Philip
A partir de las visitas de Le Carr¨¦ al rodaje de la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de su novela 'El hombre m¨¢s buscado¡¯, el escritor crea un gran retrato del protagonista, fallecido en febrero
Calculo que, en total, pas¨¦ cinco horas hablando en persona con Philip Seymour Hoffman, como mucho seis. El resto del tiempo, durante el rodaje de El hombre m¨¢s buscado, me dediqu¨¦ a mezclarme con los dem¨¢s, a observarle en el monitor y decirle despu¨¦s que hab¨ªa estado estupendo, o a no decirle nada. Y ni siquiera eso pas¨® muchas veces: un par de visitas al plat¨® y un tonto papel sin di¨¢logo que me oblig¨® a dejarme una barba repugnante, cost¨® todo el d¨ªa rodar y produjo una imagen borrosa de alguien a quien agradec¨ª no reconocer. En el mundo del cine, seguramente no hay nadie que resulte tan superfluo como el autor del libro original en el rodaje de la pel¨ªcula basada en su texto, cosa que he aprendido a mi pesar. Alec Guinness me hizo el favor de pedir que me echaran del plat¨® en el que se filmaba la adaptaci¨®n de El topo para la BBC. Yo solo hab¨ªa querido irradiar la admiraci¨®n que sent¨ªa, pero Alec dijo que mis miradas eran demasiado intensas.
Ahora que lo pienso, Philip hizo el mismo favor a una amiga m¨ªa durante aquel rodaje de El hombre m¨¢s buscado en Hamburgo, una tarde del invierno de 2012. La mujer estaba de pie a unos 30 metros de ¨¦l, mirando y pasando fr¨ªo, como todos los dem¨¢s. Pero hab¨ªa en ella algo que a Philip le molest¨®, y pidi¨® que la echaran de all¨ª. Fue una reacci¨®n curiosa, curioso, casi clarividente y muy acertada, porque mi amiga es tambi¨¦n novelista, y puede ser m¨¢s intensa que nadie. Philip no lo sab¨ªa. Pero lo intuy¨®.
Muchos actores fingen ser inteligentes, pero Philip lo era de verdad: culto, polifac¨¦tico, art¨ªstico y brillante, con una inteligencia que te avasallaba
En retrospectiva, no deber¨ªa haberme sorprendido ese tipo de cosas en Philip porque, nada m¨¢s conocerle, su intuici¨®n destacaba de manera luminosa, igual que su inteligencia. Muchos actores fingen ser inteligentes, pero Philip lo era de verdad: culto, polifac¨¦tico, art¨ªstico y brillante, con una inteligencia que te avasallaba y te envolv¨ªa desde el instante en el que te cog¨ªa la mano, te rodeaba el cuello con su enorme brazo y plantaba su mejilla contra la tuya; o, si le daba por ah¨ª, te abrazaba como un ni?o grande y regordete, y luego se apartaba y sonre¨ªa encantado mientras estudiaba el efecto que te hab¨ªa causado.
Philip lo estudiaba todo, todo el tiempo. Era un esfuerzo doloroso y agotador, que probablemente acab¨® siendo su ruina. El mundo era demasiado reluciente para ¨¦l. Ten¨ªa que entrecerrar los ojos o morir deslumbrado. Como Chatterton, cuando tu ibas, ¨¦l ya estaba de vuelta, y, cada vez que ¨¦l desaparec¨ªa, no estabas seguro de que fuera a regresar, lo mismo que dec¨ªan, creo, del poeta alem¨¢n H?lderlin: que, cuando sal¨ªa de una habitaci¨®n, los que se quedaban ten¨ªan miedo de no volver a verle. Y si parece que es f¨¢cil decirlo a posteriori, no es as¨ª. Philip estaba quem¨¢ndose vivo delante de nuestros ojos. Era imposible vivir a aquel ritmo y aguantar mucho tiempo, y de vez en cuando ten¨ªa unos destellos sorprendentes de intimidad en los que necesitaba que lo supi¨¦ramos.
