La invenci¨®n de El Griego de Toledo: arte y oficio
La segunda gran exposici¨®n que albergar¨¢ el Museo de Santa Cruz de Toledo por el cuarto centenario de la muerte del artista abrir¨¢ el martes; re¨²ne 92 obras procedentes de Alemania, Reino Unido, EE UU, M¨¦xico, Rep¨²blica Checa y Suiza
En este taller toledano, a lo largo de los ¨²ltimos a?os de su vida, Domenico Theotocopulos pasa de ser uno de los grandes pintores de su tiempo a convertirse en el genio universal que ya todos llamamos El Greco. Un caso ¨²nico de evoluci¨®n art¨ªstica en la historia de la pintura.
Una asombrosa capacidad para aprender de todo lo que ve y mejorarlo, una ¨²nica obsesi¨®n en su vida, pintar. Llega a un punto de madurez en el que sabe que es un grand¨ªsimo pintor que ya no necesita el oficio, pintar mejor. Lo que necesita es ser ¨²nico. Esa es la epifan¨ªa que se revela en el taller toledano.
El largo viaje de un excelente pintor de iconos en su Creta natal, que pronto adivina los l¨ªmites del g¨¦nero y desembarca en Venecia para aprender de los pintores occidentales. Tiene 26 a?os, ninguna formaci¨®n art¨ªstica e incluso desconoce las pinturas al ¨®leo. En un par de a?os aprende todo del oficio y en dos m¨¢s pinta tan bien como su maestro Tiziano y es tan innovador como Tintoretto. Va a Roma, que se est¨¢ convirtiendo en el gran centro de arte europeo. La Contrarreforma impulsa la transici¨®n del renacimiento al barroco, un mundo efervescente con un cabeza de fila como Caravaggio. La vieja disputa florentina sobre la primac¨ªa, dissegno o colore, entre el dibujo o el color, se salda con un triunfo absoluto de este ¨²ltimo. Domenico ser¨¢ ya en adelante un gran maestro del color.
En Roma ha aprendido no solo todo sobre la pintura, sino sobre el mercado de la pintura. El comercio del arte est¨¢ tomando ya forma definitiva, los talleres de los artistas pasan a ser proveedores de im¨¢genes para una extensa burgues¨ªa culta que dispara la demanda. De nuevo Domenico ha encontrado su techo en Roma. Le llega informaci¨®n alentadora sobre Espa?a, la posibilidad de encargos para la gran obra de El Escorial y de pinturas importantes para la catedral de Toledo.
Aparece en la ciudad con 36 a?os, en 1577, ¡°con grande cr¨¦dito, en tal manera que dio a entender no hab¨ªa cosa en el mundo m¨¢s superior que sus obras¡±, seg¨²n Jusepe Mart¨ªnez. El artista que se sabe superior sin falsa modestia. Y que est¨¢ dispuesto a pelear por ello, como demuestra en el pleito con el Cabildo. Acostumbrado al aprecio italiano por los artistas, comprueba con asombro que su status espa?ol es el de cortesanos y sus patronos les tratan como tales, algo que ¨¦l nunca admitir¨¢.
A Felipe II no le gusta su Martirio de San Mauricio y la catedral de Toledo le cierra sus puertas. Entonces decide abrir un taller con el modelo italiano: un espacio de producci¨®n art¨ªstica. Estamos ya en el n¨²cleo de ¨¦sta soberbia exposici¨®n, comisariada por Leticia Ruiz, conservadora del Museo del Prado. A lo largo de cuatro brazos de una gran cruz griega, con un montaje sobrio de refinada elegancia que permite apreciar el artesonado de Santa Cruz, se desarrollan cuatro relatos que van confrontando temas, versiones del taller, reducciones y r¨¦plicas bajo la tutela de algunas de las grandes obras que les sirven de referencia. La evoluci¨®n de los retratos de San Francisco en un gran pa?o, que enfrenta al de las versiones de las Magdalenas, la logia que contrapone dos apostolados, el retablo de retablos que permite entender la compleja relaci¨®n entre el espacio, las arquitecturas de maderas y los lienzos.
El formato medio y peque?o de los cuadros, que permite una visualizaci¨®n ¨ªntegra desde corta distancia, y el montaje secuencial, permiten apreciar el modo de pintar en esta ¨²ltima etapa, tan ins¨®lito como eficaz, a trav¨¦s de capas suaves de color que se van superponiendo sobre el fondo inicial, rojos densos, grises y marrones casi negros. Hay que ser muy sabio y estar muy seguro para que a partir de ah¨ª comiencen a aparecer las formas, moldeadas suavemente sin contornos precisos por sus azules, amarillos y verdes, rematadas a veces casi con violencia por polvos de minio en bruto.
Una aportaci¨®n reveladora y apasionante. Las reducciones, lienzos de peque?o formato, pintados por El Greco, agrupadas por temas, que constitu¨ªan el show room donde los clientes hacia sus encargos con las variaciones necesarias; el tama?o, el colorido, ciertas disposiciones, incluso los marcos. Un aut¨¦ntico cat¨¢logo de temas y modos, que luego en el taller, adaptaban al pedido del cliente. El taller mantuvo siempre una gran productividad gracias a sus principales ayudantes, el italiano Francisco Preboste, que ten¨ªa incluso poderes de Domenico para todo tipo de asuntos; su hijo Jorge Manuel, que prolong¨® la actividad del taller ya muerto El Greco y Trist¨¢n. El modo de trabajo y el propio taller se muestran en un interesante audiovisual. Una tan inmensa productividad, al margen de las grandes obras incontestables hace muy complejas las atribuciones y explican como todav¨ªa no existe un Cat¨¢logo definitivo.
Esta exposici¨®n muestra la secuencia de por qu¨¦, con toda raz¨®n, el genio de Domenico ser¨¢ reconocido en todo el mundo y en la historia del arte, como El Greco de Toledo.
Alberto Coraz¨®n es dise?ador y pintor
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