Monumentos, corrupciones y consuelos
Sobre el legado cultural de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, el legado de corrupci¨®n de Pujol y el advenimiento de Kundera
?Quieren saber cu¨¢l es uno de los m¨¢s importantes estudios de historia cultural publicados en los ¨²ltimos tres a?os? No lo duden: ah¨ª tienen los tres vol¨²menes colectivos y minuciosamente editados de La Instituci¨®n Libre de Ense?anza y Francisco Giner de los R¨ªos: nuevas perspectivas, m¨¢s de 2.000 p¨¢ginas (45 euros, una ganga) de reflexi¨®n y an¨¢lisis acerca de la mayor realizaci¨®n cultural y educativa del liberalismo espa?ol m¨¢s creativo. En la obra, coeditada por la Fundaci¨®n Francisco Giner de los R¨ªos, la propia ILE, Acci¨®n Cultural Espa?ola y la Residencia de Estudiantes, se recogen textos de los m¨¢s importantes estudiosos de la instituci¨®n y el periodo; el primer tomo est¨¢ dedicado a las relaciones de la ILE con el poder pol¨ªtico, desde la Restauraci¨®n hasta el franquismo; en el segundo se analiza la influencia del krausismo en Espa?a y el papel esencial de la ILE y de sus padres fundadores (Giner, Azc¨¢rate, Coss¨ªo, Rueda, entre otros) en la cultura espa?ola de los siglos XIX y XX, especialmente en la preparaci¨®n de lo que ser¨¢ la Edad de Plata; el tercero recoge una extensa antolog¨ªa de textos (de 1861 a 1949) de autores espa?oles y extranjeros sobre la instituci¨®n y sus realizaciones. Jos¨¦ Garc¨ªa Velasco, coeditor de la obra, responsable del volumen antol¨®gico y autor de un extenso y documentado art¨ªculo sobre la ¡°descendencia¡± intelectual de Giner, ha sido uno de los principales impulsores de este libro singular. Por lo dem¨¢s, no es esta obra el ¨²nico monumento levantado en torno a la ILE. En la calle del General Mart¨ªnez Campos ¡ªcontempor¨¢neo, por cierto, de la primera andadura de la instituci¨®n¡ª y en el mismo lugar en que estuvo el anterior, se alza el nuevo edificio que la realojar¨¢, una original estructura dise?ada por los arquitectos Cristina D¨ªaz Moreno y Efr¨¦n Garc¨ªa Grinda, de la que ¡ªay¡ª s¨®lo puede contemplarse la ins¨®lita fachada, a la que casi todos los d¨ªas echo un admirado vistazo. Mis topos me dicen que todav¨ªa no hay dinero para poner punto final y amueblar los interiores, de manera que la inauguraci¨®n sigue retras¨¢ndose.
Corrupciones
Vaya asquito: hemos escuchado ad nauseam el mantra de que no todos los pol¨ªticos son iguales. Y sabemos que es cierto, pero hay que reconocer que nos lo han puesto dif¨ªcil. La corrupci¨®n y la impune chuler¨ªa de los rastacueros de la pol¨ªtica afecta a casi todos los ¨¢mbitos de la sociedad: en la derecha y en la izquierda, pocos partidos se libran de tener a alguno de los suyos entre rejas o en entredicho. Ah¨ª tienen, por ejemplo, lo del muy honorable y sus emprendedores xiquets, de los que cada d¨ªa nos enteramos de un nuevo prodigio, hasta el punto de que, o¨ªdas ahora, las declaraciones del patriarca de la tribu a Jordi ?vole (2012) se me antojan uno de los mayores monumentos a la hipocres¨ªa y al cinismo la historia de la democracia. Mientras los mirmidones del pujolismo siguen empe?ados en que el esc¨¢ndalo es un asunto "privado", a mi turbada cabeza acude la prof¨¦tica advertencia de Miqueas (2, 1-2), el m¨¢s combativo de todos los profetas menores (ojo, "menor" s¨®lo en el sentido en que Marlowe lo es de Shakespeare), cuando clamaba: "Ay de los que piensan iniquidad y de los que fabrican el mal en sus camas, y cuando viene la ma?ana lo ponen en obra, porque tienen en su mano el poder. Y codiciaron las heredades y rob¨¢ronlas; y casas y tom¨¢ronlas". De modo que hago m¨ªa la consigna de Xi Jinping, el l¨ªder comunista que gobierna el mayor estado capitalista (la vida es una sorpresa) del planeta, y exijo que en este asunto caigan tambi¨¦n moscas y tigres. Claro que algunos siguen pensando que mostrar indignaci¨®n contra la colla corrupta es s¨ªntoma de anticatalanismo: un chantaje de la misma especie (mutatis mutandis) que el que ejercen los jud¨ªos cuando llaman "antisemitas" o "malos jud¨ªos" a los que protestan por sus empecinadas matanzas de palestinos (a Chomsky, por ejemplo). Por cierto, de entre la enorme bibliograf¨ªa sobre el conflicto judeo-palestino, perm¨ªtanme que llame su atenci¨®n sobre un par de libros escritos por sendos israel¨ªes que llegar¨¢n a las librer¨ªas espa?olas el pr¨®ximo oto?o y han cosechado excelentes cr¨ªticas all¨ª donde han sido publicados: La ocupaci¨®n (Cr¨ªtica), de Ahron Bregman, y Mi tierra prometida, de Ari Shavit (Debate).
