Diente de oro
All¨¢ por donde pasa la MTV hay dinero, popularidad, fama, pero la m¨²sica quedar¨¢ en los retazos, detenida en los juncos de esa riada de videoclips
No creo que exista mejor expresi¨®n del mercado de la m¨²sica contempor¨¢nea que los 18 minutos de actuaci¨®n y tributo que los premios de la MTV concedieron a Beyonc¨¦ en su pasada edici¨®n. La cadena de televisi¨®n que transform¨® la percepci¨®n musical ha significado para algunos que la nalga sea un instrumento musical m¨¢s trascendente que la guitarra o los teclados. Para otros ha sido sencillamente la ejecutora del trasvase de todo lo art¨ªstico hacia el espect¨¢culo visual. Pero nos olvidamos de que lo m¨¢s interesante siempre sobrevive en las cunetas, en las laderas, en la ribera del r¨ªo caudaloso. All¨¢ por donde pasa la MTV hay dinero, popularidad, fama, pero la m¨²sica quedar¨¢ en los retazos, detenida en los juncos de esa riada de videoclips.
El n¨²mero de Beyonc¨¦ contuvo la milimetrada precisi¨®n de los mejores descansos de la Superbowl y la apoteosis est¨¦tica de un pasillo de tragaperras en el mejor casino de Las Vegas. El espect¨¢culo visual fue una falla reconvertida en un medley, como se dice en los ambientes cosmopolitas, o un popurr¨ª de grandes ¨¦xitos entre el resto de espa?oles. El talento vocal de la artista se consume en un repertorio esclavo de la moda. Las canciones inmortales tampoco abundan, pero en su trayectoria ha alcanzado suficiente capacidad para imaginarte lo que ser¨ªa con un piano afinado en un teatro silencioso. Las bailarinas de menor estatura que la solista se suman a la coreograf¨ªa de barra de striptease, que es ya un paso tan com¨²n como el relev¨¦.
La culminaci¨®n es la salida del marido con la hija en brazos, las l¨¢grimas ante el premio bautizado con el nombre de Michael Jackson, y la destilaci¨®n final de las convenciones del amor y la vida matrimonial ante amantes furtivos que aplauden sumisos. Previamente, para frenar cualquier cr¨ªtica sobre la explotaci¨®n de t¨®picos, se introducen unos minutos de bailarines sometidos a la mujer/autoridad y unas frases feministas sobreimpresionadas, con lo que el gazpacho re¨²ne ya todos los tropezones correctos. El error est¨¢ en mirar esos 18 minutos con prejuicios. Son la exhibici¨®n del oro que antes caracterizaba a los artistas de fortuna. Son una enunciaci¨®n, el m¨¢s asequible paseo para un marciano alrededor de la cumbre musical de sus contempor¨¢neos humanos.
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