Como si Cristo (o Jos¨¦ Tom¨¢s) se hubiera quedado en carpintero¡
El torero dej¨® ver en la pasada feria de M¨¢laga que es due?o de una gracia sobrenatural

Quien haya tenido la oportunidad de ver a Jos¨¦ Tom¨¢s en la pasada feria de M¨¢laga quiz¨¢ haya sentido en su alma esa mezcolanza extra?a de un chispazo de felicidad y una aguda sensaci¨®n de vac¨ªo. No es f¨¢cil disfrutar con un toreo tan hondo, tan puro, y saber que el due?o de esa gracia sobrenatural tiempo ha que desisti¨® de su genialidad para vivir como un humano m¨¢s.
Y no hay derecho; para un aficionado a los toros resulta incomprensible que Jos¨¦ Tom¨¢s decida por su cuenta lidiar solo tres o cuatro corridas al a?o. Lo tendr¨¢ -el derecho- como ser humano, pero no como artista.
Como artista pertenece a todos los que han tenido la dicha de embelesarse con un torero de leyenda; como artista no se pertenece a ¨¦l mismo, sino a un universo de privilegiados que han aparecido por este mundo para hacer real y visible la pureza.
Pero Jos¨¦ Tom¨¢s, incomprensiblemente, ha preferido ser un extraterrestre y encerrarse en su planeta de Estepona, a a?os luz del mundo exterior, donde vive, ama y seguro que ser¨¢ feliz.
Los desventurados son la legi¨®n de seguidores que ha sufrido, ha sido feliz y se ha emocionado con una forma ¨²nica de interpretar el toreo. Desventurados porque Jos¨¦ Tom¨¢s los ha abandonado a su suerte.
Y despu¨¦s de M¨¢laga, ?qu¨¦? Quiz¨¢ toree alguna corrida m¨¢s este a?o, -bien podr¨ªa recalar en la feria del Pilar de Zaragoza-, pero su traje de luces no se desgastar¨¢ mucho por ahora. ?Volver¨¢ alguna otra vez a ser quien fue? Parece probable que no.
La temporada pr¨®xima cumplir¨¢ 20 a?os de alternativa, tiene el cuerpo cosido a cornadas, -qui¨¦n sabe si la muy grave herida de Aguascalientes le sigue pasando factura-, ha formado su propia familia, las canas se abren paso entre la negrura de su cabellera, y los pr¨®ximos que cumpla ser¨¢n los 40. Da la impresi¨®n de que la carrera de Jos¨¦ Tom¨¢s est¨¢ hecha; si no concluida, s¨ª consumada. Quiz¨¢, un d¨ªa no lejano espacie a¨²n m¨¢s sus apariciones, y, de pronto, entre la sorpresa de todos, se vista de luces en una plaza port¨¢til para regocijo de algunos incondicionales.
Pero lo cierto es que tras su actuaci¨®n en M¨¢laga queda una sensaci¨®n extra?a de dolor, de p¨¦rdida, de congoja, de vaciedad¡ Y, por encima de todo, de incomprensi¨®n.
Parece un caso cl¨ªnico este de Jos¨¦ Tom¨¢s; el de un ser humano que se ha rebelado contra su propio destino y ha decidido no ser quien es, o, al menos, no reconocerse como tal ante los dem¨¢s.
Naci¨® para ser un elegido, un artista de ¨¦poca, y ha huido de s¨ª mismo con verdadera desesperaci¨®n. Ha roto por decisi¨®n propia el orden natural de las cosas, y ha firmado un pacto con el diablo para tomar un camino diferente al que la historia le ten¨ªa reservado.
De ah¨ª, quiz¨¢, su lejan¨ªa del mundo, su mutismo premeditado, su car¨¢cter extra?o y esquivo, su seriedad cong¨¦nita, su mirada concentrada¡
Jos¨¦ Tom¨¢s vino a este mundo para ser un revolucionario del toreo, y as¨ª se ha mostrado, pero prefiere ser un simple padre de familia vecino de Estepona.
Es como si Cristo -perm¨ªtase la hip¨¦rbole- se hubiera empe?ado en seguir la senda de su padre y convertirse en carpintero, en lugar de llevar a cabo su misi¨®n hist¨®rica. ?Pues vaya chasco¡! Como si Picasso hubiera preferido la brocha gorda a los pinceles.
Ser¨ªa bueno que se reunieran expertos que indaguen en su alma y escruten sus motivaciones; o, en todo caso, que el torero done su interior a la ciencia para que, en el futuro, se conozca el mecanismo del esp¨ªritu que permite a un hombre hacer dejaci¨®n de su cometido en la tierra.
Sea como fuere, Jos¨¦ Tom¨¢s est¨¢ en deuda con todos sus seguidores. A todos les debe muchas tardes de gloria; porque a todos y a cada uno de ellos les ha robado una parte de su coraz¨®n.
Que siga siendo feliz en Estepona; que aparezca cuando quiera para hacer caja y aumentar la congoja y la impotencia de los suyos. Pero que sepa Jos¨¦ Tom¨¢s que es un renegado contra s¨ª mismo y contra todos.
Que contin¨²e el misterio, si as¨ª lo desea, encerrado en su galaxia del sur; volveremos a verlo cuando, movido por un ramalazo inexplicable, decida mirar, aunque solo sea por un instante, un traje de luces.
Mientras tanto, ah¨ª queda ese vac¨ªo que deja quien se niega a ser quien de verdad es.
En dos palabras, que Jos¨¦ Tom¨¢s es la prueba m¨¢s cierta de que el ser humano es un misterio insondable.
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