El viaje necesario
Mart¨ªn Caparr¨®s retrata la situaci¨®n de 14 provincias del norte de Argentina
El interior es un libro tan excesivo, se habla de tantos pueblos y ciudades, se cuentan en ¨¦l tantas historias, asoman en fuga o con un n¨ªtido perfil tantos personajes, que el lector, desbordado por su desmesura, apenas puede retener la soberbia informaci¨®n que acumula en sus p¨¢ginas. "Rara vez", ha declarado Mart¨ªn Caparr¨®s, "me detengo a pensar sobre qu¨¦ no contar cuando escribo". No cabe oponerse a un rasgo del car¨¢cter; pero la indiscriminaci¨®n literaria favorece la arbitrariedad, y ¨¦sta desorienta al lector. No es esto lo que sucede exactamente en este libro ¡ªmagn¨ªfico, hay que decirlo cuanto antes¡ª, aunque su prolijidad acaba siendo arrolladora. Sin embargo, en el prop¨®sito de Mart¨ªn Caparr¨®s de retratar, a pie de obra, la situaci¨®n actual de 14 provincias del norte de Argentina (habr¨¢ un segundo libro dedicado al sur), en un recorrido de m¨¢s de 30.000 kil¨®metros, no pod¨ªan caber im¨¢genes que refuercen los prototipos, sino la variedad de un panorama cruzado por innumerables puntos de vista. Esta portentosa capacidad para registrar lo primordial y lo anodino, lo exclusivo y lo desusado, lo fundamental y lo caprichoso, convierten el libro en un hervidero de impresiones, gracias a la porosidad del autor: "Yo no investigo, no hurgo, no busco nada oculto: con lo visible alcanza". Una actitud, a la vista est¨¢, de concreci¨®n, de veracidad, tal vez de estricto realismo; de avezado periodista m¨¢s que de escritor. Caparr¨®s excluye toda idea global para, al azar de los encuentros, verificar qu¨¦ constituye verdaderamente Argentina. Y para ello va tejiendo un entramado de historias, espacios y personas, recelando de los t¨®picos y de las diferencias regionales, en una incesante b¨²squeda cuyo objeto se complica por acumulaci¨®n: "Pienso que no hay nada diferente de un pa¨ªs que ese pa¨ªs visto de cerca, y desespero de alguna vez entender algo".
El autor se echa al camino en un Renault 21, al que llama Erre,
Esa desesperaci¨®n es la provisi¨®n que ha llevado a Caparr¨®s a sumergirse en la geograf¨ªa de su pa¨ªs para comprobar frontalmente su realidad. Para los no argentinos es indudable que se pierden muchas referencias, pero aqu¨ª lo ajeno se expande para resultar cercano, al no estar falseado por la ret¨®rica oficial o la prosa tur¨ªstica. Pues no se trata de concebir Argentina como una abstracci¨®n, ni recoger su esencia (si esta palabra, aplicada a un pa¨ªs, significa algo), sino de percibir su intrincado fraccionamiento que no admite la unidad, que no se puede recomponer, pues continuamente se disgrega.
Caparr¨®s se echa al camino en un Renault 21, al que llama Erre, y con cuadernos y grabadora rastrea lo que le va deparando el viaje. No viaja, como el turista, para exaltarse, sino para entender, y esa tensi¨®n narrativa se refleja en sus p¨¢ginas: "Todo el tiempo tengo la sensaci¨®n de que estoy a punto de entender algo y despu¨¦s, antes, durante, la sospecha de que ese punto nunca va a llegar". Prefiere no hacer valer su condici¨®n de viajero, y pese a alguna chocante alusi¨®n narcisista, inevitable en quien viaja solo, no entorpece la narraci¨®n con los percances del viajero. Caparr¨®s es pura recepci¨®n, pero menos del paisaje, descrito con nerviosas pinceladas, que de las ¨¢speras biograf¨ªas de la gente con la que se detiene a hablar, con quien comparte las ansiedades y frustraciones que conforman el aut¨¦ntico mapa del interior de Argentina.
Yo no investigo, no hurgo, no busco nada oculto: con lo visible alcanza Mart¨ªn Caparr¨®s
Un mapa de tribulaci¨®n social, un espacio que, a pesar de la alborotada ¨¦poca de informaci¨®n en que vivimos, permanec¨ªa oculto, desconocido, y que Caparr¨®s ha decidido conocer confront¨¢ndolo con ojos, o¨ªdos y la terquedad de entender lo incomprensible. Sospecho que Caparr¨®s escribe libros voluminosos contra la hegemon¨ªa de lo virtual. Su exhaustividad verbal, la atenci¨®n a la permanencia de lo fugaz, que lo lleva aqu¨ª al ejercicio del haiku, a la urgencia de no poner comas, o directamente al murmuro r¨ªtmico del poema, parece una r¨¦plica contra la preponderancia de la imagen, de la fotograf¨ªa, y una suerte de revalorizaci¨®n de la palabra como el ¨²nico medio de hostigamiento de lo real. En alg¨²n momento confiesa el origen remoto del libro al recordar la Argentina "radicalmente otra" que hall¨® en los relatos de H¨¦ctor Tiz¨®n, donde lo regional derivaba hacia lo on¨ªrico. Caparr¨®s, por el contrario, declara no utilizar nunca la palabra "alucinante". No la necesita, aunque cabr¨ªa aplicarla a este libro, tan desbordante que no se atina con sus l¨ªmites. De ah¨ª que haya evitado menciones concretas sobre tantas cr¨®nicas estupendas que abarcan desde el ambiente patibulario de un burdel, regentado por un esc¨¦ptico nietzscheano, hasta la organizaci¨®n administrativa a¨²n tributaria del caudillaje del siglo XIX, o la historia de la vaca encadenada a la cama, para que nadie la robe, que amanece un d¨ªa s¨®lo cabeza y huesos, "pero la carne se la hab¨ªan llevado". Pero hay que concluir, y nada mejor que una interrogaci¨®n que disipa la tendencia a la identificaci¨®n: "El efecto patria es un estallido que puede producir el f¨²tbol, una guerra u otras conmociones. Fuera de ese momento de reconocimiento, ?se puede postular que existen rasgos que nos hacen argentinos?".
El interior. Mart¨ªn Caparr¨®s. Malpaso. Barcelona, 2014. 688 p¨¢ginas. 25 euros. (Electr¨®nico: 9,49 euros)
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