La rodilla
Ana Botella anunci¨® su renuncia a seguir de alcaldesa anticip¨¢ndose quiz¨¢ a la decisi¨®n dentro de su propio partido
Yolanda Ramos participa en la tertulia de mujeres de Telecinco titulada Hable con ellas. De la mujer, los ejecutivos televisivos suelen querer tan solo lo m¨¢s superficial y epid¨¦rmico; por eso es un lujazo contar con alguien que posee millas de experiencia vital, gracia y sabidur¨ªa de calle como Yolanda Ramos. Ejerciendo ahora labores adyacentes a su profesi¨®n de c¨®mica, es una contertulia a menudo surrealista y particular, lo cual es todo un elogio. Pero en la ¨²ltima emisi¨®n mostr¨® la herida de la rodilla causada por un tropez¨®n en plena Gran V¨ªa madrile?a. La ca¨ªda fue debida, por supuesto, al mal estado de las aceras. Para cualquiera que pasea por los barrios de referencia en Madrid es un esc¨¢ndalo el estado del firme, pero Yolanda Ramos lo supo contar desde la primera persona sin escatimar la incomprensi¨®n hacia un asunto que va a costarle lesiones a demasiada gente como limitarlo a unas risas.
Es solo una an¨¦cdota m¨¢s en este mandato de Ana Botella, que anunci¨® su renuncia a seguir de alcaldesa anticip¨¢ndose quiz¨¢ a la decisi¨®n dentro de su propio partido. Ser¨ªa injusto culpar a la primera alcaldesa de Madrid, que por desgracia no se someter¨¢ a ninguna elecci¨®n ni para llegar al cargo ni para abandonarlo, de estos males cotidianos de la ciudad. En gran medida se ha limitado a gestionar un presupuesto raqu¨ªtico, sumergido en una deuda may¨²scula por la acci¨®n de su predecesor, ahora uno de los adalides mundiales de la austeridad, los recortes y hasta las tasas para acceder al derecho a la justicia. Incluso los jalones m¨¢s negativos del mandato de Botella, desde la gesti¨®n del Madrid Arena hasta el fracaso ol¨ªmpico, nac¨ªan de un modo de operar equivocado que ven¨ªa de muy atr¨¢s.
En las aceras madrile?as el problema mayor es la equivocada elecci¨®n de materiales y las limitaciones para costear los servicios de mantenimiento. Hay dinero para otras medidas menos comprensibles como cambiar todos los parqu¨ªmetros. El estado del arbolado tambi¨¦n pide a gritos cierta responsabilidad, la misma que se le obligar¨ªa a asumir a un ciudadano sobre su edificio propio o su jard¨ªn. Y as¨ª se termina esta triste historia que empez¨® en la rodilla herida de una de las mujeres m¨¢s divertidas de Espa?a.
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