La grieta m¨¢s profunda del Gran Ca?¨®n
La posible construcci¨®n de un telef¨¦rico en la reserva india junto al Parque Nacional del Colorado divide a los navajo
El lugar se llama The Confluence. Hay que mirar muy a la derecha en un mapa del Gran Ca?¨®n del Colorado para darse cuenta de que, al Este, hay un afluente llamado Little Colorado, que se junta con el r¨ªo principal en este punto. Uno de los r¨ªos es rojo o verde, seg¨²n ¨¦pocas. El otro, azul. El lugar donde se juntan se puede contemplar desde una cornisa a un kil¨®metro de altura. El paisaje, como en casi cualquier punto del Parque Nacional del Gran Ca?¨®n, corta la respiraci¨®n.
Para llegar aqu¨ª hay que conducir una hora y media desde Flagstaff, Arizona, la ciudad m¨¢s grande que hay cerca del Parque. Hay que entrar en la reserva india de la Naci¨®n Navajo, una carretera desierta en una planicie en la que, de vez en cuando, se ven puestecitos de bisuter¨ªa india. Desde un punto llamado The Gap, hay que conducir otra hora y media m¨¢s, en un todoterreno, hacia el oeste, por un camino imposible. De pronto, el suelo se acaba y aparece The Confluence. Un lugar m¨¢gico al que nadie puede llegar, a no ser que emplee un d¨ªa entero y lleve consigo un GPS profesional, encuentre a un indio navajo que sepa y quiera llegar hasta all¨ª. Solo se puede ver desde el aire durante unos segundos con un vuelo tur¨ªstico en helic¨®ptero.
The Escalade promete hasta 3.500 empleos directos para los locales
Eso puede cambiar en tres a?os si las cosas le salen bien a Lamar Whitmer, un promotor que ha puesto sobre la mesa un plan para convertir este lugar en un centro tur¨ªstico. Whitmer quiere construir aqu¨ª un funicular, el ¨²nico en todo el Parque, que llevar¨ªa a los turistas desde la cornisa hasta la orilla del r¨ªo. Se llamar¨¢ Grand Canyon Escalade. En sus planes, hay una pasarela por la que pasear y una cantina en la que tomar algo y ver el Ca?¨®n desde abajo. Arriba, alojamiento, restaurante y un centro de interpretaci¨®n. Una carretera de 41 kil¨®metros a trav¨¦s de la planicie facilitar¨¢ el acceso. Quiere empezar a construir en 2015 y verlo terminado en 2017. ¡°Es econ¨®micamente y ecol¨®gicamente sostenible¡±, aseguraba el pasado mi¨¦rcoles en su oficina de Flagstaff, rodeado de mapas.
En esta zona, a un lado del r¨ªo es Parque Nacional, protegido desde hace 96 a?os, y el proyecto es implanteable. Pero al otro es terreno navajo, soberano. Durante 50 a?os, debido a una disputa territorial entre los indios navajo y los indios hopi, en el ¨¢rea no se pudo construir. Los pocos habitantes de la planicie no pod¨ªan ni arreglar sus casas. La consecuencia fue la despoblaci¨®n casi completa y una miseria profunda, incluso en t¨¦rminos de la deprimida naci¨®n navajo. Pr¨¢cticamente no vive nadie. Esa limitaci¨®n se levant¨® en 2009, y fue cuando empezaron los planes. Whitmer promete al Gobierno navajo entre el 8% y el 18% de los beneficios, seg¨²n la afluencia, m¨¢s un m¨ªnimo del 13% de impuestos.
Eunice Tso, ge¨®loga, nativa de la Naci¨®n Navajo y socia del proyecto, dice que gracias a The Escalade ¡°los navajo se llevar¨¢n un trozo del pastel de la industria del turismo¡±. La reserva est¨¢ rodeada por parques nacionales. ¡°Este podr¨ªa ser un punto de entrada de turismo de toda la zona¡±. Whitmer asegura que en cuesti¨®n de un mes el proyecto completo ser¨¢ presentado en el Consejo Navajo, el m¨¢ximo ¨®rgano de la reserva, para su debate y aprobaci¨®n. Est¨¢ seguro de tener la mayor¨ªa. The Escalade cuenta con el apoyo entusiasta de la autoridad local.
Pero hay quien no piensa permitirlo. Renae Yellowhorse es una mujer navajo de 52 a?os que defiende que la construcci¨®n acabar¨¢ con el modo de vida tradicional de la poca gente que ha sobrevivido a las dificultades en ese p¨¢ramo durante generaciones. Asegura que es ¡°el lugar m¨¢s sagrado¡± de los indios de la zona. La confluencia del r¨ªo Colorado y el Little Colorado ¡°es el sitio de donde venimos, lo primero que vemos al nacer¡±. Dice que no se opone al desarrollo, sino a que se haga precisamente ah¨ª. ¡°Tiene que haber otras opciones que no sean hacer un tren hacia el centro de nuestro lugar m¨¢s sagrado¡±.
