Peluquer¨ªa
La peluquera tiene su televisor en lo alto de su taller enorme, como un garaje. A esta hora est¨¢n dando una tertulia del coraz¨®n en Telecinco y es media ma?ana; una mujer acaba de arreglarse el pelo, ella se apresta a arreglar a un hombre. All¨¢ arriba, en ese limbo de lodo, hablan de una familia que se ha ido descomponiendo; al griter¨ªo de los contertulios la mujer le pone ruido de tijeras y sonidos aclaratorios. Lo que ha pasado, dice, es que esta familia ten¨ªa mucho dinero y poco a poco se lo ha ido fogueando.
?Fogueando? S¨ª, lo han ido haciendo humo; ya se sabe, la droga, la noche. El muchacho, informa la peluquera, se lo ha gastado todo. En la discusi¨®n aparecen las im¨¢genes de una muchacha casi adolescente; ¡°ella es¡±, suena la voz en off de la peluquera, ¡°la hija adoptada¡±. ?sta, contin¨²a la mujer de las tijeras, ha tenido m¨¢s cabeza; es la chica adoptada, y ha salido buena. La pausa que hace le permite volver a las tijeras, y en ese sonido insistente sobre el pelo se cuela una enviada especial, que la cadena ha mandado a informar sobre lo que ocurre con la tan mentada chiquilla. La noticia es que tiene novio, se ha enamorado, y la enviada especial ha recibido ¨®rdenes de que est¨¦ en la puerta de la finca donde vive la adolescente enamorada. De nuevo se paran las tijeras y vuelve el clic de la voz de la peluquera. En este momento est¨¢ enamorada, ya veremos ma?ana, y ya veremos qu¨¦ hace con el dinero que les queda. Porque el padre en la c¨¢rcel, el hermano en la droga...
A la peluquera le llama la atenci¨®n que entre de nuevo la enviada especial, y es que es una noticia a la que la cadena le da su contrapunto de urgencia: a la periodista le han dicho desde la finca que se vaya de all¨ª, pero los que mandan sobre la noticia le dicen que aguante. En el plat¨® aplauden la decisi¨®n. Claro que s¨ª, aguanta, ya saldr¨¢.
A la peluquera se le antoja que tendr¨ªan que hacer otra cosa en lugar de meterse en las cosas de las personas. El cliente le dice que, de todos modos, tanto ella como ¨¦l han estado all¨ª, tan ricamente, mirando ese cotilleo mientras ella lo descargaba de la pelambrera. Ah, pues es verdad, dijo la peluquera. Es que a lo tonto a lo tonto te quedas enganchada. Como media Espa?a, le digo. Eso es, como media Espa?a. Ya la peluquera termin¨® el trabajo. Parec¨ªa ocio.
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