Al carajo
A Susana de la Sierra hay que reconocerle conocimiento, sensibilidad y empe?o por reformar y avanzar en la nueva dimensi¨®n de la industria audiovisual
La dimisi¨®n de la m¨¢xima autoridad del Gobierno en pol¨ªtica cinematogr¨¢fica ayuda a ver el panorama desolador que deja esta legislatura. La incomparecencia de un ministerio espec¨ªfico dedicado a la cultura no trajo consigo una gesti¨®n profesional y menos ideol¨®gica e invasiva, sino tan solo el abandono. Resultaba casi indecente ver sostenerse en el cargo a quien no se le habilitaba para avanzar en ninguna decisi¨®n ni ninguna reforma. As¨ª que la dimisi¨®n era cuesti¨®n de tiempo y parad¨®jicamente llega tarde y es demasiado aislada al ¨¢rea de cine. Lo recomendable ser¨ªa una dimisi¨®n global de todo el equipo cultural. En un pa¨ªs cuyos ¨ªndices de fracaso escolar, alcoholismo prematuro y dependencia juvenil no hacen m¨¢s que crecer, resulta bochornoso comprobar c¨®mo se desprecia a quienes aspiran a desarrollar una carrera en las artes, j¨®venes colocados ante un tejido industrial destruido y con la ¨²nica opci¨®n de perseguir la vocaci¨®n desde la precariedad y el entusiasmo particular.
Sorprende que a estas alturas de legislatura, cuando la deuda del Estado con las productoras de cine se alarga en el tiempo, el ministro de Hacienda siga siendo el malo del chiste, al que se recurre para lavarse las manos de la propia responsabilidad de los cargos culturales ante presidencia. Es raro que las peque?as y medianas empresas, ahogadas por el incumplimiento estatal, no hayan acudido ya a los tribunales europeos, que es donde nuestro Gobierno est¨¢ recibiendo los varapalos correctivos en cada sentencia. Nadie comprender¨ªa en pa¨ªses como Francia, Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Corea, Jap¨®n o Brasil que la actividad cultural fuera despreciada y humillada cuando significa una de sus locomotoras del desarrollo.
Los que nos neg¨¢bamos a creer que un Gobierno pudiera actuar con inquina personalista o ceguera ideol¨®gica frente a un sector industrial tenemos que reconocer nuestro error de apreciaci¨®n. As¨ª, a Susana de la Sierra, la ya ex directora general de cine, hay que reconocerle conocimiento, sensibilidad y empe?o por reformar y avanzar en la nueva dimensi¨®n de la industria audiovisual. Pero, maniatada y amordazada, no le quedaba otra alternativa, ante una legislatura completa de inmovilidad y de af¨¢n por asfixiar la econom¨ªa de un sector, que mandar al carajo a quienes la nombraron.
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