El ¨²ltimo aliento de los vampiros
La temporada final de ¡®True Blood¡¯ se estrena ma?ana en Canal + Series
True Blood comienza su s¨¦ptima y ¨²ltima temporada ba?ada en sangre. La serie creada por Alan Ball, e inspirada en las novelas de Charlaine Harris sobre la coexistencia ¡ªpor lo general, complicada¡ª entre vampiros y humanos est¨¢ dispuesta a dejar en la pantalla hasta la ¨²ltima gota de su preciada sangre con una entrega final que arranca ma?ana en Canal + Series (21.30) en versi¨®n original subtitulada (solo un d¨ªa despu¨¦s de su emisi¨®n en Estados Unidos).
La serie debut¨® en 2008 y pas¨® a formar parte de la cultura popular, convirtiendo a los vampiros en una alegor¨ªa social que ahora se despide en medio de una masacre. Mejor dicho, dos. Porque mientras que la despedida arranca con una sangrienta secuencia, en los medios de comunicaci¨®n son tambi¨¦n muchos los que quieren clavarle la ¨²ltima estaca a una serie que, dicen, ha llevado esta alegor¨ªa demasiado lejos. ¡°Por muy estramb¨®ticas que fueran las maravillosas historias que ten¨ªamos delante, una de las razones del ¨¦xito de la serie es que el reparto se volc¨® un mil por mil en ellas¡±, confes¨® Stephen Moyer, el vampiro Bill en la serie, mientras hace balance de estos siete a?os en antena.
Sus historias son alegor¨ªas de un mundo mucho m¨¢s pr¨®ximo
De la mano de la cadena HBO, True Blood puso a los vampiros de moda en la televisi¨®n. No eran figuras g¨®ticas como el Dr¨¢cula de Bram Stocker, ni melifluas como los vampiros resplandecientes de la saga Crep¨²sculo. True Blood tuvo desde su comienzo algo carnal en sus im¨¢genes y en su trama, una carga sexual expl¨ªcita y adulta que dej¨® en pa?ales a los vampiros que, como Buffy, llegaron a la televisi¨®n con anterioridad. Los de True Blood supieron chupar la sangre de su audiencia desde su primer episodio con ese h¨ªbrido entre folletinesco y g¨®tico, en un mundo fant¨¢stico que se sinti¨® muy real, planteando una sociedad en la que, gracias a una bebida sint¨¦tica similar a la sangre los vampiros pod¨ªan ¡°salir del ata¨²d¡±.
Bajo esta premisa, que el autor de American Beauty y A dos metros bajo tierra encontr¨® fascinante, Ball escribi¨® historias que en la cultura popular se convirtieron con rapidez en alegor¨ªas de un mundo m¨¢s cercano. Fue muy f¨¢cil ver referencias al racismo, la intolerancia sexual, la lucha por los derechos de los homosexuales o el fanatismo religioso. Incluso en esta ¨²ltima temporada, con Brian Buckner como showrunner, siguen existiendo pinceladas de realidad en la trama con una epidemia que infecta la sangre de estas criaturas nocturnas ¡ªclara referencia al sida¡ª y numerosas secuencias de una ciudad abandonada a su suerte donde las pintadas pidiendo socorro recuerdan al panorama que dej¨® el hurac¨¢n Katrina en 2005.
Quiz¨¢ esa ha sido la mejor arma para conectar con el p¨²blico, porque mientras la cr¨ªtica no siempre ha respaldado la serie, la audiencia de True Blood se ha mantenido fiel, acabando su sexta temporada con una media de 4,24 millones de espectadores, tan solo medio mill¨®n por debajo de su momento ¨¢lgido durante la tercera y cuarta temporada. En la despedida, llega el momento de ¡°consolidar historias¡± y volver la mirada a ¡°los personajes principales¡±, como adelanta Bruckner. Y la mejor manera de llamar la atenci¨®n en los tiempos que corren en televisi¨®n es un comienzo sangriento y con muertes inesperadas. ¡°Es de locos¡±, fue el resumen de Sam Trammell, otro de los actores centrales de la serie, en referencia a un arranque que, seg¨²n uno de los foros de fans, ¡°es tan brutal que te dejar¨¢ pensando si lo que has visto es un sue?o¡±.
Ahora True Blood se dispone a recoger sus frutos durante sus diez ¨²ltimos episodios. Algunos ya los ha cosechado a lo largo de estos a?os en los que lo ha vendido todo, desde las tradicionales camisetas hasta una bebida bajo el nombre de ¡°sangre fresca¡±. Otros resultados son m¨¢s personales, como los dos hijos de Anna Paquin fruto de su matrimonio con Moyer, compa?ero de reparto y cama en la serie. Una historia rom¨¢ntica de no ser porque, como bromea el actor, encargado de dirigir el cap¨ªtulo con el que arranca la ¨²ltima temporada, el sexo es tan frecuente y variado en la serie que ver a su esposa con otro hombre en la cama mientras ¨¦l les dirige ya se ha convertido en algo "extra?amente normal". Si para Paquin y Moyer True Blood ha significado el comienzo de una familia, para Alexander Skarsg?rd, hijo del actor sueco Stellan Skarsg?rd, ha sido el comienzo de una carrera. Superada la fama paterna, Skarsgard se dispone a protagonizar Tarz¨¢n en la pr¨®xima adaptaci¨®n que dirige David Yates.
Queda por saber de qu¨¦ modo dir¨¢n adi¨®s estos vampiros. Moyer lo sabe, pero prefiere no compartir el secreto. ¡°Con la obsesi¨®n que existe con los grandes finales, es imposible complacer a todos. Los habr¨¢ que se quejar¨¢n y hubieran preferido que tomara otra direcci¨®n y otros que se sentir¨¢n contentos con la sorpresa. No se puede hacer otra cosa que contar una buena historia y mantenernos fieles a los elementos que nos hicieron lo que somos¡±, se resigna. ?Lo que puede anticipar? Habr¨¢ sangre, sexo y humor dentro del drama. Es decir, un d¨ªa m¨¢s en la historia de True Blood.
Luisiana, territorio seri¨¦filo
El argumento de True Blood transcurre en Bon Temps, una ficticia localidad situada en el noroeste de Luisiana (EE UU). No es la ¨²nica ficci¨®n televisiva que ha elegido este estado para localizar su historia.
- Treme. La serie creada por David Simon centraba su mirada en varios habitantes de Nueva Orleans tras el paso del hurac¨¢n Katrina.
- True Detective. Otro t¨ªtulo de HBO cuya primera temporada est¨¢ situada en esta zona de Estados Unidos. Los detectives Martin Hart (Woody Harrelson) y Rust Cohle (Matthew McConaughey) se adentraban en la Luisiana m¨¢s profunda.
- American Horror Story: Coven. La tercera temporada de la serie creada por Ryan Murphy transformaba a Jessica Lange en la l¨ªder de un aquelarre de brujas que ten¨ªa que sobrevivir en Nueva Orleans 300 a?os despu¨¦s de los turbulentos d¨ªas de los juicios de Salem.
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