El promotor quiere empezar a construir en 2015 y terminar el telef¨¦rico en 2017
El constructor, Lamar Whitmer, asegura que ¡°no hay nada en los archivos hist¨®ricos que diga que es un lugar sagrado. Ni para los navajo ni para los hopi. Pueden decirlo, pero no est¨¢ escrito en ning¨²n sitio¡±. Las autoridades hopi, una especie de reserva dentro de la reserva navajo, tambi¨¦n han expresado su oposici¨®n al proyecto.
Quiz¨¢ no est¨¦ por escrito, pero la historia del nacimiento en la confluencia de los dos r¨ªos es tradici¨®n oral de los navajo. Yellowhorse, graduada en una escuela de negocios, cuenta historias de sus deidades ocurridas en ese lugar m¨¢gico. La de la Mujer Cambiante, que parti¨® desde all¨ª hacia el mar a encontrarse con su marido el Sol. O la historia de la Mujer Sal, que a¨²n vive all¨ª abajo. En esta tradici¨®n, el r¨ªo Colorado es mujer y el Little Colorado es hombre. ¡°Donde confluyen naci¨® la vida¡±, explica Yellowhorse. Otros navajo, sin embargo, aunque reconocen estas historias aseguran que el lugar sagrado en realidad est¨¢ unos kil¨®metros retirado del punto donde se quiere construir.
A Yellowhorse la acompa?a en su lucha Delores Wilson-Aguirre, quien ense?a en su tableta fotos de su familia en sitio en los setenta, para demostrar que tiene derechos sobre esa tierra. Asegura que desde el principio se le han ocultado los detalles del proyecto y no se ha contado con ellos. Whitmer lo niega.
Jason Nez, arque¨®logo navajo de 37 a?os, se opone al proyecto y lo explica as¨ª: ¡°Es como si yo voy a tu casa y digo que voy a construir un aparcamiento en tu jard¨ªn. T¨² lo pagas y yo te doy una parte de los beneficios. Han dejado fuera la democracia, la participaci¨®n ciudadana y la diplomacia¡±. Cree que hay otras alternativas. ¡°En el futuro, quiz¨¢ se pueda hacer bien, hacer ecoturismo con n¨²meros limitados. Pero sin construir una monstruosidad ni mancillar un lugar sagrado. Esto ni siquiera es ¡®t¨®malo o d¨¦jalo¡¯, es solo ¡®t¨®malo¡±.
Frente a ellos, las autoridades locales de la zona navajo donde se quiere construir ven una oportunidad para que en la reserva haya, por primera vez, puestos de trabajo en el turismo. El ¨ªndice de pobreza por estas tierras supera el 50%. Los ingresos medios son de 17.000 d¨®lares al a?o (unos 12.700 euros) frente a los 47.000 de Arizona. El desempleo oficial, registrado, supera el 24%. El informal es mucho m¨¢s alto. La mayor¨ªa de los que tienen empleo en la reserva trabajan para el Gobierno navajo. Los dem¨¢s trabajan fuera, a gran distancia en coche, o venden artesan¨ªa. Hay 350.000 navajo registrados. Unos 200.000 viven en la reserva. En la zona cercana al Ca?¨®n, 700. Renea Yellowhorse cuenta que, desde que se gradu¨® hace 30 a?os gracias a una beca, nunca ha tenido un trabajo en la reserva.
Es una batalla legal, y tambi¨¦n espiritual y de conservaci¨®n de la naturaleza
El Ca?¨®n del Colorado es una grieta de entre 1 y 1,5 kil¨®metros de profundidad y unos 16 kil¨®metros de media de una cornisa a otra, a 2.000 metros de altitud. El Parque Nacional del Gran Ca?¨®n, la zona protegida a su alrededor, abarca 433 kil¨®metros de recorrido del r¨ªo Colorado. La superficie del parque, 4.900 kil¨®metros cuadrados, es casi como la comunidad aut¨®noma de La Rioja. Lo m¨¢s emocionante del Ca?¨®n es que es distinto seg¨²n el punto desde el que se mire, o incluso el mismo punto, a distintas horas. Pero para el turista medio, que visitar¨¢ este lugar quiz¨¢ una vez en su vida, es inabarcable. En el a?o 2012 lo visitaron 4,4 millones de personas. Solo 14.000 pidieron los permisos para pasar la noche en el campo. La inmensa mayor¨ªa pasar¨¢ all¨ª solo unas horas y no saldr¨¢ de la peque?a zona de hoteles y restaurantes.
