Europa se atreve con las series
La ambici¨®n de los guiones es la base de las producciones brit¨¢nicas, n¨®rdicos o italianos
![Mireille Enos, protagonista de la versi¨®n americana de 'The killing'](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/JOVY6NHCYZBUD7NRKL22QUNE54.jpg?auth=6f39e9db93f550a15d3a1474dbe5e76f7a2f363cf8010a639e63fb22fdb1b235&width=414)
No hace demasiado tiempo, el peso de la ficci¨®n televisiva europea en el mundo (concretamente, en el hemisferio norte) era insignificante. Algunos productos, especialmente brit¨¢nicos, cruzaban ocasionalmente la frontera ayudados por una lengua com¨²n: as¨ª algunos culebrones ingleses se ve¨ªan con agrado en los pa¨ªses de la Commonwealth y los habitantes de Reino Unido disfrutaban de cosas como Vecinos (que en Espa?a emitieron las auton¨®micas), una serie de donde salieron ¡ªentre otros¡ª Kylie Minogue y Guy Pearce.
Sin embargo, quiz¨¢ por el empuje de la televisi¨®n moderna y eso que denominan ¡°la aldea global¡±, la ficci¨®n continental se lanz¨® a conquistar el mundo. Brit¨¢nicos aparte (de ellos hablaremos luego), los daneses, los suecos, los italianos y hasta los alemanes han alcanzado en el ¨²ltimo lustro un nivel de excelencia televisiva impensable hasta hace unos a?os. Probablemente fueron los n¨®rdicos, comi¨¦ndose el mercado ingl¨¦s con Forbrydelsen (m¨¢s conocida como The killing), The bridge y Borgen, los que primero demolieron ese muro invisible que parece separar los acantilados de Dover del coraz¨®n de la vieja Europa.
The killing, una serie policiaca que cosech¨® tal ¨¦xito en su pa¨ªs natal (Dinamarca) que de los 12 cap¨ªtulos previstos para su primera temporada pasaron a 20, y los jers¨¦is que luc¨ªa su protagonista (la impresionante Sofie Gr?b?l) se convirtieron en un superventas, hablaba de un asesinato concebido como un laberinto donde el Minotauro es extremadamente resbaladizo: ¡°La ambici¨®n de los guiones fue el punto clave del ¨¦xito. Estoy convencido de que si no hubieran tenido esa ambici¨®n, la serie no hubiera sido el ¨¦xito que fue¡±, confesaba Gr?b?l en su visita a Espa?a para promocionar la serie. The killing (re)invent¨® el thriller televisivo y su emisi¨®n en la BBC se sald¨® con una de las audiencias m¨¢s impresionantes de la historia de la cadena.
The bridge (Broen) sigui¨® el mismo recorrido, explorando adem¨¢s una colaboraci¨®n in¨¦dita (en la ficci¨®n) entre Dinamarca y Suecia, a trav¨¦s de la historia de una v¨ªctima cuyo cuerpo se sit¨²a a medio camino entre los dos pa¨ªses, en el puente que da t¨ªtulo a la serie.
Para entender el impacto de estos dos productos s¨®lo hay que tener en cuenta que ambas fueron compradas por gigantes estadounidenses y adaptadas para el p¨²blico local, llev¨¢ndose a su vez una buena sarta de piropos y ¡ªde nuevo¡ª el favor de la audiencia. Borgen, la tercera de un full de ases que rozaba la perfecci¨®n, se atrev¨ªa a adentrarse en los barrancos de la alta pol¨ªtica. Algo ins¨®lito si se tiene en cuenta el tama?o del pa¨ªs (Dinamarca) y de su industria. Imaginemos algo similar en Espa?a (Crematorio aparte) y entenderemos mejor el valor intr¨ªnseco de esta serie.
Por supuesto, con la puerta abierta, cada producci¨®n que sale del norte de Europa entra de inmediato en el amplio circuito anglosaj¨®n, asegurando su viabilidad incluso antes de estrenarse. Curiosamente, la explosi¨®n n¨®rdica ha coincidido en tiempo (e incluso formalmente) con la llegada de docenas de nuevos talentos literarios, que han convertido la novela negra de la zona en una de las m¨¢s reputadas del mundo. Por supuesto, esto ha influido a su vez en el r¨¢pido crecimiento de un universo cinematogr¨¢fico poblado de directores con poco inter¨¦s en lo convencional: Nic Pizzolatto, el creador de True detective, ha dejado en manos de un director dan¨¦s, Janus Metz Pedersen, la adaptaci¨®n de su primera novela, Galveston.
El efecto contagio ha llegado hasta Alemania, cuya televisi¨®n no era muy conocida por estos lares, a excepci¨®n de un c¨¦lebre perro polic¨ªa y unos tipos dedicados a romper coches con la excusa de detener a sus conductores. Pero este a?o se estren¨® en el pa¨ªs Unsere m¨¹tter, unsere v?ter (Nuestras madres, nuestros padres), un apabullante fresco sobre la Segunda Guerra Mundial, que se present¨® en Espa?a con el t¨ªtulo Los hijos del Tercer Reich, y que caus¨® conmoci¨®n en la sociedad alemana por su retrato de la generaci¨®n que alent¨® (y m¨¢s tarde sufri¨®) el conflicto m¨¢s grave de la historia. El (auto)retrato, muchas veces introspectivo, hurgaba en el alma de una naci¨®n que no deja de volver sobre sus pasos, de mirar al nazismo sin excusas. Nuevamente, imaginarse algo as¨ª en Espa?a es ¡ªsimplemente¡ª una entelequia.