Insignificancias
Cuando, deprimido por la sensaci¨®n de pringue que me producen las noticias de corruptelas y masacres, ya estaba a punto de ponerme a practicar balconing desde el sexto piso de mi casa, cay¨® en mis manos La f¨ºte de l¡¯insignificance, de Milan Kundera (Gallimard, 15,90 euros), y las brumas suicidas se fueron diluyendo en el placer que me ha proporcionado una de las m¨¢s inteligentes y reconfortantes novelas breves que he le¨ªdo este a?o. Y es que se trata de un Kundera casi de manual, con sus t¨ªpicos estilemas, con su habitual mezcla de ficci¨®n y realidad, de seriedad e iron¨ªa, de distorsiones temporales, y con una estructura tan libre e imprevisible como el propio autor. Cuatro personajes principales y otros que no lo son tanto vehiculan el pensamiento sobre la insignificancia de ese fil¨®sofo sabio, a la vez melanc¨®lico y sonriente, en que parece haberse convertido el escritor checo (que en 1995 renunci¨® a escribir en su lengua). Hay que aprender a amar la significancia porque est¨¢ presente por doquier "incluso all¨ª donde nadie puede verla: en los horrores, en las luchas sangrientas, en las peores desgracias" y hasta en Stalin. La fiesta de la insignificancia la publicar¨¢ en septiembre Tusquets. Su traductora es Beatriz de Moura, amiga del autor desde hace a?os y ahora presidenta de honor de la nueva editorial (¡°asociada¡±, prefiere decir) del grupo Planeta.
Cubana
Leo ¡ªcon retraso¡ª el R¨¦quiem habanero por Fidel (Alfaguara) la ¨²ltima ¡ªy, para m¨ª, la mejor, aunque no la m¨¢s personal¡ª novela de J.?J. Armas Marcelo, cuya pasi¨®n (y no s¨®lo literaria) por La Habana y, en general, por la cubanidad es bien conocida de sus lectores. Su nueva novela est¨¢ construida en torno al torrencial, desordenado y crepuscular mon¨®logo de Walter Cepeda, antiguo coronel de los servicios de seguridad del Estado y casi el ¨²ltimo verdadero creyente en Fidel como encarnaci¨®n y s¨ªmbolo de la Revoluci¨®n, y que ahora, cuando le roen el alma el desencanto y la soledad, ejerce como esp¨ªa de poca monta conduciendo un destartalado taxi por las calles habaneras. En el soliloquio de Cepeda se pasa revista, con mayor o menor intensidad y diferentes registros an¨ªmicos, a acontecimientos y personajes que, en su momento, conmocionaron sus convicciones, como les pas¨® a otros muchos entusiastas del socialismo caribe?o. Pero lo importante no es s¨®lo lo que piensa Cepeda del mundo en el que ha envejecido, sino lo que dice de s¨ª mismo, de su inicial entusiasmo y de su actual acabamiento. Y el modo en que lo dice: Armas Marcelo (que se dedica un breve cameo ir¨®nico) conoce bien ¡ªporque le fascinan¡ª los recovecos del habla habanera, algo que aprendi¨® no s¨®lo de poner la oreja, sino de su amigo Cabrera Infante, a quien dedica el libro y al que he recordado a menudo durante la lectura de esta novela.
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