Impunidad
Obama, tan racional, mol¨®n y progresista ¨¦l, tiene infinita capacidad de comprensi¨®n y de solidaridad hacia todas las medidas b¨¦licas que adopte Israel
Cuentan que Robert Oppenheimer, padre de la bomba at¨®mica, se llev¨® un susto importante al comprobar el efecto de las radiaciones. Y que la personalidad de alguno de los pilotos que las lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki sufri¨® graves trastornos, que el tormento y el sentido de culpa al constatar la magnitud de su matanza hizo que uno de ellos se recluyera en un monasterio durante el resto de su vida. Igual es mentira, pero otorgar ese toque humanista y lacerante a los que planearon o ejecutaron la masacre queda muy l¨ªrico, convenientemente peliculero.
En cualquier caso, Estados Unidos no necesitaba justificarse por aquella atrocidad. Lanz¨® las bombas por una raz¨®n tan incontestable como que ten¨ªa el poder para hacerlo. Tampoco hac¨ªa falta que los estrategas de aquel asesinato masivo de civiles, con atroces consecuencias posteriores, se justificaran aduciendo que el lanzamiento de las bombas at¨®micas sirvi¨® para acelerar el final de la guerra y que Jap¨®n se rindiera. Solo faltaba que intentaran convencer al pueblo japon¨¦s de que en el fondo les hab¨ªan hecho un favor arrasando sus ciudades. Ser¨ªa de agradecer que la fuerza no exhibiera coartadas morales para justificar sus pasotes dantescos, que simplemente aclarara esto: ¡°Cometo barbaries porque quiero, porque puedo, porque lo dictan mis intereses, mi capricho o mis genitales, porque mi impunidad est¨¢ garantizada¡±.
Obama, tan racional, mol¨®n y progresista ¨¦l, tan pendiente en su censura y su amenaza de todos los abusos y los cr¨ªmenes que cometen los Gobiernos en el siempre injusto mundo, al igual que todos los presidentes de su pa¨ªs, tiene infinita capacidad de comprensi¨®n y de solidaridad hacia todas las medidas b¨¦licas que adopte Israel en la sagrada misi¨®n de defenderse de sus enemigos. Esa b¨ªblica defensa de sus agresores al parecer precisa cargarse a un millar de ellos, incluida esa cosita tan prescindible, sensiblera y blandengue de sus ni?os, previniendo sabiamente que estos al crecer se har¨¢n terroristas, cada vez que matan a uno de los suyos. O que lo intentan. Qu¨¦ guerra tan rara. Y todo dios en el resto del mundo calladito o justificando el exterminio. No vaya a enfadarse con ellos el implacable Yahv¨¦.
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