Voces literarias mutantes
22 autores latinoamericanos que viven en Espa?a conforman la antolog¨ªa ?Huellas en el mar.? Algunos de ellos reflexionan para EL PA?S sobre la experiencia de escribir en un territorio ajeno.
Hace unos meses, Dom¨¦nico Chiappe, un escritor y editor nacido en Per¨² hace 43 a?os, criado en Venezuela y que vive en Madrid desde 2002, se propuso averiguar c¨®mo muta la voz literaria de alguien afincado en un pa¨ªs en el que no ha nacido. Se puso en contacto con 22 autores latinoamericanos radicados en Espa?a y les pidi¨® que eligieran, de entre los cuentos que han escrito, alguno que desde su punto de vista fuera el que mejor representara su obra. Cuando se lo mandaron, Chiappe no tard¨® en confeccionar una antolog¨ªa llamada Huellas en el mar que Suburbano Ediciones ha publicado desde Miami en cinco entregas electr¨®nicas y que, reunidas, las editar¨¢ el pr¨®ximo a?o en papel.
¡°A los autores que aparecen aqu¨ª no les afilia una generaci¨®n, ni una localizaci¨®n, ni el tema, ni la forma o la t¨¦cnica. Les une esa partida vivida, la experiencia de abandono de un pa¨ªs. Un renuncia que es mutua. Les relaciona la zozobra permanente de su lenguaje, en el choque de las aguas de la lengua materna embestida con constancia por la del lugar de adopci¨®n¡±, explica el editor de estas historias que hablan de las relaciones de pareja, la familia, el exilio, la violencia y el misterio.
Una tarde calurosa, en una cafeter¨ªa de Madrid, Chiappe y seis autores de Huellas en el mar reflexionan para EL PA?S acerca de la experiencia de escribir en un territorio primero ajeno y luego apropiado. ¡°Los que est¨¢n aqu¨ª¡±, matiza el editor, ¡°hacen escritura vivencial. Tienen una visi¨®n propia de lo que est¨¢ ocurriendo a su alrededor, entre la sorpresa y el contraste. Y todos, adem¨¢s, tienen un desarraigo que se filtra en muchos de sus personajes.¡±
Est¨¢ aqu¨ª Consuelo Trivi?o (Bogot¨¢, 1956), narradora y ensayista colombiana que vive desde hace 30 a?os en Madrid. Entre sorbo y sorbo de un t¨¦ verde, habla del enriquecimiento de su escritura con palabras propias del castellano peninsular. ¡°Ahora puedo escribir sin notas al pie de p¨¢gina. Ahora la gente me comprende y no frunce el ce?o tratando de entenderme. Todo el que escribe lo hace con conciencia del lenguaje. Y haber venido a un pa¨ªs donde se habla la misma lengua que en el que nacimos, nos da una doble concina del idioma. Porque tenemos que tomar en cuenta las variantes. Yo me adapt¨¦ y, con el paso del tiempo, fui rescatando palabras de mi infancia. No pasar¨ªa lo mismo si hubi¨¦semos llegado a un pa¨ªs donde se habla ingl¨¦s o franc¨¦s.¡±
¡°As¨ª es¡±, interviene Marcelo Luj¨¢n (Buenos Aires, 1973), novelista que vive en la capital de Espa?a desde hace 13 a?os. ¡°Julio Cort¨¢zar, por ejemplo, siempre escribi¨® sus novelas en argentino porque nunca se contamin¨®. A su alrededor, en Par¨ªs, todos hablaban franc¨¦s, pero ¨¦l escrib¨ªa en espa?ol. Nosotros, en cambio, sufrimos una confrontaci¨®n del lenguaje: entre el espa?ol de nuestro pa¨ªs y el de aqu¨ª. Y nos adaptamos y nutrimos nuestros textos con palabras peninsulares.¡±