The Escalade ser¨ªa la primera alternativa seria a los actuales servicios del parque. Promete entre 2.000 y 3.500 empleos directos para los navajo. La perspectiva seduce a la autoridad local y a parte de los vecinos. Delores Wilson-Aguirre reconoce el malestar con todo este asunto: ¡°Han dividido a las comunidades y a las familias. Gente que se saludaba todos los d¨ªas ya no lo hace¡±. Yellowhorse pide que hagan el proyecto ¡°en el terreno de la gente que vive en otros sitios y est¨¢ a favor de esto¡±.
Esta oposici¨®n, que se cifra en unas 30 personas, es la que encuentra The Escalade dentro de los navajo. Pero las voces contra el proyecto tambi¨¦n han llegado de fuera. Kevin Dahl, director para Arizona de la Asociaci¨®n para la Conservaci¨®n de los Parque Nacionales, clama contra esta ¡°idea horrible¡±. ¡°Es el peor lugar posible. Es un lugar remoto, donde no hay agua y es sagrado para los navajo, los hopi y los zuni¡±, asegura. Dahl adem¨¢s cree que el las fronteras entre el Parque Natural y la reserva no est¨¢n claras. En algunos mapas, el l¨ªmite del parque llega hasta la cornisa del otro lado, por lo que no se podr¨ªa construir en la orilla del r¨ªo. Arriba es navajo, abajo es federal. En cualquier caso, promete dar la batalla en los tribunales: ¡°Los denunciaremos¡±.
¡°La gente ha pensado en un funicular para el Gran Ca?¨®n durante 100 a?os y siempre ha sido rechazado¡±, defiende Dahl. Cuando se le hace notar que otras partes del Parque s¨ª se han desarrollado, responde que ¡°dos errores no hacen un acierto¡±. Adem¨¢s, por principio, ¡°dar acceso f¨¢cil a la naturaleza salvaje hace que deje de ser naturaleza salvaje. Hay muchos sitios donde yo no puedo llegar, pero quiero que los dejen como est¨¢n¡±. A principios de julio, el propio director del Parque Nacional dijo a la prensa que el proyecto del funicular era ¡°una amenaza¡± para el parque.
Lamar Whitmar rechaza todos los argumentos legales contra su proyecto: ¡°No nos dan miedo ni las autoridades del parque ni los opositores. No tienen raz¨®n¡±.
Entre los navajo que presionan a favor del proyecto est¨¢n el expresidente del Gobierno aut¨®nomo y las autoridades locales. Perry Slim, el presidente local, cree que las protestas les han dado publicidad y ahora tienen m¨¢s inversores interesados en hacer cosas. Asegura que obtendr¨¢n la mayor¨ªa en el Consejo Navajo en un mes.
Brian Kensley, gestor de la provincia donde se encuentra el proyecto, conduc¨ªa el pasado jueves por la ma?ana su todoterreno hacia The Confluence. Iba por un camino de tierra sin principio ni fin que ¨¦l llama ¡°ruta india 6133¡±. Kensley lleva a?os dise?ando un plan de desarrollo econ¨®mico para este lugar, por eso da la bienvenida al funicular. ¡°Primero desarrollo, luego casas, luego servicios¡±, es su plan a largo plazo. Con ¨¦l iba su hija de 21 a?os, Autum, que es madre de una ni?a de cuatro. ¡°Me gustar¨ªa saber cu¨¢l es el plan de esta gente [los opositores] para esta zona. Porque aqu¨ª hay problemas reales, no hay trabajo, ni casas, ni infraestructuras, ni seguros m¨¦dicos¡±. Para Kensley, el ¨¢rea de The Confluence se puede compartir con el mundo entero y seguir siendo sagrado. ¡°Acabo de leer que el a?o pasado el Gran Ca?¨®n gener¨® 800 millones de d¨®lares [unos 600 millones de euros]. ?Y nosotros? Queremos una parte de ese pastel Queremos una vida mejor¡±.
El conflicto, como el Ca?¨®n, tiene mil caras y niveles. Es una batalla legal, pero tambi¨¦n espiritual y de conservaci¨®n de la naturaleza. Es una batalla pol¨ªtica y entre tribus. Tambi¨¦n una cuesti¨®n de supervivencia de una comunidad muy pobre. Entre medias, mucho dinero potencial, pero los inversores no van a entrar en el proyecto hasta que todo est¨¦ un poco m¨¢s claro.
