Por dentro
Espa?a se niega a mirarse adentro en esta crisis. Y sin embargo, no hay otra f¨®rmula para salir adelante
Espa?a es un pa¨ªs en v¨ªas de subdesarrollo, que ha vuelto a escuchar hablar este verano de hambre infantil y cartillas de racionamiento en comedores sociales. Los pa¨ªses en crisis se buscan adentro, como las personas en crisis se miran en el interior y buscan la ra¨ªz de la tristeza. Incluso recurren a la terapia para saber si el problema arranca en la relaci¨®n con el padre o en episodios de la infancia. Espa?a se niega a mirarse adentro en esta crisis. Y sin embargo, no hay otra f¨®rmula para salir adelante. Los esc¨¢ndalos que abruman a los ciudadanos, al descubrir que una parte sorprendentemente alta de sus organismos de poder estaban sucios y envilecidos por pr¨¢cticas corruptas, nacen de esa b¨²squeda interior, de ese revolverse hacia dentro de toda crisis.
No vamos a salir de ella con apa?os y medias mentiras. Con comunicados vacuos y negaciones de la realidad, con juicios fallidos a tramas que se nos venden como organismos aut¨®nomos de robo en lugar de imbricadas al coraz¨®n del partido o del poder. Salir mal de una crisis es imitar a esa mujer que corre a comprarse unos zapatos cuando se encuentra desamparada o ese hombre que decide conducir una moto de gran cilindrada porque siente un vac¨ªo interior, por recurrir solo a dos t¨®picos risibles. De ah¨ª que nuestros pol¨ªticos corran a arreglar la econom¨ªa creyendo que con eso lo arreglan todo, que ese consuelo basta para cerrar la herida.
Va a tener raz¨®n aquella mujer, Felicitas, que leyendo la prensa una ma?ana y en vista de tanta escandalera, se pregunt¨® en voz alta, pero ?ser¨¢ verdad tanta mentira? La salida de la crisis en Espa?a consiste en mirar lo que le estamos haciendo a nuestros j¨®venes. Negarles las vocaciones cient¨ªficas, art¨ªsticas o profesionales les condena a la huida al extranjero o a la huida hacia la macrodiscoteca con su alcohol y sus pastillas. Abrirse en canal es algo m¨¢s que salvar las cuentas, que tambi¨¦n urge, es preguntarse si estamos asentados sobre lo cierto, lo duradero, lo decente. Sabemos que siempre llega agosto como una tregua dorada y festiva. Pero en el v¨®mito de cada telediario este pa¨ªs arroja otro argumento para que nos decidamos a limpiarlo por dentro.
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