Una de bravas
Jos¨¦ Bono ha salido a escena tras la Diada y tiene algo de ant¨ªdoto de urgencia. Nos referimos a la transcripci¨®n de una conversaci¨®n entre ¨¦l y Pasqual Maragall a cuenta de la reescritura del Estatut
Ha sido un notici¨®n medi¨¢tico que apoya el lanzamiento futuro de un segundo tomazo de recuerdos anotados por Jos¨¦ Bono durante sus a?os de ejercicio pol¨ªtico en primera l¨ªnea. Ha salido a escena tras la Diada, as¨ª que podr¨ªa llamarse la Josebonada, y tiene algo de ant¨ªdoto de urgencia. Nos referimos a la transcripci¨®n de una conversaci¨®n entre ¨¦l y Pasqual Maragall a cuenta de la reescritura del Estatut. Hay que remontarse a cuando uno era ministro de Defensa y el otro president de la Generalitat, pertenecientes al mismo pero en diferentes galaxias. La lectura de las l¨ªneas escritas por Bono es un viaje al pasado y como en todos los viajes al pasado los papeles de los buenos y los malos se reparten con demasiada facilidad.
Pero ser¨¢n otros quienes analicen con criterio y en otras secciones lo que tiene de importancia pol¨ªtica. Que la familia Maragall llevara al hombre enfermo a un mitin de Esquerra, en un acto cuando menos chocante de la pasada campa?a, termin¨® de se?alar la ruptura entre el socialismo obrero espa?ol y el socialismo catalanista. Resulta muy aleccionador que algunos l¨ªderes de la pol¨ªtica de ese momento vital se comportaran como cualquiera de nosotros en la barra del bar. Los argumentos esgrimidos por uno y otro, seg¨²n se transcriben en el texto de Bono, se limitan a la pelea habitual. Ibarra, Pujol, Fraga, Gallard¨®n, Bono y Maragall, con el Rey y Peces Barba al fondo, se enzarzaran en los t¨®picos habituales del Espa?a nos roba, las comisiones del 3%, los ordenadores de los ni?os extreme?os y la amenaza de los tanques en la Diagonal.
Envilecido el asunto en el paso del tiempo, con el reforzamiento de los extremos, la explicaci¨®n podr¨ªa residir en la nula capacidad de nuestros l¨ªderes pol¨ªticos para avanzar, para abandonar los encastillamientos y para negar cualquier soluci¨®n pactada. La barra de bar es el list¨®n m¨¢s bajo de la arena pol¨ªtica. Como lo es tambi¨¦n escuchar a l¨ªderes elegidos en las urnas afirmar que hay que incumplir la ley. Triste es descubrir que los foros m¨¢s elevados andan y anduvieron en una liza tan de bar de esquina.
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