Fracaso
Cuesta digerir el patinazo de los que nos hac¨ªan felices. Las tertulias ya han dictado sentencia
El deporte es dado a la hip¨¦rbole, a la glorificaci¨®n del triunfador y el linchamiento del derrotado, al salto de la euforia a la depresi¨®n despu¨¦s de que una pelota rebote hacia dentro o hacia fuera, porque tambi¨¦n juega el azar. Pero no sabemos c¨®mo reaccionar cuando los que dan el patinazo son los mismos que antes nos hicieron felices tantas veces que no somos capaces de vapulearlos.
Nos quedamos confundidos cuando se cay¨® estrepitosamente del Mundial de f¨²tbol La Roja, equipo que daba se?ales de declive pero en el que nadie iba a jubilar anticipadamente a los h¨¦roes de Sud¨¢frica. Confes¨® Xabi Alonso que ya no sent¨ªan hambre. Solo tras el fracaso se ha emprendido una renovaci¨®n que pondr¨¢ a prueba la paciencia del aficionado.
El mayor chasco llega cuando todo apuntaba a favor del triunfo, tambi¨¦n el factor campo. Brasil no olvidar¨¢ el maracanazo frente a Uruguay en 1950 ni el 1-7 que le endos¨® Alemania este verano; en Espa?a doli¨® menos el rid¨ªculo de la Espa?a que capitaneaba Arconada en 1982 porque no nos ve¨ªamos tan favoritos, acostumbrados entonces al malditismo y el recurso a la furia.
En este Mundial de baloncesto que hoy termina (al que, por cierto, Mediaset lleg¨® tarde tras dejar en el apag¨®n la interesante fase de grupos), la generaci¨®n espa?ola m¨¢s brillante tampoco ha dado la talla en su tierra. Ni siquiera se ha acercado a la final so?ada, como la que se escap¨® en el ¨²ltimo suspiro en el mismo Palacio de los Deportes por el oro europeo en 2007. Pero estos chicos vienen de traernos otro Mundial y dos platas ol¨ªmpicas, y de instalarse en la NBA. As¨ª que todos los palos le caen a Orenga (quien estuvo como jugador en otro fiasco hist¨®rico, el angolazo de Barcelona 92), t¨¦cnico de perfil bajo elegido, dicen, para que en realidad mandaran los veteranos.
Tras un camino arrollador en la primera fase, Orenga fue barrido t¨¢cticamente por su rival franc¨¦s en cuartos y no aprovech¨® una plantilla m¨¢s amplia de lo que ¨¦l ve¨ªa. El Palacio core¨® ¡°Orenga dimisi¨®n¡±, pero ¨¦l replica que har¨¢ lo que le digan sus jefes. Las tertulias deportivas de la tele y la radio, y las de los bares, ya lo han sentenciado. Se resiste a lo inevitable, pagar con su prescindible cabeza los errores propios y ajenos. Porque la afici¨®n no la va a tomar con los Gasol aunque tampoco estuvieran a la altura de s¨ª mismos.
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