El silencio de los verdugos
El director de ¡®The act of killing¡¯ lleva a Venecia su vuelta al genocidio indonesio
Movi¨® el ¨¢rbol, y algunos frutos cayeron, pero no todos. Indonesia sufri¨® un genocidio entre 1965 y 1967, cuando los militares y sus adl¨¢teres asesinaron a un mill¨®n de personas acus¨¢ndolas de comunistas. Un cineasta tejano, Joshua Oppenheimer, se ha convertido en la voz de aquellos sin voz; no solo las v¨ªctimas sino tambi¨¦n sus familiares, y con el documental The act of killing hizo tambalearse los cimientos del Gobierno indonesio. ¡°La pel¨ªcula se estren¨®, tuvo gran repercusi¨®n, hubo tanto proyecciones p¨²blicas como privadas e incluso por Internet. El Gobierno se dio por no enterado¡ hasta que lleg¨® la candidatura al Oscar. Y entonces en un comunicado asegur¨® que sab¨ªa que lo ocurrido de septiembre de 1965 a finales de 1967 hab¨ªa sido malo, un gran error, pero que cre¨ªa en avanzar y dejar atr¨¢s las heridas. Esa nota fue hist¨®rica porque por primera vez las autoridades no hablaban de la matanza como de algo heroico, tal y como se ense?a hasta en los colegios¡±, asegura el cineasta. Finalmente, The act of killing no gan¨® el premio de Hollywood, pero Oppenheimer sinti¨® que a¨²n le quedaba algo por contar.
Y ese algo se vio ayer en el concurso de la Mostra de Venecia, se titula The look of silence y supone otro pu?etazo a la conciencia de Indonesia. ¡°Por ahora no ha habido reacci¨®n de las autoridades. L¨®gico, porque la remat¨¦ hace dos d¨ªas y solo se ha visto aqu¨ª¡±. Si en The act of killing el cineasta retrataba a los g¨¢nsteres que perpetraron las matanzas, llegando alguno de ellos a encarnar a las v¨ªctimas en unas secuencias, en The look of silence confronta a los asesinos con los familiares de los ejecutados gracias a la bonhom¨ªa de Adi Runkun, un ¨®ptico cuyo hermano fue asesinado en aquel genocidio. Oppenheimer ha vivido casi una d¨¦cada en Indonesia, donde ya no puede entrar tras ser declarado persona non grata por el Gobierno. Demasiado tarde para detenerle, porque la mayor parte de The look of silence se rod¨® en 2012, aunque ¡°los v¨ªdeos en los que los verdugos contaban sus haza?as¡± los film¨® ¡°entre 2003 y 2005¡±.
Asesinos y familiares de ejecutados
Oppenheimer retoma ese estilo po¨¦tico para crear planos bell¨ªsimos de los lugares de la masacre, en concreto de la orilla del r¨ªo Serpiente, donde el hermano de Adi fue ajusticiado junto a miles de personas. El m¨¦todo lo explican los verdugos ante las c¨¢maras con las mismas risas heladoras y bromas siniestras que ya aparec¨ªan en The act of killing: llevaban a sus v¨ªctimas en camiones hasta la ribera, les apaleaban camino de la orilla y all¨ª les cortaban la cabeza y los tiraban al agua. Hoy nadie come pescado de ese r¨ªo. Hubo algunos que lograron escapar, y el caso del hermano de Adi fue a¨²n m¨¢s siniestro. Sajado de arriba abajo, cogi¨® sus intestinos, carg¨® con ellos y huy¨® hasta la casa de sus padres, donde le volvieron a apresar al d¨ªa siguiente las patrullas de la muerte. Su padre perdi¨® los dientes por el miedo y se fue quedando ciego. Su madre confiesa que si no se volvi¨® loca es porque dos a?os m¨¢s tarde naci¨® Adi. Hoy el progenitor es un esqueleto andante, sordo y ciego que, seg¨²n su esposa, supera los cien a?os. ¡°El miedo ha atenazado a las v¨ªctimas. Y hoy mucha gente a¨²n asegura que no ocurri¨® nada. Adi, al que conoc¨ª hace una d¨¦cada, es una prueba andante porque la muerte de su hermano supuso su g¨¦nesis. Es enfermizo que nadie hable de lo ocurrido, y lo bueno de Adi es que no tiene miedo porque no vivi¨® aquellos a?os¡±.
