As¨ª se secuestra a un general alem¨¢n
'Mal encuentro a la luz de la luna', de Stanley Moss, relata el rapto del alem¨¢n Kreipe, en el que particip¨® Leigh Fermor
Mal encuentro a la luz de la luna (Acantilado), de William Stanley Moss, es el emocionante relato de la preparaci¨®n y realizaci¨®n del secuestro del general Kreipe, comandante de la 22 divisi¨®n de infanter¨ªa y uno de los jefes de las fuerzas de ocupaci¨®n alemanas de Creta, que llevaron a cabo Patrick Leigh Fermor y el propio Moss, miembros del Special Operations Executive (SOE), junto a un grupo de guerrilleros cretenses. La legendaria operaci¨®n, una de las m¨¢s osadas y sonadas de la II Guerra Mundial, la menciona y comenta varias veces en sus obras Patrick Leigh Fermor, que estaba al mando, pero, muy deportivamente, nunca quiso escribir un libro espec¨ªfico al considerar que ya exist¨ªa el de su camarada.
El libro de Moss dio origen a una pel¨ªcula con el mismo t¨ªtulo en la que Dirk Bogarde encarnaba a Paddy ¨Cpara horror de este- y David Oxley al autor, mientras que al general lo interpretaba un actor curiosamente apellidado Goring. El film fue escrito y dirigido por Michael Powell y Emeric Pressburger.
La acci¨®n ha sido revestida siempre ¨Cincluso por sus protagonistas- de un amateurismo, individualismo e improvisaci¨®n que le proporciona una aureola de bravado y audacia muy del gusto brit¨¢nico, muy swashbuckling, de valentones, que dicen ellos. ¡°Un asunto de h¨²sares¡±, la bautiz¨® el propio secuestrado, Kreipe. En realidad estuvo muy planificada ¨Cel SOE no actuaba a la ligera- y se ejecut¨® de manera muy profesional, aunque por supuesto este tipo de asuntos siempre tienen un gran margen de error y est¨¢n sometidos a un alto grado de incertidumbre. Las personalidades de Leigh Fermor y Moss a?aden vistosidad al secuestro. Ambos eran j¨®venes brillantes, rebeldes, fr¨ªvolos y vividores (y bebedores) a los que el Ej¨¦rcito les sac¨® provecho reclut¨¢ndolos para operaciones especiales en las que su individualismo, imaginaci¨®n y esp¨ªritu rom¨¢ntico (e indudable coraje) proporcion¨® buenos dividendos. Paddy -que cultivaba una pose byroniana- adem¨¢s contaba con la ventaja a?adida del conocimiento de la lengua griega y del terreno, pues hab¨ªa estado de servicio en Creta durante la invasi¨®n alemana.
Billy Moss era un joven teniente de 22 a?os de los Coldstream Guards, alto, guapo y deportista, cuando se encontr¨® con Leigh Fermor en El Cairo ¨Ccoincidieron en los aposentos para oficiales reveladoramente llamados Resaca Hall- y se hicieron amigos. Hab¨ªa luchado en Tobruk y El Alamein y esperaba ser reasignado al SOE. En Mal encuentro a la luz de la luna, una reelaboraci¨®n de su diario de campa?a, Moss relata la impresi¨®n que le produjeron los fieros guerrilleros cretenses, los andartes, con sus grandes bigotes y vestimentas que los hac¨ªan parecer reci¨¦n salidos de una vieja novela de aventuras. Paddy, amante de los disfraces, destacaba entre ellos como una versi¨®n carnavalesca de la estampa tradicional de un pastor de las monta?as y uno se pregunta c¨®mo pudo pasearse vestido de esa guisa pinturera entre los alemanes sin que lo detuvieran en el acto: es como para desconfiar de la Gestapo.
