de las obras, sobre todo las de mayor volumen, que se exhibir¨¢n en la sala de mil metros cuadrados que la Kutxa tiene en el cubo peque?o de Rafael Moneo, frente a la playa de la Zurriola, provienen de ese lugar id¨ªlico que el escultor adquiri¨® en los a?os ochenta y que, poco a poco, sin meditaci¨®n previa y casi espont¨¢neamente, se fue convirtiendo en el emblema de sus ra¨ªces. Ese lugar, del que el propio Chillida dej¨® dicho: ¡°Me siento en mi sitio, como un ¨¢rbol que est¨¢ adecuado a su territorio, en su terreno pero con los brazos abiertos a todo el mundo¡±.
¡°Quiero¡±, dice el comisario de la muestra, ¡°que la gente se entere de que Eduardo Chillida fue una persona omnipresente en este pa¨ªs, no para que la alaben, sino para demostrar c¨®mo su impronta y sus im¨¢genes, todo el grafismo y la tipograf¨ªa creados por ¨¦l, est¨¢n presentes en nuestra vida diaria¡±. Ignacio Chillida a?ade, mientras retira las hojas ca¨ªdas sobre la escultura de acero Elogio de la arquitectura y va acariciando los huecos de esta obra realizada en 1996, que ¨¦l no prepara exposiciones, m¨¢s de 40 en todo el mundo desde su muerte, para los cr¨ªticos o historiadores, sino para la gente de la calle. ¡°Todo el terreno de Chillida est¨¢ m¨¢s que recorrido, ese terreno de grandes discursos hist¨®ricos est¨¢ saturado. Ah¨ª ya no podemos aportar m¨¢s, pero s¨ª en ese lado m¨¢s real y humano, poner el acento en el artista que realiz¨® su trabajo en unos a?os de gran compromiso social y pol¨ªtico, que le puso en muchas ocasiones en el disparadero, aquel que nunca tuvo miedo a ser libre y a ser consecuente con esa libertad¡±.
La exposici¨®n, previa a la publicaci¨®n del primer volumen, en oto?o pr¨®ximo, del cat¨¢logo razonado de la obra del escultor que ser¨¢ editada por la Fundaci¨®n Kutxa, se divide en tres apartados. La impronta de Chillida: monumentos p¨²blicos y grafismo, donde se da cuenta de la presencia del creador en la esfera de lo p¨²blico, combinando algunas de las grandes obras que jalonan las calles del mundo entero, como aquellas a favor de la tolerancia o los elogios del horizonte, junto a dise?os y gravitaciones, muchos de ellos encargos de organismos nacionales e internacionales. La segunda sala, bajo el t¨ªtulo de Aztarnak (huellas), mostrar¨¢ una selecci¨®n de obras que oscilan en un amplio periodo de tiempo, desde 1954, fecha de la realizaci¨®n de Ilarik II, la m¨¢s antigua de la exposici¨®n, hasta el a?o 2000 cuando Chillida esculpe el monumental alabastro en homenaje a su mujer, Pili.
El Peine del Viento, quiz¨¢s la obra m¨¢s emblem¨¢tica del creador vasco, la m¨¢s conocida y querida, merece una sala aparte, donde adem¨¢s del peine que Chillida realiz¨® en 1990 a petici¨®n de Pili, su compa?era en la vida, estar¨¢n los bocetos y estudios de todos los peines que forj¨® con sus manos el artista y cuyo gran s¨ªmbolo, el Peine del Viento XV, frente a las olas y los vientos de la costa donostiarra, a¨²na las sensaciones art¨ªsticas m¨¢s importantes y los cuatro elementos fundamentales: la forja, la arquitectura, el lugar y la ingenier¨ªa. Un lugar al que se escapaba de ni?o y del que dec¨ªa que ¨¦l lo hab¨ªa habitado y colonizado mucho antes de que supiera que all¨ª iba a hacer nada. ¡°Toda su vida estuvo haciendo peines del viento¡±, explica su hijo. Toda una vida de b¨²squeda de los l¨ªmites y horizontes m¨¢s inalcanzables.
Chillida Bideak. Comisario: Ignacio Chillida. Sala kubo-kutxa Aretoa. Zurriola 1. San Sebasti¨¢n. Desde el 19 de junio al 28 de septiembre.
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