Exiliados de Triana
La expropiaci¨®n del barrio sevillano en los cincuenta, cuando era epicentro del cante y del baile, provoc¨® una di¨¢spora flamenca
Nunca se fueron del todo. El desalojo en varias fases de m¨¢s de 3.000 familias de Triana iniciado a finales de los a?os cincuenta del siglo pasado propici¨® el cambio de la fisonom¨ªa del c¨¦ntrico barrio de Sevilla. Los patios de vecinos, corrales y toldos (una lona sujeta con cuatro palos) donde conviv¨ªan ¡°en armon¨ªa¡± gitanos y gach¨®s fueron barridos del centro de la capital. En principio, fueron realojados en una nave industrial en espera de ser traslados al pol¨ªgono San Pablo y posteriormente a las Tres Mil Viviendas, un barrio que la droga convirti¨® en inhabitable. En camiones, escoltados por la polic¨ªa y la guardia civil, en lo que alg¨²n testigo ha descrito como ¡°la noche de los cristales rotos¡±, viajaban los patriarcas de dinast¨ªas flamencas como los Montoya, los Amador y los Cagancho, y con ellos algunas de las esencias del baile y del cante de Andaluc¨ªa. Espect¨¢culos donde los supervivientes recuperan sus or¨ªgenes, el documental Triana pura y pura, premiado en varios festivales y una de las revelaciones del a?o, y la propuesta de la Uni¨®n Roman¨ª de crear una asociaci¨®n cultural reivindican un legado cultural y una filosof¨ªa de vida.
Muchos sue?an todav¨ªa con la vuelta a Triana, como si recuperar los a?os en que fueron ni?os y felices estuviera al alcance de la mano. Ha pasado medio siglo y todav¨ªa conservan el sentido de pertenencia. De los viejos quedan ya muy pocos, pero el testigo del Tragapanes, Pepa La Calzona y el Titi lo han recogido la siguiente generaci¨®n, en este caso gente que creci¨® fuera del barrio, familias humildes que no han pasado hambre pero que saben c¨®mo huele. Gitanos con gracia y salero, acostumbrados a vivir el presente, pero ya m¨¢s preocupados por el futuro de sus hijos que por lo bien que bailan por tangos. Loli L¨¦rida, una de las ¨²ltimas cigarreras sevillanas, profesi¨®n que hered¨® de su familia materna, sali¨® con 13 a?os de Triana con sus padres y su hermano para ocupar una casa que les hab¨ªa tocado por sorteo. ¡°Viv¨ªamos como una gran familia, al principio pensamos que ¨ªbamos a volver, que se trataba de algo temporal, pero nos desperdigaron por toda la ciudad, una atomizaci¨®n que borr¨® nuestra idiosincrasia y filosof¨ªa de vida¡±, cuenta en una c¨¢lida tarde sevillana. Loli aprendi¨® a hablar y a cantar en el barrio, sin m¨¢s escuela que las voces y las guitarras de los vecinos, como su hermano y sus primos. Ahora ni fuma ni baila, pero trabaj¨® 30 a?os en la f¨¢brica de Ducados, la primera que se fund¨® en Europa. ¡°Entr¨¦ a los 18 a?os con los estudios primarios y el servicio social cumplido. He vivido entre m¨¢quinas de liado y empaquetado hasta que me jubil¨¦ por invalidez antes que cerraran la f¨¢brica¡±. El baile lo dej¨® para las fiestas, como su hermano Jos¨¦, que sac¨® el carn¨¦ de cantaor en el curso de un examen en el teatro ?lvarez Quintero, el mismo en el que se gradu¨® Manuela Carrasco. Su hermano se busc¨® la vida en negocios relacionados con la hosteler¨ªa y lo compagin¨® con el cante. ¡°Siempre ha habido oficios, en la cava hab¨ªa fraguas que ten¨ªan su especialidad y sus proveedores; mi padre trabajaba en la compa?¨ªa de tranv¨ªas y obras del puerto y yo a los 11 a?os empec¨¦ en la casa de las galletas. La venta ambulante lleg¨® mucho despu¨¦s, entonces la gente de los pueblos llegaba con sand¨ªas e higos chumbos, pero nada m¨¢s¡±.