Ning¨²n actor me hab¨ªa impresionado tanto como me impresion¨® Philip en nuestro primer encuentro: ni Richard Burton, ni Burt Lancaster, ni siquiera Alec Guinness. Philip me salud¨® como si llevara toda la vida deseando conocerme, y sospecho que saludaba as¨ª a todo el mundo. Pero yo s¨ª que quer¨ªa conocerle a ¨¦l desde hac¨ªa tiempo. Su Capote me parec¨ªa la mejor interpretaci¨®n que hab¨ªa visto jam¨¢s en la pantalla. Sin embargo, no me atrev¨ª a dec¨ªrselo, porque con los actores, cuando se les dice qu¨¦ bien estaban en un papel de hace nueve a?os, siempre existe el peligro de que pregunten qu¨¦ han tenido de malo sus interpretaciones posteriores.
Lo que s¨ª le dije fue que era el ¨²nico actor estadounidense al que sab¨ªa capaz de interpretar a mi personaje George Smiley, un papel que encarn¨® por primera vez Alec Guinness en la versi¨®n de la BBC de El topo y hace unos a?os Gary Oldman para la gran pantalla; claro que, como buen brit¨¢nico, considero que Gary Oldman es uno de los nuestros.
Philip lo estudiaba todo, todo el tiempo. Era un esfuerzo doloroso y agotador, que probablemente acab¨® siendo su ruina
Quiz¨¢ record¨¦ tambi¨¦n que Philip, como Guinness, no era un gran amante en la pantalla, pero, por suerte, no necesit¨¢bamos preocuparnos por eso en nuestra pel¨ªcula. Si Philip ten¨ªa que coger a una chica en sus brazos, no sent¨ªamos el impulso de sonrojarnos y apartar la mirada como ocurr¨ªa con Guinness, pero era inevitable la sensaci¨®n de que estaba haci¨¦ndolo por el espectador, m¨¢s que por s¨ª mismo.
Los responsables de nuestra pel¨ªcula debatieron mucho si pod¨ªan hacer que Philip se acostase con alguien, y resulta interesante pensar que, cuando por fin propusieron una posibilidad, tanto ¨¦l como su pareja salieron corriendo. Solo cuando vieron a la magn¨ªfica actriz Nina Hoss a su lado comprendieron que estaban ante un peque?o milagro de fracaso rom¨¢ntico. En su papel, al que enseguida se dio m¨¢s importancia, Nina es una colega enamorada de Philip, su disc¨ªpula y mano derecha, y ¨¦l le rompe el coraz¨®n.
Era perfecto para Philip. Su papel de G¨¹nther Bachmann, un esp¨ªa alem¨¢n de mediana edad a la deriva, no permit¨ªa amores duraderos ni de ning¨²n otro tipo. Philip hab¨ªa tomado esa decisi¨®n desde el primer d¨ªa y, para dejarlo claro, llevaba a todas partes un ejemplar manoseado de mi novela ¡ª?qu¨¦ m¨¢s puede querer un autor?¡ª para enarbolarla ante cualquiera que quer¨ªa que hubiera m¨¢s sexo.
La pel¨ªcula El hombre m¨¢s buscado cuenta tambi¨¦n con Rachel McAdams y Willem Dafoe, y se estrena estos d¨ªas, con suerte, en alg¨²n cine de su ciudad [sali¨® el viernes en EE UU], as¨ª que empiecen a ahorrar para ir a verla. Se rod¨® casi por completo en Hamburgo y Berl¨ªn, y en su reparto figuran varios de los mejores actores de Alemania en papeles relativamente humildes, no solo la sublime Nina Hoss (Wir Sind Die Nacht, Barbara, etc¨¦tera), sino tambi¨¦n Daniel Br¨¹hl (Rush, Goodbye Lenin y otras).
Resulta dif¨ªcil escribir con objetividad sobre la interpretaci¨®n que hace Philip de ese hombre de mediana edad que va perdiendo el control o sobre c¨®mo perfila el rumbo de autodestrucci¨®n de su personaje
En la novela, Bachman es un agente secreto hasta arriba de drogas. Philip sab¨ªa algo de eso. Le han trasladado a su pa¨ªs desde Beirut despu¨¦s de perder su valiosa red de espionaje debido a la torpeza o algo peor de la CIA. Vive retirado en Hamburgo, la ciudad que alberg¨® a los conspiradores del 11-S. La secci¨®n regional de los servicios de inteligencia y muchos de sus ciudadanos viven a¨²n avergonzados por aquello.