Mar¨ªa Fernanda Ampuero (Guayaquil, 1976), periodista y cuentista y ¡°madrile?a desde el 1 de enero de 2005¡±, subraya que se siente ¡°c¨®moda en una especie de binacionalidad. Porque, de un tiempo para ac¨¢, pienso que la hibridaci¨®n es la esencia de mi ser. Y porque fue aqu¨ª, en Espa?a, donde descubr¨ª que era latinoamericana. Antes no era plenamente consciente de ello.¡± El venezolano Juan Carlos M¨¦ndez Gu¨¦dez (Barquisimeto, 1967) hace especial ¨¦nfasis en que ahora ¡°hay muchos libros de autores latinoamericanos en las librer¨ªas espa?olas. Cuando yo llegu¨¦ aqu¨ª, en 1996, eso no era tan notorio. Y creo que por eso nos hemos conocido nosotros. Si no hubi¨¦ramos salido de nuestros pa¨ªses, quiz¨¢ no.¡± Su compatriota Karina Sainz (Caracas, 1982) arguye que, ¡°al coincidir aqu¨ª varios latinos, nuestra experiencia lectora se enriquece y notas que tienes muchos puntos en com¨²n con ellos.¡±
¡°Lo que pasa¡±, explica Luj¨¢n, ¡°es que hay una ruptura editorial hist¨®rica en Am¨¦rica Latina. Y, muchas veces, para ser reconocido all¨¢, tienes que haber publicado aqu¨ª.¡± Sergio Marras (Santiago de Chile, 1950), documentalista audiovisual y novelista, apunta: ¡°El boom fue un ¨¦xito de ventas que se catapult¨® desde aqu¨ª. Pero luego llegaron o se quedaron otros. Y digamos que, ahora, hay m¨¢s latinoamericanos publicados aqu¨ª, pero con un ¨¦xito limitado.¡±
Un d¨ªa de 1993, el escritor mexicano Carlos Fuentes (1928-2012) telefone¨® desde Chile a Juan Cruz, entonces director editorial de Alfaguara, para sugerirle nombres de escritores latinoamericanos que, desde su perspectiva, deb¨ªan ingresar al cat¨¢logo de esta casa editora que este 2014 est¨¢ cumpliendo 50 a?os. ¡°El porvenir¡±, le dijo Fuentes a Cruz, ¡°es otra vez latinoamericano. Los del boom debemos dejar paso a los del boomerang: los hijos y los nietos de la literatura hispanoamericana. F¨ªjate: ?del boom al boomerang!¡±
¡°No es que hoy sea m¨¢s sencillo o m¨¢s complicado para un latinoamericano publicar en Espa?a. Es que as¨ª es el vaiv¨¦n del mercado editorial. Y la distancia entre latinoamericanos y espa?oles es cada vez m¨¢s corta. No s¨®lo por la lengua, que tambi¨¦n, sino porque nuestras sociedades son cada vez m¨¢s parecidas¡±, apostilla M¨¦ndez Gu¨¦dez.
Dom¨¦nico Chiappe sac¨® el t¨ªtulo de la antolog¨ªa de la canci¨®n ¡°Plateado sobre plateado¡±, del argentino Charly Garc¨ªa, ¡°porque lo que dice Charly sobre su pa¨ªs puede aplicarse a toda la regi¨®n y a la po¨¦tica de sus autores: ?Aeroplanos cortan el celof¨¢n de un cielo tropical / abriendo surcos para llevar al exilio o a la vuelta /a los que ya no aguantaron m¨¢s. / Huellas en el mar¡¡±
Esta tarde, entre refrescos e infusiones, los escritores latinoamericanos aqu¨ª reunidos coinciden en que vivir en Espa?a les ha permitido escribir m¨¢s y desde una perspectiva diferente. Cada uno sali¨® de su pa¨ªs por motivos pol¨ªticos, econ¨®micos o, incluso, de manera voluntaria. ¡°Pero si seguimos aqu¨ª es porque este pa¨ªs, sobre todo, nos ha permitido escribir y consolidar nuestra voz literaria¡±, dice Consuelo Trivi?o.
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