El gran espect¨¢culo de la Guerra Civil: violencia, odio y memoria sobre las tablas
El estreno de ¡®1936¡ä, ambiciosa obra documental dirigida por Andr¨¦s Lima, da impulso al teatro de la memoria en pleno renacimiento de las ideas fascistas y la creciente polarizaci¨®n de la sociedad espa?ola
Estamos en el Palau de la M¨²sica de Barcelona. Entra Pau Casals para dirigir el ¨²ltimo ensayo de la Novena de Beethoven en la v¨ªspera de la inauguraci¨®n de la Olimpiada Popular de 1936, organizada por grupos internacionales antifascistas como alternativa a los Juegos Ol¨ªmpicos de Berl¨ªn, gran plataforma propagand¨ªstica del r¨¦gimen nazi. Pero un hombre le interrumpe: los militares se han sublevado contra el Gobierno de la Rep¨²blica y hay que evacuar la sala. Casals asiente, pero invita a los m¨²sicos a ejecutar la sinfon¨ªa antes de marcharse. Un coro de veinte j¨®venes canta el Himno a la alegr¨ªa. Es 18 de julio. Empieza la Guerra Civil espa?ola.
As¨ª comienza 1936, uno de los estrenos teatrales m¨¢s esperados y ambiciosos de esta temporada, que se representar¨¢ del 29 de noviembre al 26 de enero en el Teatro Valle-Incl¨¢n de Madrid. Producido por el Centro Dram¨¢tico Nacional y dirigido por Andr¨¦s Lima, el montaje condensa en cuatro horas y media el acontecimiento m¨¢s traum¨¢tico de la historia contempor¨¢nea espa?ola, recreando sobre el escenario episodios clave desde el golpe de Estado de 1936 hasta el final de la contienda b¨¦lica en 1939. Un espect¨¢culo monumental en cuya escritura han participado los dramaturgos Juan Mayorga, Juan Cavestany, Albert Boronat y el propio Andr¨¦s Lima. Es el mismo equipo que puso en pie Shock 1 (El Condor y el Puma) en 2019 y Shock 2 (La tormenta y la guerra) en 2021 para escenificar el asentamiento de la dictadura de Pinochet en Chile y la revoluci¨®n neoliberal liderada por Thatcher y Reagan, respectivamente, tomando como marco te¨®rico el ensayo La doctrina del shock (2007), de Naomi Klein, que conecta las terapias de electrochoque con el shock colectivo que producen sucesos convulsos (guerras, desastres naturales, crisis financieras) y su aprovechamiento por el poder para hacer tabla rasa e imponer reformas radicales o reg¨ªmenes dictatoriales.
Hablamos de teatro documental en los tres casos. Pero as¨ª como los dos espect¨¢culos anteriores partieron principalmente de cr¨®nicas period¨ªsticas, documentos y testimonios, 1936 bebe de fuentes historiogr¨¢ficas. Durante los dos ¨²ltimos a?os, el equipo creativo ha trabajado en talleres con especialistas como Juli¨¢n Casanova, ?ngel Vi?as, Francisco Espinosa, Mirta N¨²?ez o T¨¤nia Ball¨®, con el prop¨®sito descomunal de cimentar un relato omnicomprensivo de la Guerra Civil. Lejos de desalentarles, Juli¨¢n Casanova aplaudi¨® el proyecto: ¡°Se han ficcionalizado en el teatro episodios concretos de la contienda a lo largo de los a?os, pero no se ha reconstruido de manera global. Asimilando, adem¨¢s, los estudios m¨¢s recientes. La historiograf¨ªa ha avanzado mucho en los ¨²ltimos a?os y hay cosas que por suerte est¨¢n superadas¡±.
La guerra avanza cronol¨®gicamente sobre las tablas con escenas muy diversas. Se recrean discursos de Franco, Aza?a o La Pasionaria. Arengas de los generales Mola, Queipo de Llano o Yag¨¹e. Textos de Manuel Chaves Nogales y George Orwell. Diarios, emisiones radiof¨®nicas, v¨ªdeos y canciones. Algunos saltos en el tiempo para viajar a las ra¨ªces del conflicto y mostrar sus consecuencias. Presenciamos fusilamientos y bombardeos. Asistimos al proceso de escritura de la letra del Cara al sol y nos colamos en el mitin de Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera el 29 de octubre de 1933 en el Teatro de la Comedia de Madrid, considerado el acto fundacional del movimiento fascista espa?ol. Todo ello interpretado por ocho actores a los que les basta cambiarse de chaqueta o ponerse una gorra militar para pasar de un personaje a otro (Antonio Dur¨¢n Morris, Alba Flores, Natalia Hern¨¢ndez, Mar¨ªa Morales, Paco Ochoa, Blanca Portillo, Guillermo Toledo y Juan Vinuesa) acompa?ados en muchos momentos por una veintena de miembros del Coro de J¨®venes de Madrid.