Tras el desalojo, forzado por la especulaci¨®n del suelo y el mal estado de algunas viviendas que hab¨ªan quedado seriamente da?adas por las riadas del Tamarguillo en 1947, las familias art¨ªsticas siguieron funcionando, pero las fiestas y el modelo de convivencia, articulado en torno a los patios de vecinos, donde se viv¨ªa alquilado con derecho a cocina y a servicio, se extinguieron. Se encontraban para celebrar bodas y bautizos o se reun¨ªan el Viernes Santo en el Morapio; tras una actuaci¨®n en el teatro Lope de Vega de Sevilla en 1982 formaron el grupo Triana Pura, con una media de edad de 70 a?os y dedicado a llevar sus cantes por el mundo. Llegaron a vender 50.000 discos con el Probe Miguel pero en la d¨¦cada del 2000, ¡°cuando en el camerino se acumulaban m¨¢s pastillas para la tensi¨®n y el coraz¨®n que botellas de whiski¡±, cesaron las actuaciones. Jos¨¦ L¨¦rida cantaba y bailaba en el grupo y ahora, al calor del ¨¦xito del documental que ha dirigido Ricardo Pach¨®n, ha retomado con Manuel Molina el espect¨¢culo El mantoncillo de Triana, en el que recuperan la historia del barrio.
Los gitanos llegaron a Triana en el siglo XV y con ellos sus cantes y sus bailes. Ejerc¨ªan como herreros y matarifes
Todav¨ªa hoy basta sentarse en una de las terrazas del Altozano (una de las zonas donde se levantaban las casas en las que viv¨ªan) para encontrar a algunos de los supervivientes. Como esta tarde en que se juntan en la misma mesa el cantaor Manuel Molina y Juan, due?o de la taberna La Pe?a del Bollo. En ese local se fragu¨®, en 1975, Nuevo d¨ªa, el primer disco de Lole y Manuel, cuyas canciones dieron pie a lo que luego se conoci¨® como el nuevo flamenco. ¡°Nos sent¨¢bamos a las diez de la ma?ana en el poyete y ah¨ª pas¨¢bamos el d¨ªa; enfrente hab¨ªa una panader¨ªa y le dec¨ªamos a Juan: ¡®S¨¢came un poco de melva que voy por un bollo¡¯. De ah¨ª surgi¨® el nombre del bar¡±, cuenta Manuel. Nadie registr¨® lo que pas¨® en las fiestas de los patios. Hab¨ªa tantas maneras de cantar y de bailar como personas. ¡°Cada uno lo hac¨ªa a su aire. Los cantes se transmit¨ªan de forma oral, de manera que cuando llegaba a tus manos ya eran distintos¡±, tercia el guitarrista y cantaor, que lleg¨® al barrio con siete a?os, procedente de Ceuta. Su familia se instal¨® en el Tard¨®n, pegado a Triana, de donde fueron desalojados en una de las fases de la reconversi¨®n del barrio.
A Manuel Garc¨ªa Rond¨®n, secretario general de la Uni¨®n Roman¨ª, lo de los ocho apellidos vascos se le queda corto. Su primer ascendiente fue bautizado en la iglesia de Santa Ana en 1783. Con ese ¨¢rbol geneal¨®gico parece l¨®gico que recurra a la historia para apuntalar las ra¨ªces de su raza. Los gitanos llegaron a Triana en el siglo XV y con ellos sus cantes y sus bailes. Ejerc¨ªan como herreros (en ese entramado econ¨®mico representaban la tecnolog¨ªa punta), matarifes y carniceros y se instalaron en la margen derecha del r¨ªo. Como en otros puertos de ultramar, en Sevilla conviv¨ªan con mulatos, moriscos y jud¨ªos. Ah¨ª naci¨®, seg¨²n su testimonio, el car¨¢cter colectivo del trianero. Pero la historia se tuerce con las redadas de 1749, que propiciaron que m¨¢s de 10.000 gitanos (la cifra es aproximada puesto que no estaban censados) de entre C¨¢diz y Sevilla fueran prendidos. ¡°Se les arrebataron sus bienes con la intenci¨®n de hacernos desaparecer como grupo ¨¦tnico, pero gracias a los gremios y las hermandades pudieron volver y vivir pobres pero insertados y felices¡±, a?ade Garc¨ªa Rond¨®n. La felicidad no dur¨® mucho, el desarrollismo y la llegada de la maquinaria agr¨ªcola acabaron por arruinar las herrer¨ªas. Quedaba la convivencia el flamenco como expresi¨®n de una forma de vida: ¡°No hab¨ªa problemas de racismo, ni enfrentamientos. Dicen que ¨¦ramos compatibles porque compart¨ªamos pobreza¡±. Fue testigo del primer desalojo, en la calle de Pelay Correa. En los camiones donde cargaron los enseres, subieron tambi¨¦n sus amigos, los ni?os con los que jugaba en la calle, payos y gitanos. Su familia viv¨ªa en Ardilla y el porcentaje de uno y otro grupo estaba en torno al 40 % y en Roc¨ªo del 80 %, pero los datos no son oficiales.