Mientras, la familia de Yellowhorse se pregunta qui¨¦n contar¨¢ esas historias de la Mujer Cambiante y la Mujer Sal, cuando el lugar que ella considera la cuna de sus antepasados sea un parque tem¨¢tico con lista de espera. Y muchos navajo como Brian Kensley se preguntan si, por primera vez, sus hijos pueden aspirar a vivir de un trabajo en su propia tierra.
Evocaciones musicales y cinematogr¨¢ficas
La abismal panor¨¢mica del coche de las fugitivas Thelma y Louise arroj¨¢ndose con las manos enlazadas por el vac¨ªo del Gran Ca?¨®n del Colorado ahond¨®, en 1991, en la idea de que este paraje del Oeste norteamericano es algo m¨¢s que una impresionante postal tur¨ªstica: es la puerta directa a otro mundo.
Ese mismo a?o, Lawrence Kasdan estrenaba Grand Canyon, pel¨ªcula sobre un grupo de residentes en Los ?ngeles cuyas vidas encerraban un fatal vac¨ªo: de fondo, el s¨ªmbolo de este paisaje rojo, seco y vertiginoso.
El Ca?¨®n del r¨ªo Colorado es, junto al Monument Valley (que se lleva la palma como gran paisaje m¨ªtico del cine estadounidense), el escenario perfecto para pel¨ªculas de aventuras de diverso pelaje (de Misi¨®n Imposible II a la serie MacGyver) o de historias donde hombre y naturaleza busca su comuni¨®n: de la m¨ªtica road movie Easy Rider al terrible relato Hacia rutas salvajes, de Sean Penn.
El equipo de la primera versi¨®n de El planeta de los simios (1968) sufri¨® las dificultades de trabajar en este paraje y la legendaria escena inicial de 2001 Una Odisea del Espacio (Stanley Kubrick) se benefici¨® de este misterioso gigante.
Pero antes de todos ellos, un joven cuyo perfil a caballo se acabar¨ªa confundiendo con el mismo desierto de Colorado, John Wayne, debutaba en La gran jornada, de Raoul Walsh (1930), cabalgando entre los paisajes y grutas del Gran Ca?¨®n.
Para defender la pureza del country, el g¨¦nero musical de Norteam¨¦rica por excelencia, dec¨ªa Johnny Cash que se trataba de una m¨²sica apegada a la tierra, que formaba parte del paisaje, que lat¨ªa con las estampas de la rica y variada naturaleza estadounidense. Cash grab¨® en 1961 uno de los primeros discos conceptuales de la m¨²sica popular en homenaje al Gran Ca?¨®n. A trav¨¦s de cuidadas sinfon¨ªas, sin ninguna incursi¨®n vocal, The Lure of the Grand Canyon recrea los sonidos y las evocaciones de la enorme garganta del r¨ªo Colorado durante todo un d¨ªa, desde el amanecer hasta la puesta de sol. La potente voz del m¨²sico s¨®lo se deja o¨ªr en la ¨²ltima pista para narrar lo que supone "una expedici¨®n por esta maravilla".
Pero Cash no fue la ¨²nica gran figura del country en rendir tributo a este icono norteamericano. Varios m¨²sicos lo han hecho pero conviene destacar a Roy Rogers, rutilante estrella del country y del cine entre los a?os 30 y los 60, al que se conoc¨ªa como el Rey de los Cowboys, quien le dedic¨® una emotiva balada incluida en la pel¨ªcula Grand Canyon Trail.
Ninguna voz capt¨® ese bienestar que produce ese impresionante paisaje como la de la deliciosa Jackie DeShannon. Con ese aire de pop melanc¨®lico, Grand Canyon Blues se incluy¨® en la reedici¨®n remasterizada y con pistas extras del fabuloso ¨¢lbum Jackie.
Las ¨²ltimas grandes aportaciones residen en los neoyorquinos The Magnetic Fields, que asociaron las vistas desde el Ca?¨®n con la p¨¦rdida del amor en su destacad¨ªsimo disco 69 Love Songs, y en los sure?os Drive By Truckers, puntales del rock de ra¨ªces norteamericano, que escribieron Grand Canyon en homenaje a Graig Lieske, amigo y miembro del personal de gira del grupo. Esta composici¨®n ha terminado por ser todo un himno de la experiencia que supone visitarlo. "Vimos a las rocas cambiar de color y a las sombras bailar¡ dejamos a nuestros esp¨ªritus hablar en silencio con las cascadas y condujimos a trav¨¦s del desierto¡ Pensar¨¦ en el Gran Ca?¨®n y se me dibujar¨¢ una sonrisa".
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