El gran ¡®show¡¯ de El Cigala
Si no lo han visto, una recomendaci¨®n: busquen la aparici¨®n de Diego El Cigala en El hormiguero del pasado jueves. El cantaor estaba m¨¢s que exuberante y eso caus¨® alboroto en las redes. Ah, las redes: la escenificaci¨®n de los automatismos de la sagrada indignaci¨®n nacional; no falt¨® ni la fabulosa hipocres¨ªa de los que protestan de que saliera en ¡°horario infantil¡±.
Sospecho que, esencialmente, molest¨® el sabotaje de un programa t¨ªpico del prime time televisivo. Ya saben, espacios donde todas las gracias est¨¢n milimetradas y los invitados son payasos de lujo, extras en una pel¨ªcula inane, sacrificios en el altar de La Promoci¨®n. Hasta el conductor del espacio perd¨ªa su engrasado buen humor seg¨²n aquello se le iba de las manos; dicen que cort¨® antes de la hora prevista.
De alguna manera, un inspirado Cigala ratificaba su papel como el Maradona espa?ol. O dominicano, ya que ahora posee todos los documentos que se necesitan en la isla de Quisqueya: hasta ha sido nombrado polic¨ªa honorario de la Rep¨²blica Dominicana. No me negar¨¢n que es un extra?o cargo para un nativo del Rastro madrile?o.
Como Maradona, El Cigala tiene una visi¨®n distorsionada de la realidad. Pero ha alcanzado un impensable grado de libertad. Visto a distancia, sin haberle tratado en la intimidad, se revela como el artista elevado a la en¨¦sima potencia.
El artista suele disimular m¨¢s o menos finamente su egolatr¨ªa monumental. No parece que esa haya sido una precauci¨®n habitual del Cigala. Desde sus inicios, le vimos escaparse de las ortodoxias del flamenco: ¡°?por qu¨¦ grita tanto?¡±, escuch¨¦ decir a un flamenc¨®logo horrorizado. Aunque puede que asombrara m¨¢s que se vistiera con ch¨¢ndal (de marca, eso s¨ª). Hizo su meritoriaje cantando para bailaores pero luego se salt¨® el escalaf¨®n.
Tambi¨¦n se escabull¨® de los compromisos con las discogr¨¢ficas: lleg¨® a tener simult¨¢neamente contrato con dos de ellas. Se susurraban an¨¦cdotas de Amparo, su mujer, yendo a una reuni¨®n con micr¨®fono y magnetof¨®n ocultos, como si se tratara de una pel¨ªcula de mafiosos. ?Lo era? Habr¨ªa que leer la letra peque?a.
Cuando lleg¨® el fen¨®meno L¨¢grimas negras, parec¨ªa que se escaqueaba de la parte m¨¢s ingrata, dejando siempre que pod¨ªa las labores de promoci¨®n al disciplinado Bebo Vald¨¦s. Los sensatos le pronosticaban una ca¨ªda catastr¨®fica, como si fuera un salvaje no domado, siempre necesitado de los consejos de los payos buenos.
Qu¨¦ cosa m¨¢s grande: el t¨¢ndem Amparo-Diego ha sabido flotar en un oc¨¦ano encrespado. Liberados de las multinacionales, han alternado los discos de flamenco-a-lo-Cigala con nuevas incursiones en el cancionero cubano o las aproximaciones al tango argentino. Y la fuga hacia Punta Cana (o equivalentes) ser¨ªa el sue?o h¨²medo de cualquier artista espa?ol, vista la persecuci¨®n desatada por Crist¨®bal Montoro y su vengativa tropa.
T¨ªpicamente, la subida del IVA no destacaba entre las razones argumentadas por El Cigala para explicar su traslado al Caribe. Vuelvo a insistir: artista en estado puro, ni siquiera contaminado por la tentaci¨®n de la solidaridad gremial.
No, Diego quiz¨¢s no sea un modelo moral o profesional. Pero tiene el toque del Rey Midas. Cubierto de joyas, hasta derram¨® su magia sobre El hormiguero. Comprueben: el v¨ªdeo del jueves va camino del mill¨®n de visitas. El programa correspondiente a Tom Hanks ¡ªal que se menciona en la entrevista¡ª no llega a las doce mil.
Babelia
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