Todo lo que sucede en escena son hechos sabidos. ¡°Pero no por ello suficientemente conocidos¡±, advierte Andr¨¦s Lima. ¡°Puede que la gente conozca el bombardeo de Gernika por el cuadro de Picasso, pero no tanto otros episodios atroces como la masacre de Badajoz o la Desband¨¢ entre M¨¢laga y Almer¨ªa. Ah¨ª es donde las artes complementan el trabajo de los historiadores. Aportan emoci¨®n. El teatro, adem¨¢s, tiene un ingrediente a?adido: hace presente el pasado. No solo desarrolla una historia, sino que hace que te sientas dentro de ella y eso se queda grabado de otra manera. Es lo que yo intento con las im¨¢genes de las pantallas, el sonido envolvente, las m¨²sicas que vienen del pasado pero que al ejecutarlas de nuevo en directo se vuelven contempor¨¢neas. Podr¨ªa decirse que es un espect¨¢culo muy oper¨ªstico: la guerra en s¨ª es oper¨ªstica¡±, contin¨²a el director.
Esa conexi¨®n con el presente se reflejaba en los cuerpos de la veintena de espectadores privilegiados, abonados del Centro Dram¨¢tico Nacional, que asistieron el pasado 7 de noviembre al ensayo de algunas escenas de 1936. Entre ellas, la que escenifica el discurso radical de Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera en 1933, la escalada del fascismo y la progresiva polarizaci¨®n de la sociedad durante la Rep¨²blica. A la salida, los invitados comentaban los paralelismos con la Espa?a actual. Era inevitable preguntarse si los autores subrayaron deliberadamente esas resonancias. Responde Andr¨¦s Lima: ¡°Procuramos atenernos a la escenificaci¨®n de los hechos. Lo esencial de esta historia es la violencia, la muerte, el hambre, el odio. Luego el p¨²blico saca sus conclusiones sobre cada bando. En todo caso, no es necesario forzar nada. El renacimiento de las ideas fascistas y la polarizaci¨®n son evidentes. Los bandos siguen ah¨ª y la herida se reabre f¨¢cilmente, por eso todav¨ªa es tan dif¨ªcil hablar de la Guerra Civil. Pero justo esa fue una de las razones por las que quisimos montar esta obra¡±.
Una buena prueba de lo sensible que es el tema se encuentra buceando en el repertorio teatral espa?ol contempor¨¢neo. En los casi cuarenta a?os que dur¨® el franquismo era impensable escenificar nada que tuviera que ver con la Guerra Civil ni con el r¨¦gimen. En los a?os sesenta surgieron autores cr¨ªticos que recurr¨ªan a analog¨ªas para eludir la censura y se mov¨ªan en circuitos independientes o universitarios, aunque no fue hasta despu¨¦s de la muerte de Franco cuando se escribieron las dos obras que se consideran fundacionales: Las bicicletas son para el verano (1977), de Fernando Fern¨¢n G¨®mez, y ?Ay, Carmela! (1986), de Jos¨¦ Sanchis Sinisterra. Ambas tuvieron gran eco, amplificado por sendas versiones cinematogr¨¢ficas, pero incomprensiblemente ni su ¨¦xito ni la entonces reci¨¦n estrenada libertad democr¨¢tica impulsaron la tem¨¢tica en los escenarios.
?Por qu¨¦ esa paradoja? Jos¨¦ Sanchis Sinisterra, que antes de ?Ay, Carmela! ya hab¨ªa escrito Terror y miseria en el primer franquismo en 1979, una colecci¨®n de piezas breves que recrean la vida cotidiana de los primeros a?os del r¨¦gimen, recuerda que ¡°en aquellos primeros a?os de democracia la sociedad quer¨ªa mirar al futuro, no remover el pasado. El teatro hizo lo mismo¡±. Los creadores prefer¨ªan la experimentaci¨®n formal.