Los flamenc¨®logos no acaban de ponerse de acuerdo, aunque se da por hecho que el origen del cante se sit¨²a en el tri¨¢ngulo Sevilla, Jerez y C¨¢diz. Juan Talega se?al¨® Triana como el centro neur¨¢lgico. Como prueba de comp¨¢s cuentan que Manolo Caracol y Antonio Mairena viajaban hasta la cava para escuchar a Cagancho por sole¨¢ y seguiriyas. ¡°En los romances tradicionales castellanos que hab¨ªan sido popularizados por el pueblo se fragu¨® el cante gitano andaluz y los estilos trianeros, corridas, romances, ton¨¢s y martinete¡±, dice Garc¨ªa Rond¨®n.
Ricardo Pach¨®n, productor de algunos de los discos de Camar¨®n, Lole y Manuel, Pata Negra y Veneno, reivindica el erotismo salvaje que ten¨ªa el flamenco y el baile del barrio sevillano. ¡°Daba gusto verlos simulando el sexo con los pantalones agarraos y moviendo las caderas¡±, a?ade.
Con la fresca los trianeros de hoy siguen sacando las sillas a la puerta o se les ve en los balcones con la camiseta blanca de tirantes mirando el discurrir de la gente. Antonia Rodr¨ªguez, conocida como La Negra, la cantaora por la que beb¨ªa los vientos Camar¨®n, pari¨® a Lole, su hija mayor, en la calle del Evangelista y en la misma cama donde naci¨® su marido, el bailaor Juan Montoya, miembro de una dinast¨ªa con un comp¨¢s y un estilo propio. La Negra naci¨® en Or¨¢n en 1936, pero lleg¨® al barrio con 17 a?os para ver las fiestas y ya no se movi¨®. Subir al escenario le hace vibrar, y hasta en Nueva York han escuchado su cante, pero no olvida las veladas en el cine Estrella donde compraba papeletas para la rifa de pasteles y sand¨ªas. ¡°Las fiestas en la calle eran memorables. Muchas noches acab¨¢bamos en colchones durmiendo a la fresca hasta que mi suegra nos despertara para que entr¨¢ramos¡±. Su vida y su m¨²sica son fruto de muchos a?os de hambre y de tristeza, pero se trata de una gente ¡°especial que te alegra las penas¡±. Manuel Molina cree que no hay mejor ant¨ªdoto contra el dolor que la alegr¨ªa. Como muestra ofrece su receta vital: ¡°Mi padre siempre me dec¨ªa: ¡®Manuel, un buen d¨ªa de calor, o Manuel, un buen d¨ªa de fr¨ªo¡¯. Con esa filosof¨ªa he crecido¡±.
Algo de ese instinto de supervivencia y de vivir el presente ha heredado el guitarrista Raimundo Amador. Su familia viv¨ªa en una tienda de campa?a en Triana que fue arrasada por la riada mientras su padre se buscaba la vida en la base de Rota como guitarrista: Cuando regresaron ten¨ªan plaza en el pol¨ªgono San Pablo, "con los v¨¢teres y las duchas a quinientos metros", luego les dieron el piso en las Tres Mil. En su familia, los que no son artistas viven de la venta ambulante. Su paso por Veneno y Pata Negra y su posterior carrera individual lo han convertido en un guitarrista mundialmente conocido, pero tiene muy claras en su memoria aquellas veladas irrepetibles.
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