Balanza
Con la publicaci¨®n de las balanzas fiscales o de los datos de consumo de medios nos damos cuenta de que cualquier dato necesita su interpretaci¨®n
La publicaci¨®n de las balanzas fiscales ha provocado reacciones en cadena, algo parecidas a cuando se publican los datos de consumo de los medios de comunicaci¨®n. Son esos pocos d¨ªas en que nos damos cuenta de que cualquier dato necesita su interpretaci¨®n correcta. Lo malo es que la interpretaci¨®n no responda a la franqueza, sino a la manipulaci¨®n a favor de intereses. Los datos son evidentes, reclaman una mejora del formato de financiaci¨®n auton¨®mica, pero no sirven para justificar los anhelos independentistas, pues los agravios son de bien distinto matiz en Catalu?a o Pa¨ªs Vasco. Los principios de solidaridad, que somos capaces de apreciar en la pol¨ªtica fiscal para particulares, ser¨ªa bueno que fu¨¦ramos capaces de apreciarlos como conjunto de poblaci¨®n y no tanto como conjunto de banderas.
La reducci¨®n del an¨¢lisis sobre territorios podr¨ªa llevarnos a reclamar una publicaci¨®n de balanzas entre barrios de una ciudad. No s¨¦ lo que pensar¨ªa un vecino de San Blas frente a los de la calle de Vel¨¢zquez. As¨ª que se trata de esmerarse por recuperar el valor de justicia y el r¨¦gimen compensatorio. Ni tienen raz¨®n los que reclaman la inmovilidad sagrada de lo existente, ni los que pretenden que todo se arreglar¨ªa con que me den a m¨ª lo m¨ªo que yo ya me lo gasto como quiero. Pero existe otra balanza mucho m¨¢s perversa y que tiene que ver con la salida de la crisis, que todos anhelamos, aunque algunos la quieran ver m¨¢s temprano y otros m¨¢s tarde en funci¨®n de sus intereses electorales.
Han confluido dos noticias de intensa significaci¨®n, quiz¨¢ aplastadas por el magma opinativo de las balanzas fiscales. Por un lado el mot¨ªn de pacientes en el hospital de Bellvitge, donde los usuarios insumisos protestan contra el desmantelamiento de los servicios de salud p¨²blica. La reducci¨®n presupuestaria tiene una incidencia directa sobre la protecci¨®n, el tiempo de espera y el acomodo hospitalario. Frente a ese acto ejemplar, hay una callada asunci¨®n de otro mal dato. Los 12.000 millones de euros que el Gobierno da por perdidos de las cuentas de todos en el salvamento y reflotaci¨®n de Catalunya Banc. Entre la estafa bancaria y la reducci¨®n de camas hay muchas personas, humilladas y aplastadas, en un juego de balanzas no suficientemente relacionado.
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