Eso no quiere decir que desde entonces no haya habido autores que hayan vuelto la vista atr¨¢s, empezando por Sanchis Sinisterra, que a sus 84 a?os sigue activo y es uno de los principales referentes cuando se habla del ¡°teatro de la memoria¡± en Espa?a. No solo por ?Ay, Carmela!, sino tambi¨¦n como activador del g¨¦nero entre las nuevas generaciones de dramaturgos mediante una incesante labor pedag¨®gica. Nombres como Juan Mayorga, Laila Ripoll, Alberto Conejero siguieron su estela. Jos¨¦ Luis G¨®mez revivi¨® en los escenarios a Aza?a, Cernuda, Unamuno y Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. El propio Sanchis Sinisterra tiene el proyecto de completar una trilog¨ªa con una nueva obra titulada Asesinato en la Colina de los Chopos, ambientada en la Residencia de Estudiantes durante la Rep¨²blica, que ser¨ªa el antecedente de ?Ay, Carmela! y Terror y miseria en el primer franquismo.
Pero la verdadera explosi¨®n se ha producido en la ¨²ltima d¨¦cada, en paralelo a los procesos de activaci¨®n de la memoria hist¨®rica en todos los ¨¢mbitos. A los autores mencionados se ha sumado una nueva generaci¨®n ¨¢vida de saber todo aquello que sus padres y abuelos no quisieron contarles por la inercia del silencio que rein¨® durante el franquismo. Justo ese es el argumento de Las ni?as zombi, pieza estrenada el a?o pasado, en la que el autor y director Celso Gim¨¦nez escarba en la memoria de su familia. Se explora tambi¨¦n la Guerra Civil a trav¨¦s de figuras simb¨®licas como Lorca, como hizo Juan Diego Botto en su mon¨®logo Una noche sin luna, estrenado en 2020. O poniendo en primer plano a personajes menos conocidos como Rafael Rodr¨ªguez Rap¨²n, ¨²ltimo compa?ero de Lorca, en La piedra oscura (2014); Josefina Manresa, esposa de Miguel Hern¨¢ndez, en Los d¨ªas de la nieve (2017); Antoni Benaiges, maestro republicano fusilado en 1936, en El mar. Visi¨®n de unos ni?os que no lo hab¨ªan visto nunca (2022), todas ellas obras de Alberto Conejero. Laila Ripoll reconstruy¨® la historia de los perdedores en su Trilog¨ªa de la memoria, formada por Atra Bilis (2001), Los ni?os perdidos (2005) y Santa Perpetua (2011).
Son aproximaciones muy variadas, pero todas tienen detr¨¢s una investigaci¨®n de un hecho o personaje hist¨®rico, bebiendo de testimonios, archivos o estudios. Lo que cambia es la manera en que se traduce ese proceso en escena. Puede adoptar la forma de teatro documental como 1936 o basarse en los patrones de la ficci¨®n. Alberto Conejero lo explica: ¡°Se trata de encontrar la expresi¨®n adecuada para cada historia. El mar. Visi¨®n de unos ni?os que no lo hab¨ªan visto nunca, por ejemplo, es teatro de objetos porque Antoni Benaiges trabajaba en sus clases con objetos. Yo conf¨ªo en que los espectadores saben que hay una operaci¨®n po¨¦tica entre el hecho y su representaci¨®n. Porque lo importante es que sea un buen espect¨¢culo de teatro. Que entregue vida, presencia y presente¡±.
Tambi¨¦n la danza ha abordado el tema. Hay un antecedente hist¨®rico obligatorio: Martha Graham. La considerada ¡°madre¡± de la danza moderna estaba conmocionada por las noticias que le llegaban de Espa?a y en 1937 cre¨® dos solos: Inmediate Tragedy y Deep Song, esta ¨²ltima inspirada en el Guernica de Picasso. Como referente reciente se puede citar Una gran emoci¨®n pol¨ªtica (2018), de Luz Arcas, reciente ganadora del Premio Nacional de Danza. Basada en la autobiograf¨ªa de Mar¨ªa Teresa Le¨®n, escritora de la generaci¨®n del 27 y primera esposa de Rafael Alberti, la coreograf¨ªa pone el foco en la participaci¨®n de las mujeres en la contienda b¨¦lica y se detiene en episodios en los que estuvo implicada la protagonista, como la evacuaci¨®n de las obras del Museo del Prado en noviembre de 1936. Pero ?c¨®mo se expresa todo eso a trav¨¦s del baile? ¡°La guerra es un hecho f¨ªsico y sus consecuencias se ven en los cuerpos. La danza dialoga con ella en ese contexto: el cuerpo es un veh¨ªculo de transmisi¨®n directo de esa experiencia. No se trata de narrar o ilustrar una historia, sino de encarnarla a trav¨¦s de unas texturas muy concretas, dominadas por la violencia, la masa de los cuerpos ca¨ªdos, el gesto de la muerte, el acto de matar¡±, explica Arcas. ¡°Es un ejercicio de memoria hist¨®rica m¨¢s instintivo, que opera de manera f¨ªsica y emocional¡±, contin¨²a la core¨®grafa.
