Cinco d¨¦cadas de ocupaci¨®n
Ahron Bregman, antiguo capit¨¢n del Ej¨¦rcito israel¨ª, lanza una documentada historia de la ocupaci¨®n de Gaza y Cisjordania
La cr¨®nica de la ocupaci¨®n por parte de Israel de las tierras adquiridas en 1967 gracias a su asombrosa victoria en la Guerra de los Seis D¨ªas se resume, hasta el momento, del siguiente modo: en la primera d¨¦cada despu¨¦s de 1967 Israel tuvo dificultades para decidir qu¨¦ hacer con las vastas extensiones de tierra que de forma inesperada hab¨ªa arrebatado a Egipto, Jordania y Siria. El pa¨ªs carec¨ªa de un plan organizado y no era capaz de resolver qu¨¦ parte de los territorios ocupados conservar y qu¨¦ parte devolver, pero su instinto le dec¨ªa que esperara y, en general, prefiri¨® conservar la tierra y renunciar a vivir en paz con sus vecinos. En ese per¨ªodo, cualquier consideraci¨®n acerca de la devoluci¨®n de algunos de los territorios ocupados, principalmente la pen¨ªnsula del Sina¨ª a Egipto y los Altos del Gol¨¢n a Siria, surgi¨® solo como un recurso t¨¢ctico que le permitiera aferrarse a Cisjordania, la cuna de la historia jud¨ªa, y a la Franja de Gaza, zona que Israel quer¨ªa mantener por razones estrat¨¦gicas. No obstante, en ausencia de presiones internacionales serias, incluso esas ideas se debilitaron. Los primeros ministros de este per¨ªodo no prestaron atenci¨®n a las advertencias de que no hab¨ªa tiempo que perder y de que la oportunidad de alcanzar un acuerdo, en particular con los palestinos, pod¨ªa perderse durante una generaci¨®n o m¨¢s si no se actuaba con prontitud. En retrospectiva, es posible decir sin temor a equivocarse que Israel perdi¨® una oportunidad ¨²nica de llegar a acuerdos de paz con sus vecinos durante la primera d¨¦cada de la ocupaci¨®n.
En la segunda d¨¦cada, de 1977 a 1987, Israel decidi¨® por fin qu¨¦ quer¨ªa hacer: tras el vuelco electoral que en 1977 llev¨® al poder al Likud, el partido de la derecha, por primera vez en la historia de Israel, el nuevo primer ministro, Men¨¢jem Beguin, emprendi¨® un gran plan para hacer que la ocupaci¨®n fuera irreversible; un aspecto central de ese plan era la construcci¨®n de asentamientos jud¨ªos en los territorios ocupados, en particular Cisjordania y la Franja de Gaza. El Gobierno encabezado por Beguin, tras la presi¨®n internacional desencadenada por el presidente Sadat, que en un gesto muy valiente plante¨® p¨²blicamente a Israel su voluntad de alcanzar un acuerdo, y gracias a una promesa sin precedentes de ayuda econ¨®mica y militar por parte de Estados Unidos, puso fin a la ocupaci¨®n del Sina¨ª. Sin embargo, Beguin estaba decidido a conservar para siempre los territorios palestinos ocupados (Cisjordania y la Franja de Gaza) y, al menos por el momento, los Altos del Gol¨¢n, que Israel anexion¨® de forma oficial. Desde?ando la historia y la realidad, Israel intent¨® consolidar su control sobre los territorios ocupados empleando m¨¦todos colonialistas anacr¨®nicos e ileg¨ªtimos, en particular la construcci¨®n de asentamientos contraria al derecho internacional.
La ocupaci¨®n acabar¨¢?alg¨²n d¨ªa. Pero para?una reconciliaci¨®n aut¨¦ntica se necesitar¨¢n muchas generaciones
A lo largo de las siguientes dos d¨¦cadas de la ocupaci¨®n, de 1987 a 2007, Israel por fin empez¨® a poner los pies en tierra, en buena parte debido al estallido en 1987 de la primera Intifada, que hizo que un n¨²mero creciente de israel¨ªes se diera cuenta de que el proyecto de la ocupaci¨®n estaba condenado al fracaso. En 1991, con la Conferencia de Madrid, se puso en marcha una nueva iniciativa cuya meta era conseguir la paz a cambio de la tierra y poner fin a la ocupaci¨®n. Sin embargo, ese proceso de paz no fue suficientemente riguroso y a Israel le falt¨® magnanimidad. Los palestinos, que al reconocer en 1988 el derecho a existir del estado de Israel renunciaron efectivamente a reclamar el 78% de la antigua Palestina, estaban resueltos a impedir que los israel¨ªes se quedaran con el 22% restante y, por tanto, se negaron a transigir a¨²n m¨¢s durante las negociaciones de paz. Frustrados, los palestinos de los territorios combatieron a los ocupantes, como era su derecho leg¨ªtimo y, quiz¨¢, el curso de acci¨®n l¨®gico en vista de que para entonces era una lecci¨®n de la historia que el estado de Israel solo cede cuando se le presiona.
