La historia m¨¢s grande (y peque?a) jam¨¢s contada

Despu¨¦s de que una pitonisa les haya le¨ªdo, con indolencia, el futuro en las l¨ªneas de la mano, Jesse reflexiona ante Celine, en Antes del amanecer(1995), sobre el catastr¨®fico futuro profesional de los adivinadores si estos explicaran realmente la verdad a sus clientes. Jesse imagina la decepci¨®n de una anciana a la que una adivinadora le dijese: ¡°Ma?ana y todos los d¨ªas que le quedan ser¨¢n iguales a este, una tediosa sucesi¨®n de horas. Y en su vida no habr¨¢ nuevas pasiones, nuevas ideas, ni nuevos viajes. Y cuando muera usted caer¨¢ en el olvido m¨¢s completo¡±.

Estas palabras encuentran un eco singular en una secuencia clave de Boyhood, obra magna de Richard Linklater, autor de filmograf¨ªa demasiado heterog¨¦nea y aparentemente dispersa como para haber consolidado la posici¨®n de excelencia que este trabajo reclama con sobrado merecimiento. Ocurre casi al final de la pel¨ªcula, cuando el protagonista (Ellar Coltrane, a quien hemos visto crecer en pantalla desde los seis a?os de edad) abandona el hogar familiar y su madre (Patricia Arquette), tras una dolorosa constataci¨®n (¡°Nunca pens¨¦ que te iba a resultar tan f¨¢cil marcharte¡±), entona un conmovedor lamento sobre la fugacidad de la vida y, tambi¨¦n, su falta de argumento. Sus palabras son una glosa perfecta de la propia pel¨ªcula, aunque el cineasta no comparta el mismo ¨¢nimo que ese personaje.

Mucho se ha hablado sobre la excepcionalidad del proyecto ¡ªrodado a lo largo de 12 a?os con los mismos actores, centr¨¢ndose en la infancia e ingreso en el umbral de la madurez de su protagonista¡ª, pero lo interesante es la relaci¨®n entre ese ambicioso planteamiento y un tono que conjura toda tentaci¨®n de trascendencia para centrarse en la aleatoriedad del instante, en el paso de un tiempo no entendido como fuerza de erosi¨®n, sino como espacio para la construcci¨®n de una identidad. La transparente escritura visual de Linklater y su maestr¨ªa en el arte de la s¨ªntesis reviven el concepto baziniano del cine como arte de la temporalidad y convierte a sus personajes en figuras transitorias como las que, en Antes del amanecer, contemplaba Celine en el cartel que anunciaba una exposici¨®n de Seurat.