La juventud es cosa de arrugas
Los sexagenarios Pet Shop Boys reivindican su presente en una actuaci¨®n en Cap Roig
Son un oasis, la charca en medio de la t¨®rrida arena, la reserva y el espejo en el que mirarse cuando el tiempo arrincona la tersura. En un mundo que pretende ser rabiosamente juvenil como el de la m¨²sica pop, una pareja de sexagenarios pasa por encima de su edad como muestra de distancia sobre lo que pretendidamente ha de ser un artista pop. All¨ª donde otros s¨®lo alcanzan a ver juventud, Pet Shop Boys ven elegancia y clase, am¨¦n de una actitud y est¨¦tica que no les hacen parecer un par de viejales que quieren recuperar la perdida juventud disfraz¨¢ndose de manera estrafalaria. No, ellos no son j¨®venes, pero piensan m¨¢s en el futuro que muchos j¨®venes. No les hacen falta los 30 para estar lejos del ¨®xido. Ellos son la inteligencia del pop, las letras de personas que piensan, las melod¨ªas de aquellos artistas tocados por la facilidad compositiva, el espect¨¢culo de quien sabe que nunca, y menos en tiempos audiovisuales, un concierto puede ser s¨®lo una sucesi¨®n de canciones. Pet Shop Boys son espect¨¢culo, el espect¨¢culo pop por antonomasia.
Pasaron por Cap Roig presentando con peque?as variedades el espect¨¢culo que estrenaron en el S¨®nar 2013, y sin ser el mejor de los que han desplegado, un montaje de Tennant y Lowe sigue siendo un canto a la elegancia y sofisticaci¨®n. Una suerte de persiana de lamas que ocultaba luces situadas tras ella y que al mismo tiempo al cerrarse ofrec¨ªa espacio para las proyecciones era el atractivo central del show. El resto fueron los propios Pet Shop Boys, sus vestuarios, el hieratismo de Lowe, r¨ªase usted del de Manel, unas vedettes al lado del teclista del grupo, y una pareja de bailarines tocados con m¨¢scaras que generaban cierta inquietud. Con eso basta. Con eso y un repertorio que se renueva de gira en gira dejando los cl¨¢sicos reducidos a un ramillete de canciones que podr¨ªan ser decenas y articular dos repertorios completos de grandes ¨¦xitos. Pero una caracter¨ªstica de los j¨®venes no es nadar en los logros, sino luchar por conseguir nuevos. Eso, entre otras cosas, hace j¨®venes a esta pareja de sesentones. Ni sus capirotes, ni sus trajes anaranjados, ni sus vestidos erizados con puntas que les asemejaban a minas marinas, ni sus americanas plateadas. Todo eso son formas y si no responden a una intenci¨®n es cuando pueden ser s¨®lo rid¨ªculas formas de vestir, est¨¦ticas huecas, moda atolondrada.
Es m¨¢s, la forma que tienen Pet Shop Boys de concebir su directo provoca que la noci¨®n misma de tocar en directo resulte casi irrelevante. De entrada porque la primera canci¨®n, Axis, ya es un videoclip que suena sin ellos en escena. Despu¨¦s porque la aportaci¨®n de Lowe en los teclados no parece pasar de un par de fraseos mel¨®dicos, e incluso cuando el m¨²sico se ausenta, con un paso forzadamente exento de glamour, las piezas siguen sonando con total normalidad.
La voz de Tennant, por su parte, est¨¢ tan doblada por s¨ª mismo que parece que canten tres o cuatro tennants para reforzar ese aire de distante nostalgia, pel¨ªn aristocr¨¢tica, que evoca toda la m¨²sica del grupo, incluida la m¨¢s bailable. Pero ?y qu¨¦ m¨¢s da?, en el mundo de iron¨ªas del grupo, el origen de lo que suena es un detalle menor, nada relevante en t¨¦rminos de una autenticidad que como concepto suena trasnochado, demasiado antiguo para unos m¨²sicos de 60 a?os.
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