La misi¨®n que se propone Bachmann es dar la vuelta a la situaci¨®n: no con equipos de secuestradores, torturas con agua y ejecuciones extrajudiciales, sino mediante la h¨¢bil penetraci¨®n e integraci¨®n de los esp¨ªas, utilizando el propio peso del enemigo para derribarlo y acabar desarmando el yihadismo desde dentro.
Durante una elegante cena con los responsables de la pel¨ªcula y los principales miembros del reparto, no recuerdo que Philip ni yo habl¨¢ramos mucho sobre el personaje concreto de Bachmann; hablamos m¨¢s en general, sobre cosas como la atenci¨®n y el cuidado que requieren los agentes secretos y el papel de gu¨ªas y consejeros que asumen sus jefes directos. Olv¨ªdate de los chantajes, dije. Olv¨ªdate de las bravuconer¨ªas. Olv¨ªdate de la falta de sue?o, la gente encerrada en cajas, las ejecuciones simuladas y otras t¨¦cnicas reforzadas. Los mejores agentes, esp¨ªas, soplones, informadores o como se quieran llamar ¡ªpontifiqu¨¦¡ª necesitan paciencia, comprensi¨®n y afecto. Me gustar¨ªa creer que le convenc¨ª con mi homil¨ªa, pero lo m¨¢s probable es que estuviera pensando si pod¨ªa usar alguna vez esa expresi¨®n espesa que adopto cuando estoy tratando de impresionar a alguien.
Resulta dif¨ªcil escribir con objetividad sobre la interpretaci¨®n que hace Philip de ese hombre de mediana edad que va perdiendo el control o sobre c¨®mo perfila el rumbo de autodestrucci¨®n de su personaje. Ten¨ªa un director, por supuesto. Y el director Anton Corbijn, un hombre tan culto y polifac¨¦tico como Philip, es maravilloso en muchos aspectos: fot¨®grafo de prestigio mundial, pilar de la escena musical contempor¨¢nea y objeto, ¨¦l mismo, de un documental. Su primera pel¨ªcula, Control, en blanco y negro, es emblem¨¢tica. En la actualidad est¨¢ rodando una pel¨ªcula sobre James Dean. Sin embargo, cuando le he visto trabajar, su talento creativo me ha parecido siempre introvertido y soberano. Creo que ¨¦l ser¨ªa el primero en reconocer que no es un dramaturgo te¨®rico ni sabe transmitir con elocuencia lo que piensa de la vida interior de un personaje. Philip ten¨ªa que mantener ese di¨¢logo consigo mismo, y deb¨ªa de ser un di¨¢logo macabro, lleno de preguntas como: ?en qu¨¦ momento exacto pierdo todo sentido de la moderaci¨®n? O ?por qu¨¦ insisto en seguir adelante con todo esto cuando, en el fondo, s¨¦ que no puede acabar m¨¢s que en tragedia? Pero la tragedia atra¨ªa a Bachmann, y a Philip, como las luces falsas a los barcos naufragados.
Hubo un problema con los acentos. Ten¨ªamos a unos actores alemanes muy buenos que hablaban ingl¨¦s con acento alem¨¢n. La opini¨®n general era, de forma un poco arriesgada, que Philip deb¨ªa hacer lo mismo. La primera vez que le o¨ª me chirri¨®. No conoc¨ªa a ning¨²n alem¨¢n que hablara ingl¨¦s as¨ª. Hac¨ªa algo raro con la boca, una especie de puchero. Parec¨ªa besar sus frases, m¨¢s que decirlas. Pero entonces, poco a poco, empez¨® a hacer lo que solo saben hacer los mejores actores. Consigui¨® que su voz fuera la ¨²nica aut¨¦ntica, la solitaria, la peculiar, la que te obligaba a depender de ella en medio de todas las dem¨¢s. Y cada vez que sal¨ªa de la escena, como cada vez que sal¨ªa su due?o, nos dejaba esperando su regreso con impaciencia y cada vez con m¨¢s inquietud.
Tardaremos mucho tiempo en conocer a otro Philip.
? David Cornwell, 2014
* El hombre m¨¢s buscado se estrena en Espa?a el 12 de septiembre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.