¡®Desveranear¡¯
Hay personas que cuando vuelven de las vacaciones a su ciudad, a¨²n se pasan un par de semanas caminando con chancletas por el asfalto, llevando en el metro esas camisas floreadas que vest¨ªa con impunidad en la playa y luciendo las pulseritas del veraneo en la oficina. Igual que desaparece el bronceado, desaparecen esos disfraces de vacaciones, que resultan algo rid¨ªculos cuando se arrastran en la vida cotidiana. Es triste cuando ese rasgo tan humano de no acertar a ubicarse de manera r¨¢pida en las nuevas condiciones afecta tambi¨¦n a los medios. Desgraciadamente no hay tiempo para prolongar el veraneo informativo. Durante esa pereza vacacional es m¨¢s f¨¢cil colar la manipulaci¨®n grosera, as¨ª que a toda prisa nos toca desveranear.
Si nos fijamos con atenci¨®n, descubriremos que el verano es la estaci¨®n del a?o donde m¨¢s gente se muere. Unos dicen que es por el calor, otros porque al acabar el curso escolar se reproduce la costumbre de acabar tambi¨¦n con el curso vital. Pero es preferible no sacar conclusiones precipitadas que los datos no avalen. Lo cierto es que el verano es la estaci¨®n perfecta para hacer la guerra. Lo hemos vuelto a ver los d¨ªas pasados, desde Ucrania a Gaza y hasta los desiertos fronterizos de Siria e Irak. El buen tiempo parece animar a los generales, y en el otro campo de batalla de cualquier guerra, que es el de la percepci¨®n p¨²blica de esa guerra, se extiende una relajaci¨®n sorprendente. Vaya, qu¨¦ matanza tan tremenda, me dar¨¦ otro ba?ito en la piscina, parece resumir al espectador medio.
Es imposible hacerse ilusiones y contemplar la guerra como fen¨®meno estacional que terminar¨¢ con la vuelta al trabajo. Tenemos unas irrefrenables ganas de matarnos los unos a los otros y siempre se encuentran excusas estupendas durante todo el a?o. Pero no est¨¢ de m¨¢s apreciar la sabrosa capacidad del verano para convertir en protagonistas de la guerra a los manifiestos, las recogidas de firmas, las declaraciones de unos y de otros y dejar en segundo plano a los muertos, los escudos humanos y los exiliados y desplazados masivos. Volver a ver los efectos de la indignidad de los l¨ªderes pol¨ªticos y religiosos sobre las personas es como volver a casa tras las vacaciones.
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