¡°Cuba ser¨¢ lo que quiera ser si nos sueltan un poco las manos¡±
El pianista V¨ªctor Rodr¨ªguez interpreta en Santander a tres cl¨¢sicos de la m¨²sica cubana
¡°A los cubanos nos sobran ideas¡±, afirma el pianista V¨ªctor Rodr¨ªguez (La Habana, Cuba; 1961), que ha defendido con serenidad la identidad cultural de su pa¨ªs en Santander, donde interpretar¨¢ en una clase maestra abierta al p¨²blico a los compositores Saubell, Cervantes y Lecuona, tres referentes de su m¨²sica nacional. Rodr¨ªguez, premio especial a la maestr¨ªa art¨ªstica en el concurso Chaikovski de 1986, ha hablado del coraz¨®n sobre la t¨¦cnica, de la m¨²sica como veh¨ªculo de emociones y, especialmente, del libre albedr¨ªo individual y colectivo: ¡°Creo que establecer un modelo propio es un derecho que algunos pa¨ªses nos han negado a veces¡±, se?ala. ¡°Cuba ser¨¢ lo que quiera ser si nos sueltan un poco las manos¡±.
Si quiero malabarismos me voy al Circo del Sol. Quiero que la m¨²sica sirva para expresar".?
Seg¨²n Rodr¨ªguez, los tres compositores elegidos reflejan precisamente la idiosincrasia y esencia cubana. ¡°Es un repertorio muy interesante, representativo de una manera de ser y de hacer¡±, asegura. ¡°Son como Alb¨¦niz y Falla aqu¨ª en Espa?a¡±. De Saumell, nacido en 1817, transcendieron sus contradanzas, piezas r¨¢pidas y alegres, una especie de miniaturas pian¨ªsticas. ¡°Sintetizan una visi¨®n del mundo. Encierran un universo sonoro muy rico¡°, explica. ¡°Para Saumell la contradanza fue su taller de creaci¨®n¡±. En 1847 naci¨® Cervantes, al que atribuye una mayor elaboraci¨®n arm¨®nica. ¡°Tuvo una formaci¨®n muy s¨®lida, estudi¨® en Par¨ªs y Cuba. La expresi¨®n est¨¢ m¨¢s acabada¡±. Cierra el tr¨ªo Lecuona, nacido en 1895 y quiz¨¢ el m¨¢s famoso y difundido fuera de Cuba, autor de obras universales como Malague?a y La Comparsa. ¡°A ¨¦l se le hizo justicia. Era un eterno viajero, pudo mostrar sus ideas. Es un emblema musical¡±.
Rodr¨ªguez sit¨²a la emoci¨®n por encima del virtuosismo cuando le plantean el divorcio entre la t¨¦cnica pian¨ªstica y el contenido. ¡°Si quiero malabarismos me voy al Circo del Sol¡±, cuenta divertido. ¡°Siempre habr¨¢ alguien que toque m¨¢s r¨¢pido, o m¨¢s fuerte. A m¨ª me interesa que la m¨²sica sirva para expresar¡±. Los alumnos de su curso, Grandes compositores cubanos de los siglos XIX y XX, tocar¨¢n con ¨¦l en el recital. A ellos les insta a huir de las mec¨¢nicas. ¡°No llevan a buen puerto, o llevan a un extra?amiento, a una actitud distante que como oyente no prefiero¡±, opina. ¡°Al final depende de lo que cada uno busque. Si algo no me hace vibrar pierdo el inter¨¦s¡±.
La gente que solo vive para el concurso est¨¢ en un error. Son un mal necesario".?
El cubano, residente en Portugal, tambi¨¦n tuvo palabras para los concursos de pianistas, cert¨¢menes a veces controvertidos por sus criterios de calificaci¨®n. ¡°Son un mal necesario. Todos los artistas queremos darnos a conocer, hacer carrera, no estar dentro de una torre de marfil¡±, afirma, pero advierte del lugar al que se puede caer: ¡°La gente que solo vive para el concurso est¨¢ en un error, cada vez m¨¢s lejos de sus esencias. A algunos les hace da?o. Si son verdaderos, se encuentran a s¨ª mismos, pero tambi¨¦n hay que tener la madurez para metabolizar un fracaso¡±.
Rodr¨ªguez, que estar¨¢ hasta el viernes tocando el piano en la Men¨¦ndez Pelayo de Santander, tira tambi¨¦n una broma agridulce: ¡°En Cuba disfrutamos de cosas como el deporte, de un paseo, de la m¨²sica. No nos dicen por la tele que champ¨² comprar¡ Si encuentras champ¨² ya est¨¢ bien¡±.
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