Los ingleses saben filmar a los reyes
La tem¨¢tica de la realeza en el cine espa?ol ha sido escasa y bastante desdichada
Imagino que en jornada tan trascendente para el futuro de la patria como la proclamaci¨®n real (yo pensaba que el significado correcto era coronaci¨®n, relacionaba lo de hacerte rey o reina con que te plantaran una corona en la cabeza, pero alguien que entiende de estas solemnes cuestiones me aclara que ese ritual se aplica en otras monarqu¨ªas, pero no en la espa?ola, aqu¨ª son m¨¢s sobrios) se han registrado un mill¨®n de im¨¢genes de la familia real, que los m¨®viles de todos los distinguidos invitados y de los numerosos componentes del pueblo llano que han sido emocionados testigos directos del recorrido de los reyes por las calles habr¨¢n captado y guardaran a perpetuidad esos hist¨®ricos momentos.
A pesar de ese fervor ancestral de los ciudadanos espa?oles hacia sus reyes y de poseer tantos datos de sus ¨¦picas o intimistas andanzas, la tem¨¢tica de la realeza en el cine espa?ol ha sido escasa y bastante desdichada. Los Reyes Cat¨®licos y su compadecible hija poseen abundante filmograf¨ªa, pero toda ella en vano, con resultado sonrojante y polvoriento tanto en drama como en comedia. Creo recordar que Isabel y Fernando ten¨ªan notable protagonismo en Crist¨®bal Col¨®n, de oficio descubridor, aquella desacomplejada perla del kistch ib¨¦rico firmada por Mariano Ozores. Tambi¨¦n recuerdo un melodrama infame y triunfador titulado ?D¨®nde vas, Alfonso XII? Y todo en este plan. En los ¨²ltimos tiempos, las series de televisi¨®n han reemplazado al cine en su intento de glorificaci¨®n de esos seres tan necesarios y en el fondo tan humanos llamados pr¨ªncipes y reyes. Vi a ratos una miniserie sin sentido del rid¨ªculo, entre cursi y cochambrosa, que contaba el noviazgo del entonces pr¨ªncipe Felipe con Letizia Ortiz. Tampoco es memorable la presencia del rey Juan Carlos en otra miniserie sobre el 23-F. Por mucho que me esfuerce me resulta imposible recordar ning¨²n retrato de la realeza en el cine espa?ol que merezca la pena.
Todo lo contrario que el arte y la complejidad que han volcado el cine ingl¨¦s al hablar de los problemas que torturaban a sus reyes y a sus reinas. Stephen Frears, un director al que no imagino como devoto mon¨¢rquico, trat¨® con talento y profundidad en The Queen el dilema de la reina Isabel tras el fallecimiento de su nuera Lady Di sobre el tratamiento que debe de dar a su entierro la Casa Real. Entend¨ªas el problema de esa se?ora, su incertidumbre entre lo que le dictaba su coraz¨®n y lo que le aconseja finalmente su cerebro para evitar que el pueblo, enamorado de la presunta humanidad que acumulaba la difunta, se mosquee contra la Corona y la ponga en peligro. Helen Mirren llenaba de matices y de credibilidad a esa angustiada y desconcertada soberana.
Tambi¨¦n era brillante y emotiva El discurso del rey. Sobre todo el guion de David Seidler y las interpretaciones de Colin Firth y de Geoffrey Rush. La relaci¨®n entre el tartamudo rey Jorge VI y su paciente logopeda estaba bien contada, te conmov¨ªa la vulnerabilidad de ese hombre tan poderoso al que le resulta tan dificultoso expresarse con palabras.
Son dos ejemplos de cine reciente ingl¨¦s sobre la calidad que aplican a ese g¨¦nero que tanto se presta a los t¨®picos y al baboseo. Y si retrocedes en el tiempo, descubres que esa cinematograf¨ªa ha realizado bastantes retratos memorables de su realeza. Hay talento para recrear esa tradici¨®n. Consiguen hacer atractiva a esa instituci¨®n que al parecer crearon los dioses, tan rara, tan anacr¨®nica.
Babelia
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