Fez mantiene vivo con m¨²sica el hechizo de Mandela
El senegal¨¦s Youssou N`Dour y el sudafricano Johnny Clegg rememoran la figura del l¨ªder
Nelson Mandela sol¨ªa referirse al concepto africano de ubuntu para explicar el hechizo de su historia, la raz¨®n por la que pudo superar las barreras del odio y liderar un pa¨ªs donde negros y blancos vivieron separados y enfrentados durante d¨¦cadas.Ubuntu significa hermandad, una idea por encima del ser individual que viene a decir que una persona es persona a trav¨¦s de otras personas.
En el inconmensurable marco de Bab al Makina, antiguo Palacio Real de la ciudad imperial marroqu¨ª Fez, la m¨²sica fue anoche una especie de ubuntu con el que el yo qued¨® subordinado al nosotros. Porque, como si de un hechizo se tratase, todos los asistentes, que llenaron el maravilloso recinto de altas murallas, compartieron el gozo por los ritmos africanos del senegal¨¦s Youssou N`Dour y el sudafricano Johnny Clegg, al tiempo que manten¨ªan viva la memoria de Mandela, al que est¨¢ dedicada la vig¨¦sima edici¨®n del Festival de las M¨²sicas Sacras de Fez, que comenz¨® este pasado fin de semana.
Vestido con una t¨²nica blanca, bordada y brillante, Youssou N`Dour apareci¨® anoche acompa?ado de sus fieles escoltas del grupo Super ?toile de Dakar. Con ellos, el cantante, ahora tambi¨¦n ministro de Cultura de su pa¨ªs, consigue siempre sus mejores registros, dotando a su m¨²sica de un colorido tan intenso como esplendoroso, sin perder nunca el irresistible toque senegal¨¦s, ese calambrazo divino que se cuela por los huesos, conocido como mbalax, que es el ritmo que aporta el tama, un tambor de axila. Pero la mejor lanza es el grito de guerra de N¡¯Dour, la garganta m¨¢s espectacular del continente africano junto con la de Salif Keita y Baaba Maal. Casi imposible fue ayer resistirse a esta voz mercurial y penetrante que menea el esqueleto que da gusto, como cuando interpret¨® con gran algarab¨ªa su c¨¦lebre Nelson Mandela, pero que tambi¨¦n puede derretir en los medios tiempos, tal y c¨®mo sucedi¨® con Seven seconds, su gran ¨¦xito de los noventa y una aut¨¦ntica joya pop con aromas abor¨ªgenes.
En este tributo a la carism¨¢tica figura del l¨ªder sudafricano, no pod¨ªa faltar un m¨²sico como N¡¯Dour, icono de la m¨²sica negra africana, a la que ha dado una visibilidad mundial desde sus cantos ancestrales en wolof, la lengua m¨¢s hablada en Senegal. Pero tampoco pod¨ªa estar ausente por su aura de estrella que viene del Tercer Mundo, como el propio Mandela hizo en el enorme tablero de la pol¨ªtica internacional o como Bob Marley, otra fuente de inspiraci¨®n del cantante senegal¨¦s, del que toc¨® Redemption song para el deleite del p¨²blico, en su mayor¨ªa europeo.
Ecos zul¨²s
Otro que no pod¨ªa faltar era Johnny Clegg, que solo comparti¨® escenario con N¡¯Dour durante la canci¨®n Nelson Mandela. Antes, sus himnos de ecos zul¨²s tambi¨¦n hicieron bailar a todo el patio de butacas. El sudafricano, actualmente casi desaparecido del mapa pero que cant¨® como el que m¨¢s por la liberaci¨®n de Mandela durante la d¨¦cada de los ochenta y le conoci¨® personalmente, ofreci¨® una actuaci¨®n repleta de composiciones embriagadoras, en las que las cuerdas ac¨²sticas se abrazaban con la percusi¨®n mientras su voz se estiraba ligera como la de un cham¨¢n euf¨®rico. M¨¢s que canciones parec¨ªan c¨¢nticos des¨¦rticos invitando a la alegr¨ªa de vivir. Como aseguraba el propio m¨²sico a este peri¨®dico: ¡°Con la m¨²sica te das cuenta que el mundo no es tan plano¡±.