Moss revela que la intenci¨®n original era secuestrar al terrible general M¨¹ller, ¡°el Carnicero¡±, y no a Kreipe, un tipo todo lo honesto que pod¨ªa ser un general de la Wehrmacht ¨Ctras la guerra su predecesor y su sucesor fueron juzgados y fusilados en Atenas; a ¨¦l no se le proces¨®-, pero que al encontrarse con que el segundo hab¨ªa relevado al primero decidieron que ¡°un general era tan bueno como otro para atraparlo¡±. De creer a Moss ¨Csu libro tiene un tono desenfadado, chulapo (con detalles como convertir la 22 divisi¨®n en ¡°Panzer Grenadier Division¡± que tiene m¨¢s pedigr¨ª o citar a Noel Coward durante el secuestro) y un punto gamberro-, la operaci¨®n se ultim¨® sobre el terreno entre lecturas y conversaciones de literatura y poes¨ªa, veladas de licor y canciones en cuevas, y audaces y algo descerebrados reconocimientos. Para la emboscada, Paddy ¨Cque hubo de afeitarse su preciado bigote- y Moss, respectivamente mayor y capit¨¢n, se caracterizaron de cabos de la polic¨ªa militar alemana (aprovecharon para inmortalizarse en una foto ic¨®nica de la aventura) y as¨ª ataviados, y apoyados por siete guerrilleros, detuvieron el autom¨®vil del general cuando regresaba a su residencia de Villa Ariadna de su cuartel general en Archanes. Era la noche del 26 de abril de 1944, y realmente, Kreipe tuvo un mal encuentro.
Tras reducirlos a ¨¦l y al chofer, metieron al general en el suelo en la parte de detr¨¢s del coche, tres andartes se sentaron ah¨ª, Moss tom¨® el volante y Paddy, con la gorra del general, se instal¨® a su lado. De esa manera cruzaron ?22 controles!, amparados por la noche, los banderines del general en el veh¨ªculo y la interpretaci¨®n de Leigh Fermor del papel de mando. Luego abandonaron el auto, no sin antes dejar una nota muy teatral en la que lamentaban no poderse llevar tan buen coche ¨Cun Opel- y subrayaban que la operaci¨®n era obra de comandos brit¨¢nicos, para evitar represalias a la poblaci¨®n. Condujeron a las monta?as a Kreipe ¨Cal que alguien, no ser¨ªa extra?o que los propios Moss y Paddy, le birlaron su preciada medalla, la Cruz de Caballero-, y estuvieron escondi¨¦ndolo y movi¨¦ndose, burlando a las furiosas patrullas alemanas, hasta conseguir embarcarlo para Egipto el 14 de mayo. El relato de Moss no incluye la deliciosa an¨¦cdota de la oda de Horacio compartida por Kreipe ¨Cque inici¨® la primera estrofa- y Paddy ¨Cque la continu¨®-. Moss anota simplemente que el general y su camarada se entreten¨ªan uno al otro en el monte Ida intercambiando versos de S¨®focles. A Kreipe le ca¨ªa mejor Paddy que Moss, que le parec¨ªa algo infantil, ¡°siempre esgrimiendo su pistola¡±.
En Mal encuentro a la luz de la luna, se explican algunas atrocidades cometidas por los alemanes en Creta ¨Cincluida la brutal escena en que un oficial le parte el brazo a un chiquillo porque le ha rayado el coche-, pero se da a entender que las represalias como la destrucci¨®n del pueblo de Anoyia y las ejecuciones de civiles lo fueron por distintas operaciones guerrilleras ¡°en julio y agosto de 1944¡± y no por el secuestro. Significativamente, Moss pasa por alto la (mala) suerte del ch¨®fer de Kreipe, degollado fr¨ªamente por los andartes, un crimen que arroja sombras sobre la operaci¨®n.
Los dos oficiales brit¨¢nicos fueron condecorados y regresaron a Creta para posteriores misiones. Moss, que ten¨ªa la intenci¨®n de secuestrar al sucesor de Kreipe, encabez¨® una serie de ataques a convoyes de tropas alemanas que culmin¨® con su heroica destrucci¨®n de un veh¨ªculo blindado, al que se encaram¨® para lanzar una granada por la torreta. Tras la guerra, Paddy inici¨® su larga carrera de escritor. Moss ¨Cque despu¨¦s de Creta hab¨ªa realizado operaciones con el SOE en Macedonia y Siam- escribi¨® un libro sobre el oro perdido de los nazis, naveg¨® por el Pac¨ªfico, estuvo con la Expedici¨®n Transant¨¢rtica, se instal¨® en las Indias occidentales y muri¨® en Jamaica en 1965.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.