A su lado en Venecia est¨¢ Adi Runkun. Se ha mudado a miles de kil¨®metros de su pueblo natal con toda su familia ¡°a la b¨²squeda de una oportunidad para sus hijos, para que accedan a mejores colegios y que nadie les relacione con las antiguas v¨ªctimas¡±, cuenta el cineasta. ¡°Agradezco que se haya jugado el tipo. Bueno, ¨¦l y todos mis colaboradores, que por seguridad no pueden ser nombrados, y que son parte de mi familia¡±. Como ocurr¨ªa en su anterior trabajo, los t¨ªtulos de cr¨¦dito est¨¢n sembrados de ¡°an¨®nimos¡±. Los conductores o los asistentes de producci¨®n no est¨¢n identificados. Si The act of killing estaba confirmada en la direcci¨®n por Oppenheimer, Christine Cynn y un an¨®nimo, en The look of silence repiten el tejano y el an¨®nimo. "Desgraciadamente, a¨²n no ha llegado el momento del cambio".
Runkun visita a algunos de los verdugos de su hermano o a sus familiares. Una hija empieza a re¨ªr nerviosa cuando su padre, sentado a su lado, confirma su carnicer¨ªa. La viuda de otro, al final del metraje, dice no saber nada de las barbaridades de su marido, a pesar de que este escribi¨® y dibuj¨® un libro de macabra meticulosidad. Sus hijos se enfadan. Runkun se mantiene calmado. Oppenheimer estalla, saca el ordenador y muestra a la familia un v¨ªdeo de 2003 con el matrimonio y otro verdugo alardeando. La viuda implora a Joshua en nombre de su amistad que pare. Los v¨¢stagos gritan. Runkun aguanta callado. ?l no quiere venganza. En Venecia explica: ¡°Quise que supieran que lo sab¨ªamos y que les perdon¨¢bamos para seguir viviendo en la misma comunidad, y quiero de verdad que esto acabe¡±.
El cineasta ahonda: ¡°Veo en los verdugos dos miedos. Miedo al conocimiento p¨²blico de sus actos y a las demandas de justicia, y miedo a c¨®mo vivir¨¢n consigo mismos al salir a la luz su pasado¡±. Pero avisa: esto es cine. ¡°No s¨¦ si la gente cambiar¨¢. El cine es intervenci¨®n, por mucho que parezca un documental entra la artificialidad en la imagen, y la gente, aunque haga de s¨ª misma, se est¨¢ interpretando¡±. Hay diferencias pol¨ªticas entre sus dos trabajos: ¡°Cuando los indonesios ven The act of killing descubren c¨®mo la mentira ha calado de arriba a abajo en su sociedad. The look of silence muestra lo que pasa por abajo, ve c¨®mo se corrompe a¨²n hoy hasta a los ni?os en el colegio. Adi vale como modelo de reconciliaci¨®n para ambos bandos. No busca la venganza. Y solo habr¨¢ reconciliaci¨®n con cambios pol¨ªticos que nacer¨¢n de cambios sociales¡±.
Oppenheimer no puede m¨¢s. No ser¨¢ el Claude Lanzmann del genocidio indonesio. ¡°Me ha llevado diez a?os contar esta historia y ya la he soltado, me he dejado ir. Los miembros del equipo son mi familia pero tengo que moverme y avanzar en la vida¡±. En manos de los indonesios queda seguir meneando el ¨¢rbol de la impunidad.
Babelia
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