Los italianos han contraatacado con Gomorra, una de las mejores series del a?o (no s¨®lo en Italia), que ven¨ªa cimentada por el ¨¦xito de Romanzo criminale y empujada por la eternamente convulsa audiencia transalpina: pol¨ªtica, corrupci¨®n, mafia y silencio. Un c¨®ctel demasiado conocido para el p¨²blico italiano que ha abrazado la propuesta con entusiasmo. Naturalmente, las series sobre Montalbano, el personaje de Andrea Camilleri, con el magn¨ªfico Luca Zingaretti, ya hab¨ªan demostrado que se pod¨ªa hablar de ciertas cosas sin temor a espantar al p¨²blico y ¡ªen cierto modo¡ª ha abierto la puerta a atrevimientos superiores.
Tambi¨¦n Boris, la mejor comedia que se ha producido nunca en territorio europeo (dejemos Reino Unido al margen), inclu¨ªa ya gags como el del joven que no pod¨ªa consumar el acto sexual al descubrir que su amante votaba a Berlusconi, y mataba de un plumazo cualquier amago de t¨®pico sobre la televisi¨®n italiana, adem¨¢s de re¨ªrse del primer ministro, la partici¨®n de la izquierda, los comunistas, la religi¨®n, la ultraderecha y ¡ªpor supuesto¡ª la casta.
El gran monstruo sigue siendo, por supuesto, el Reino Unido de Gran Breta?a. Desde el Love/Hate con sello irland¨¦s (cuatro temporadas de narraci¨®n kamikaze que algunos en el pa¨ªs compararon con The wire) hasta Orphan Black, Sherlock, Luther, The inbetweeners, Downton Abbey (que en Estados Unidos ha copado premios y primeros puestos en todos los rankings), Peaky blinders, Dates, Utopia o The fall. Los brit¨¢nicos no dan puntada sin hilo, repasando cada g¨¦nero, escrutando cada guion como si estuvieran a punto de inventar la rueda¡ y consigui¨¦ndolo tantas veces que s¨®lo queda frotarse los ojos.
Dec¨ªa Steven Moffat, creador e ide¨®logo respectivamente de la mencionada Sherlock y la legendaria Doctor Who, que el secreto de la ficci¨®n brit¨¢nica era ¡°la coincidencia en el tiempo de escritores sin complejos y productores atrevidos, tipos que no se asustan jam¨¢s¡±, adem¨¢s de ¡°una herencia ejemplar, un legado de primera clase que hemos recibido y tratamos de honrar¡±.
Adem¨¢s, y gracias a la BBC, en Reino Unido pueden presumir de ser los primeros en tener una franja nocturna en prime time (en la BBC4) donde los espectadores brit¨¢nicos pueden ver series de otros pa¨ªses (mayormente n¨®rdicas, aqu¨ª empez¨® el gran tir¨®n de Forbrydelsen) con subt¨ªtulos en ingl¨¦s. ¡°De hecho, las series con subt¨ªtulos se han vuelto tan populares en todo el mundo en los ¨²ltimos dos o tres a?os que ahora no dejan de emitirse. La gente ha visto el ¨¦xito de series como The killing o The bridge y parece que ahora hay m¨¢s que nunca series ambiciosas¡±, declar¨® la legendaria Sue Deeks al diario The Independent. Deeks, la primera que program¨® una serie en la BBC con esta filosof¨ªa (la francesa Spiro, en 2006), ha creado un efecto contagio y ahora tanto su prima hermana, la BBC2, como el Channel 4 (donde pudo verse Luther) tratan de competir en esa misma franja y con esas mismas armas, abriendo un mercado que antes ¡ªsimplemente¡ª no exist¨ªa.
En Espa?a, mientras tanto, el panorama por lo que respecta a aquello que se aleja de los convencionalismos es inexistente. Siguen abundando los culebrones m¨¢s o menos sofisticados, las comedias de aire costumbrista (cada cual que interprete el adjetivo como desee) y la nostalgia de locuras como Qu¨¦ fue de Jorge Sanz o incluso Padre coraje, Los hombres de Paco o El comisario, que alegraron la parrilla con resultados notables. Ahora ocupan ese espacio producciones como B&B, El Pr¨ªncipe o Isabel, con grandes resultados en el espectro local, pero de incierta vida en otros mercados europeos.
Eso s¨ª, por fin se han colocado dos series al otro lado del Atl¨¢ntico: Los misterios de Laura y Pulseras rojas (The red band society, pronto en la cadena Fox), y algunas series espa?olas (como Gran Hotel) gozan de buena repercusi¨®n internacional.
Aun as¨ª, y en lo que se refiere a la gran lucha con el tit¨¢n estadounidense, no parece que las cosas se hayan equilibrado demasiado. Un estudio del Observatorio Europeo del Audiovisual de enero de este mismo a?o revelaba que en nuestro continente las cifras siguen siendo abrumadoras: m¨¢s de un 57% de la ficci¨®n que puede verse en las pantallas europeas es estadounidense, mientras que la media de producciones locales se ha situado en torno al 12%. Incluso Francia, que mantiene poderosas ayudas a la ficci¨®n, no consigue neutralizar el tir¨®n del gran hermano americano. Y es que producciones como CSI, NCIS, Castle o Modern family no est¨¢n dispuestas a renunciar a su parte del pastel. Y al espectador ¡ªpor lo que dicen los n¨²meros¡ª tampoco le parece mal.
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