El ser m¨¢s ruin del ¡®punk rock¡¯
Al saberse, ha causado cierto pasmo. La RIAA acaba de certificar que el primer ¨¢lbum de los Ramones ha llegado a disco de oro: 500.000 copias vendidas. La Recording Industry Association of America evidencia lo que se sab¨ªa en el negocio. 38 a?os para despachar medio mill¨®n de ejemplares en el principal mercado mundial¡no procede hablar de ¨¦xito arrollador ?verdad?
?Si existieran otras formas de medir el impacto cultural! Si pudi¨¦ramos afirmar que se comercializaron ¨Cdigamos- 60 millones de camisetas de los Ramones. Imposible: la mayor¨ªa eran piratas. Y los imitadores: en esas cuatro d¨¦cadas, han podido surgir unos 40.000 grupos que ansiaban sonar exactamente como The Ramones.
Pero un estilo musical no puede ser objeto de copyright: es imposible de monetizar. Aprovecho la noticia del disco dorado para sumergirme en la ¨²ltima aportaci¨®n a la nutrida bibliograf¨ªa ramoniana: Commando, de Johnny Ramone, reci¨¦n traducida por Malpaso.
Necesitaba un empuj¨®n para entrar en esa autobiograf¨ªa: Johnny (1948-2004) no era un tipo querible. Ultraderechista, xen¨®fobo, autoritario, antip¨¢tico de trato, taca?¨®n hasta extremos inimaginables: alardea en Commando de colarse en el Metro neoyorquino con fichas falsas. Pero tambi¨¦n pose¨ªa una r¨ªgida ¨¦tica del trabajo que utiliz¨® como engrudo para un grupo donde conviv¨ªa con alg¨²n kamikaze y m¨¢s de un majadero.
Al punk rock se le injert¨® una ideolog¨ªa entre izquierdista y anarquista. Originalmente, sin embargo, era una tabula rasa: los imperdibles, la provocaci¨®n, la elementalidad sonora eran ¨Cse supon¨ªa- el camino recto para encontrar la vasija repleta de oro al final del arcoiris.
El impacto cultural de los Ramones no se puede computar por el n¨²mero de discos que vendieron
Commando resulta asombrosamente sincero. El plan maestro de Johnny consist¨ªa en conquistar el mundo de la m¨²sica en cinco a?os para luego dedicarse al cine de serie B. Su objetivo en la vida era dirigir un remake de Werewolves on wheels, pel¨ªcula de 1971 donde unos monjes sat¨¢nicos transforman a unos moteros en hombres lobo. De ese nivel estamos hablando.
Al haber currado en la construcci¨®n, Johnny conoc¨ªa el valor del dinero. Decidi¨® acumular un mill¨®n de d¨®lares, a colocar en inversiones de bajo riesgo. Supervisaba escrupulosamente sus gastos: todav¨ªa le dol¨ªa que, cuando se cas¨® con Linda Daniele -y se gan¨® la enemistad eterna de su cantante, el anterior novio-, el fot¨®grafo del Ayuntamiento le cobr¨® cinco d¨®lares por una instant¨¢nea y el alquiler de las flores (de pl¨¢stico) cost¨® la astron¨®mica cifra de ?quince d¨®lares!.
Con todo, debemos agradecer su fan¨¢tica dedicaci¨®n a los Ramones. Todo estaba planificado, desde la coreograf¨ªa hasta el uniforme (vaya disgusto cuando, en la portada de End of the century, les sacaron sin sus chupas). El ap¨¦ndice del libro dedicado a analizar su discograf¨ªa revela que Johnny conoc¨ªa perfectamente sus puntos fuertes y d¨¦biles.
Y sin embargo, nunca sedujeron al gran p¨²blico estadounidense. Johnny arremete contra la discogr¨¢fica, las radios, los productores que pretendieron diluir su f¨®rmula. No menciona otra posibilidad: que su imagen de zoquetes, tocando a pi?¨®n fijo, repeliera a consumidores habituados a propuestas m¨¢s variadas. Que no vieran el chiste y que, efectivamente, les confundieran con freaks de circo.
Les salv¨® eso: su contundencia, su clasicismo rockero al servicio de una destilaci¨®n de la cultura basura estadounidense. Algo que se apreciaba mejor desde el extranjero. De sus 2.263 conciertos (Johnny llevaba la cuenta), pocos fueron multitudinarios: generalmente, s¨®lo encabezaron estadios en Argentina, Brasil y otros pa¨ªses que no computaban en su imaginario.
Seg¨²n Commando, yendo hacia Sudam¨¦rica fue cuando finalmente volaron en primera clase. All¨ª Johnny termin¨® de llenar la hucha y decidi¨® que era hora de retirarse. Y se entiende: ¡°Salvo cuando est¨¢bamos en el escenario, los Ramones parec¨ªan incompatible con la felicidad.¡± Echaron el cierre en agosto de 1996. Algo les endulz¨® la despedida: de repente, empezaron a llegar grandes cantidades por derechos de sincronizaci¨®n, por ventas tard¨ªas. Apenas pudieron disfrutarlo: entre 2001 y 2004, murieron Joey, Dee Dee y Johnny Ramone. Mejor no buscar moralejas.
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