Herg¨¦ en el pa¨ªs del oro gr¨¢fico
Tint¨ªn, una historieta venerada por sus lectores, se ha convertido en un negocio fabuloso
Tint¨ªn es lo m¨¢s parecido a una religi¨®n que existe en el mundo de los tebeos. Hay gente que se sabe de memoria todas las vi?etas de los 23 vol¨²menes que lleg¨® a terminar Herg¨¦, que es capaz de responder sin dudar, y en apenas segundos, a preguntas como ?Cu¨¢ndo el capit¨¢n Haddock imagina a Tint¨ªn como una botella de whisky? ?En qu¨¦ tebeo el profesor Tornasol se agarra un cabreo descomunal porque le quitan el sombrero? Hay lectores que pueden recitar y hasta entender la mayor¨ªa de los insultos que profiere Haddock: "Macroc¨¦falo, mameluco, residuo de ectoplasma, cretino de los Alpes, croma?¨®n, cercopiteco, cirano de cuatro patas, tecn¨®crata, esclavista, iconoclasta..."
Esta historieta ha representado un viaje inici¨¢tico para muchos ni?os que descubrieron el mundo gracias al reportero del tup¨¦, que nunca escribe una sola l¨ªnea, y sus vi?etas y sus historias se han quedado desde entonces varadas en su imaginaci¨®n. "Herg¨¦ es un artista que ha marcado su tiempo, esencial para muchas generaciones de lectores", explica Eric Leroy, experto en c¨®mic de la casa de subastas Artcurial, con sede en Par¨ªs, que ha batido este a?o todos los r¨¦cords con Herg¨¦. El s¨¢bado 24 de mayo un coleccionista estadounidense pag¨® 2,6 millones de euros (la estimaci¨®n estaba entre 700.000 y 900.000) por los dibujos originales que se utilizaban en las guardas de los ¨¢lbumes de 1937 a 1958. Un dibujo en tinta china de la portada de La isla negra, publicada en 1942, alcanz¨® un mill¨®n de euros en la misma subasta. Una semana despu¨¦s se vendi¨® en otra puja en Bruselas una edici¨®n original en blanco y negro de La oreja rota (1937) por 24.800 euros, otro r¨¦cord. Leroy asegura que el enorme valor se explica, por un lado, porque la escasez ¨Cel 95% de los originales est¨¢n manos de la sociedad que gestiona los derechos de Herg¨¦, controlada por su viuda, Fanny Rodwell, y el marido de esta, Nick Rodwell¨C, pero tambi¨¦n por el papel que Tint¨ªn desempe?a en el imaginario colectivo.
L¨ªnea clara
Herg¨¦ es el principal representante de la l¨ªnea clara, un estilo de c¨®mic marcado por una narrativa y un dibujo cl¨¢sicos.
El reportero recorre el mundo a lo largo de 23 ¨¢lbumes terminados y uno sin terminar (Tint¨ªn y el arte-alfa).
En todos lleva sus cl¨¢sicos pantalones de golf, menos en el ¨²ltimo terminado: Tint¨ªn y los p¨ªcaros.
Fueron publicados a lo largo de casi cinco d¨¦cadas, entre 1929 y 1976.
La primera aventura de Tint¨ªn, En el pa¨ªs de los soviets, fue publicada en el suplemento juvenil del diario belga Le vingti¨¨me si¨¨gle el 10 de enero de 1929. El ¨²ltimo tomo acabado, Tint¨ªn y los p¨ªcaros, en el que el reportero hab¨ªa cambiado sus pantalones de golf por unos vaqueros imposibles, apareci¨® en 1976. Herg¨¦, un creador obsesivamente minucioso, dibuj¨® algunos tebeos hasta tres veces para adaptarlos a los nuevos tiempos: la ¨²ltima versi¨®n, la m¨¢s conocida, sigue siendo extraordinariamente contempor¨¢nea. La l¨ªnea clara de sus dibujos, su impecable precisi¨®n, ha dejado una profunda huella en nuestra forma de mirar la realidad a trav¨¦s de la ficci¨®n y en lo que los lectores exigen a los dibujantes.
Sin embargo, Tint¨ªn tiene un lado oscuro, casi siniestro. Un periodista de The Guardian, Martin Bright, lo resumi¨® as¨ª: "En un momento, el chico reportero debi¨® haber cruzado a Francia para combatir con los resistentes, haber ido a Inglaterra para ayudar en la lucha contra los nazis o, al menos, haber escondido a jud¨ªos. Pero Herg¨¦ prefiri¨® quedarse en B¨¦lgica y trabaj¨® en un diario colaboracionista". Herg¨¦ nunca dej¨® de trabajar en el peri¨®dico colaboracionista Le Soir bajo la ocupaci¨®n de B¨¦lgica por los nazis. Uno de sus compa?eros en el peri¨®dico fue el nazi belga L¨¦on Degrelle, que muri¨® pl¨¢cidamente en Espa?a, que le enviaba tebeos desde Estados Unidos. Como escribi¨® el experto Michael Farr, autor del estupendo ensayo Tint¨ªn y el sue?o de la realidad: "Fue una desgracia que este hombre, aunque indirectamente, tuviera algo que ver con la creaci¨®n de Tint¨ªn".
La vida personal de Herg¨¦ tambi¨¦n ha sido objeto de pol¨¦mica. Pierre Assouline le acusa de haber adoptado a un ni?o en los a?os cincuenta y de haberlo devuelto a las dos semanas porque no pod¨ªa soportarlo, algo que ha sido rotundamente negado por la familia del dibujante. Nunca quiso compartir la firma con Edgar P. Jacobs, el creador de Blake y Mortimer, pese a que le ayud¨® a dibujar alguno de los ¨¢lbumes m¨¢s conocidos en los a?os cuarenta. Todo ello sin hablar del colonialismo rancio que destila?Tint¨ªn en el Congo aunque un tribunal belga se neg¨®, sin embargo, a prohibirlo por racista como hab¨ªa pedido un demandante congol¨¦s.
Las ¨²ltimas pol¨¦micas han saltado por el f¨¦rreo control que la sociedad que atesora los derechos de Tint¨ªn, los Studios Herg¨¦, ejerce sobre cualquier producto relacionado con la serie. No se trata s¨®lo del precio disparatado que alcanza cualquier reproducci¨®n en resina de los objetos de Tint¨ªn, desde el ¨ªdolo de La oreja rota hasta el Cohete rojiblanco Viaje a la luna, sino de algunos indudables excesos de celo. Durante la presentaci¨®n del Museo Herg¨¦, en Louvain-la-Neuve, cerca de Bruselas, Nick Rodwell prohibi¨® a los periodistas filmar los originales en medio de una bronca monumental. "Fue muy criticado por la prensa, pero eso ya ha pasado", dijo la viuda de Herg¨¦, Fanny Rodwell, en una entrevista publicada en junio por Paris Match. "No creo que haya que cambiar nada. La imagen del personaje de Tint¨ªn debe ser protegida. Nick lo hace con rigor: tiene sus c¨®digos y hay que respetarlos".
En realidad, la ¨²nica manera de proteger la imagen de Tint¨ªn es leer sus ¨¢lbumes. Todas las historias anteriores desaparecen, las millonadas en las subastas, los derechos, la sospecha de colaboracionismo, y solo queda el tebeo mejor dibujado de la historia.
Babelia
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