En otra dimensi¨®n se puso el respetable cuando anunci¨® que iba a tocar Asimbonanga, su popular himno por Mandela. Solo hicieron falta las primeras notas para que el milenario recinto amurallado de Fez pasase de la fiesta a la ceremonia casi m¨ªstica, con la mayor¨ªa de los oyentes, que se hab¨ªan meneado sin parar y dado palmas, puestos en pie en silencio, como orando por el recuerdo del hombre que acab¨® con el apertheid o, en palabras de Abderrafia Zouitene, presidente del festival, ¡°la voz m¨¢s ¨²til de ?frica, que cre¨® un nuevo entorno de tolerancia y energ¨ªa positiva para todo el continente¡±.
Energ¨ªa musical
Esa clase de energ¨ªa, previamente, en el agradable jard¨ªn del Museo Batha, fue radiada por la tarde por Luzmila Carpio, quien luc¨ªa un pulcro vestido ind¨ªgena negro de algod¨®n pese al calor imperante. La boliviana cant¨® sus rezos dedicados a la naturaleza de los Andes y enmudeci¨® a los asistentes, muchos de ellos sentados en el suelo sobre amplias alfombras verdes. Bajo el cobijo del roble centenario del patio central, mostr¨® la ins¨®lita evocaci¨®n de sus charangos, originales de las monta?as de Potos¨ª. Su timbre vers¨¢til, que le permit¨ªa incluso recrear los cantos de las distintas especies de p¨¢jaros andinos, y la fuerza del siku y la quena, las dos flautas ind¨ªgenas que la respaldaban, consiguieron darle todo el sentido a este festival que promueve los sonidos ¨¦tnicos y tradicionales.
Con igual predisposici¨®n a estrechar lazos entre diferentes culturas, el tenor Roberto Alagna defendi¨® durante la noche del s¨¢bado Mediterr¨¢neo, una creaci¨®n musical junto con The Khoury Project, una magn¨ªfica banda de ocho m¨²sicos, liderada por tres hermanos palestinos, que fusiona los ritmos tradicionales de Oriente Pr¨®ximo con influencias del jazz o diversos sonidos europeos aut¨®ctonos como el celta o el flamenco. Alagna acab¨® entre ruido de aplausos en Bab al Makina pese a su actuaci¨®n desprovista de riesgos y altas cotas emotivas. Surgiendo entre las palmeras, el italiano, un ejemplar de tenor medi¨¢tico, ataviado con chilaba, vaqueros y una amplia sonrisa, despleg¨® su vozarr¨®n agudo de amplia resonancia que al principio hizo retumbar todo el patio pero termin¨® por ofrecer un recital tibio, donde hab¨ªa m¨¢s pose que nervio, sin simbiosis entre su recorrido l¨ªrico y la ejecuci¨®n con precisi¨®n de relojero que The Khoury Project hac¨ªan del la¨²d, la c¨ªtara y la percusi¨®n oriental.
Pero en ning¨²n caso ensombrece el buen hacer de este evento que mira hacia todos los rincones del mundo y aspira a partir del a?o que viene a tratar otras artes como las culinarias, arquitect¨®nicas o artesanales. Pero su esencia seguir¨¢n siendo las m¨²sicas del mundo, como la que se escuchar¨¢ ma?ana martes del flamenco Tomatito. Las m¨²sicas del mundo o, simplemente, la m¨²sica. Porque, en palabras de Mandela, la gran figura homenajeada, "todos somos ramas del mismo gran ¨¢rbol humano", al igual que se puede decir que todas las m¨²sicas son ramas del mismo gran ¨¢rbol de la humanidad, consiguiendo hermanar a blancos y negros, propios y extra?os. Consiguiendo hechizar o eso que Madiba llamaba ubuntu.
Babelia
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