Durante el proceso de pacificaci¨®n, los israel¨ªes fueron gradualmente comprendiendo que el precio de la paz ser¨ªa alto: Siria insist¨ªa en una retirada total de los Altos del Gol¨¢n y los palestinos quer¨ªan un acuerdo equitativo. Como no estaban dispuestos a pagar este precio, los israel¨ªes, en un proceso que alcanzar¨ªa el cl¨ªmax durante el gobierno de Sharon (2001-2006), suspendieron temporalmente la b¨²squeda de la paz con Siria y decidieron retirarse unilateralmente de la Franja de Gaza, una espina clavada en el pie para Israel, lo que les permit¨ªa aferrarse a Cisjordania y sus recursos al tiempo que evitaban las cuestiones m¨¢s problem¨¢ticas de la ocupaci¨®n. No obstante, el breve idilio de Israel con el unilateralismo lleg¨® a su fin despu¨¦s de que este hubiera conducido al ascenso de Ham¨¢s en la Franja de Gaza, desde donde los milicianos continuaron hostigando al pa¨ªs con cohetes.
La competencia y las divisiones crecientes entre Ham¨¢s en la Franja de Gaza y el r¨¦gimen m¨¢s secular de Cisjordania han beneficiado directamente a Israel, pues el Gobierno ha justificado su reticencia a seguir adelante con el proceso de paz argumentando que los palestinos est¨¢n demasiado divididos y que Ham¨¢s no reconoce el derecho a existir del Estado de Israel. Mientras que la llamada primavera ¨¢rabe y la desintegraci¨®n del r¨¦gimen de Bashar el Asad descartan, al menos por el momento, cualquier posibilidad de di¨¢logo entre Israel y Siria para poner fin a la ocupaci¨®n del Gol¨¢n.
?D¨®nde nos deja este resumen? ?Qu¨¦ nos aguarda en la quinta d¨¦cada de la ocupaci¨®n israel¨ª, ya bastante adelantada?
Israel nunca ha pensado que tenga el deber?de ayudar, proteger?o mejorar la vida de la
poblaci¨®n bajo su control
Resulta evidente que la opci¨®n de la primera d¨¦cada, mantener el statu quo, ya no existe, y que la alternativa de la segunda, construir asentamientos en un intento de absorber los territorios ocupados dentro de Israel, nunca fue realista. La estrategia intentada durante la cuarta d¨¦cada, el unilateralismo, ha perdido todo apoyo dentro de Israel, lo que nos devuelve a la opci¨®n que se prob¨® a comienzos del decenio de 1990, a saber, el intento de poner fin a la ocupaci¨®n mediante negociaciones de paz con los palestinos y los ¨¢rabes. Pero para que las conversaciones de paz se reanuden de forma significativa, la comunidad internacional, y en particular Estados Unidos, tendr¨¢ que endurecer su postura ante el Estado de Israel y, cuando sea necesario, sobornarlo para que transija, pues si las cuatro d¨¦cadas anteriores han demostrado algo es que los israel¨ªes no ceder¨¢n con facilidad los territorios ocupados.
No tengo la menor duda de que la ocupaci¨®n llegar¨¢ alg¨²n d¨ªa a su fin, como ocurre con todas las guerras y conflictos. En 1967 a nadie se le hubiera ocurrido pensar que Israel, Egipto y Jordania llegar¨ªan a firmar tratados de paz completos; hoy, en cambio, es posible esperar que en alg¨²n momento se firmen acuerdos similares entre Israel y los palestinos y entre Israel y Siria y el L¨ªbano. No obstante, dadas la profundidad del resentimiento que existe entre las partes, en particular entre los israel¨ªes y los palestinos, y las actuales revoluciones en Oriente Pr¨®ximo, que distraen del conflicto con Israel, puede suceder que se necesiten muchas generaciones antes de que una reconciliaci¨®n aut¨¦ntica eche ra¨ªces. Lo que resulta claro es que el intento de Israel de absorber los territorios ocupados a lo largo de las cuatro ¨²ltimas d¨¦cadas ha fracasado.
Creo que el veredicto de la historia interpretar¨¢ las cuatro d¨¦cadas de la ocupaci¨®n descritas en este libro como una mancha negra en la historia de Israel y, de hecho, en la historia jud¨ªa. Este fue un per¨ªodo en el que Israel, con la ayuda de la di¨¢spora jud¨ªa, en particular en Estados Unidos, demostr¨® que incluso las naciones que han sufrido tragedias indescriptibles pueden actuar de forma igualmente cruel cuando tienen el poder. En 1967, el ministro de Defensa de la ¨¦poca, Moshe Dayan, anot¨® que si tuviera que escoger alguna de las naciones del mundo para vivir bajo la ocupaci¨®n de sus fuerzas militares, dudar¨ªa en elegir Israel. Ten¨ªa raz¨®n: mirando lo ocurrido en estas cuatro d¨¦cadas resulta claro que Israel fue, y en este momento contin¨²a siendo, un ocupador cruel y brutal. Pues mientras otros colonialistas, como los brit¨¢nicos en la India, entre otros, aprendieron el valor de ganarse el aprecio de las ¨¦lites locales construyendo escuelas, universidades y otros servicios p¨²blicos para los colonizados, Israel nunca ha pensado que tenga el deber de ayudar, proteger o mejorar la calidad de vida de la poblaci¨®n bajo su control, a la que en el mejor de los casos considera un mercado cautivo o una fuente de mano de obra barata a su disposici¨®n. Sin embargo, al forzarlos a vivir en la miseria y sin esperanza, Israel ha endurecido a quienes viven sometidos a su poder, haci¨¦ndolos m¨¢s decididos a poner fin a la ocupaci¨®n, incluso a trav¨¦s de la violencia si es necesario, y vivir una vida de dignidad y libertad.
La ocupaci¨®n, Israel y los territorios ocupados, de Ahron Bregman (Cr¨ªtica), se publica el 23 de septiembre. 24,99 euros (edici¨®n papel), 14,99 euros (libro electr¨®nico).
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