A deg¨¹ello
No sabemos c¨®mo terminar¨¢ la guerra entre el juez Castro y el fiscal Pedro Horrach, pero est¨¢ claro que las heridas ser¨¢n imborrables
El enfrentamiento por razones enigm¨¢ticas, transparentes o tenebrosas en un tr¨¢gico momento de su existencia y a perpetuidad entre dos hombres que fueron no s¨®lo amigos sino que ejercieron juntos labores peligrosas, de aut¨¦nticos profesionales, a este lado de la ley o al otro, es un tema que ha alimentado con algunos resultados eximios a la literatura y al cine. Tambi¨¦n ocurre en la vida, aunque en esta el desenlace nunca posee aliento l¨ªrico o grandioso sino que acostumbra a ser s¨®rdido.
No sabemos c¨®mo terminar¨¢ la guerra entre el juez Castro, alguien al que deseas emparentar con el Llanero Solitario y alimentar la creencia infantil de que en el mundo real hay gente que se enfrenta al poder en nombre de la justicia y la verdad, y el fiscal Pedro Horrach. Pero est¨¢ claro que las heridas ser¨¢n imborrables, que la convicci¨®n del juez de que una hija y hermana de reyes esta enfangada hasta el alma en variados tipos de corrupci¨®n y la furibunda negativa del fiscal (qu¨¦ paradoja, qu¨¦ fiscal tan raro) a creer en la culpabilidad de la sonriente dama rubia, supondr¨¢ para unos hombres que durante largo tiempo combatieron juntos para desenmascarar a los villanos isle?os un desencuentro sin retorno.
Un amigo m¨ªo que ha seguido por razones de trabajo la trayectoria profesional del juez y del fiscal se escandaliza de mi dogmatismo al tener tan clara la identidad del bueno y del malo, asegur¨¢ndome que todo debe de ser complejo en las razones de ese fiscal que alguna vez fu¨¦ mod¨¦lico al embestir contra su antiguo colega insinuando que prevarica.
Mi teor¨ªa, por supuesto, es tan simple como maniquea. S¨®lo admito tres causas en su certidumbre de que la esposa del espigado buscavidas es inocente de los chanchullos de este. Son estas. El fiscal se limita a cumplir las ordenes que le llegan desde la jefatura del Estado (hace tiempo que Rajoy afirm¨® con la autosuficiencia del que maneja todos los hilos su absoluta convicci¨®n de que a la Infanta le ir¨ªa bien), que jam¨¢s consentir¨ªa que la incorrupta sangre real sufriera amenaza de trullo. O bien al fiscal se le ha ido la olla o sus entenderas son cort¨ªsimas si se empe?a en negar lo que es evidente. O bien, se ha enamorado de su defendida, con la consiguiente obnubilaci¨®n de la mente que puede causar ese opi¨¢ceo sentimiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.