No obstante, la Guerra Civil sigue siendo material inflamable. El cambio de signo pol¨ªtico en el Ayuntamiento de Briviesca (de PSOE a PP) tras las elecciones de mayo del a?o pasado deriv¨® en la cancelaci¨®n de la representaci¨®n de El mar. Visi¨®n de unos ni?os que no lo hab¨ªan visto nunca, la obra de Alberto Conejero sobre Antoni Benaiges, programada por el PSOE antes de perder la alcald¨ªa. ¡°L¨®gicamente, esto tiene que ver con que la Guerra Civil atraviesa radicalmente nuestra condici¨®n como pa¨ªs y arrastramos a¨²n sus heridas. Es un tema sensible, pero por ello tambi¨¦n ineludible. En Espa?a hay una suerte de prejuicio que no observo en otros pa¨ªses. Nadie protesta en Francia o Reino Unido cuando se hacen pel¨ªculas sobre las guerras mundiales¡±, comenta Conejero. Pero el autor es optimista: ¡°Quiero quedarme con la reacci¨®n de los ciudadanos que salieron a defender su libertad de acceso a la cultura ante ese gesto totalitario leyendo colectivamente la obra en el mismo lugar y a la misma hora en que se ten¨ªa que haber realizado la funci¨®n¡±.
Laila Ripoll, que justo el lunes pasado fue nombrada nueva directora de la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico, tiene un anecdotario bien nutrido en este sentido. ¡°Llevo toda la vida escribiendo sobre la Guerra Civil y el franquismo, por lo que he visto de todo. Espectadores emocionados porque son historias que todav¨ªa les resuenan y p¨²blico enfurecido al que a¨²n le sienta mal que se hable de ciertas cosas. Personas que nos gritan en mitad de la funci¨®n y otras que se van dando un portazo. Por supuesto, tambi¨¦n muchas cancelaciones de funciones cuando cambian los dirigentes locales y que tenemos asumidas como normales desde siempre. Es decir: la cosa est¨¢ a¨²n muy viva. Por eso me r¨ªo cuando a veces me preguntan: ¡®?Por qu¨¦ escribes sobre cosas tan antiguas?¡¯. De antiguas nada: la herida sigue ah¨ª. Y tenemos el pa¨ªs que tenemos porque no se ha cerrado¡±.
Las reacciones hostiles tienen su parte positiva: demuestran que el teatro puede ser todav¨ªa un espacio muy poderoso. Recuerda Conejero: ¡°Frente a actividades individuales como la lectura de un libro de historia o la contemplaci¨®n de una imagen, el teatro es una experiencia colectiva. Es una comunidad que se re¨²ne para pensarse¡±. El historiador Juli¨¢n Casanova coincide en esa valoraci¨®n: ¡°La fuerza de la escenificaci¨®n teatral, sobre todo cuando se trata de violencias, exterminios, guerras, holocaustos, es inmensa. Es un campo interesante que conecta con las tragedias griegas. La clave es la s¨ªntesis, el compendio de ideas y hechos, la vivencia colectiva. Un espect¨¢culo de una hora y media puede comunicar cosas para las que necesitas mil p¨¢ginas de un libro¡±.
Es el gran poder del teatro de la memoria: llegar all¨ª donde no alcanza la historiograf¨ªa.
1936
Texto: Albert Boronat, Juan Cavestany, Andrés Lima y Juan Mayorga. Dramaturgia: Albert Boronat y Andrés Lima. Dirección: Andrés Lima. Reparto: Antonio Durán 'Morris', Alba Flores, Natalia Hernández, María Morales, Paco Ochoa, Blanca Portillo, Guillermo Toledo, Juan Vinuesa y Coro de Jóvenes de Madrid. Teatro Valle-Inclán de Madrid: del 29 de noviembre al 26 de enero. Teatro Arriaga de Bilbao: 31 de enero y 1 de febrero. Teatro Central de Sevilla: 7 y 8 de febrero.
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