Denzel bien vale una misa
El actor ha presentado 'El protector', fuera de concurso, en el Festival de San Sebasti¨¢n
Habiendo desertado este a?o de la ancestral costumbre de acudir a los festivales de Berl¨ªn y de Venecia, por razones de hast¨ªo, edad provecta para andar perdiendo el tiempo y nula vocaci¨®n masoquista, y teniendo que abandonar a la mitad Cannes por el inaplazable aullido de mis machacadas arterias, ven¨ªa a San Sebasti¨¢n con la vieja y grata sensaci¨®n de encontrarme con un festival que posee un tono familiar, c¨®modo para trabajar, en el que adem¨¢s de ver pel¨ªculas y escribir de ellas queda tiempo para perderte en la hipnosis que provoca el mar, observar los colores del cielo en el atardecer de La Concha, pasear sin rumbo por esta hermosa ciudad sabiendo que casi todo es digno de mirar, compartir risas con los amigos y degustar otros placeres relacionados con el paladar. Si adem¨¢s de eso, el festival reun¨ªa unas cuantas pel¨ªculas conmocionantes, la fiesta era completa.
Pero al revisar el cat¨¢logo de esta edici¨®n descubro con un ligero escalofr¨ªo que son 21 las pel¨ªculas de la Secci¨®n Oficial. O sea, de visi¨®n obligatoria. Suponen tal jaleo para combinar los horarios de esa sobredosis de cine competitivo y encontrar tiempo para escribir de ¨¦l, que la antigua certidumbre de que este festival supon¨ªa el reencuentro con los r¨ªos de leche y miel se empieza a resquebrajar. Y, por supuesto, tampoco quedar¨¢ tiempo para ver nada en las secciones paralelas, algunas de las cuales, como Perlas o Zabaltegi, re¨²nen frecuentemente un inter¨¦s superior que el cine a concurso. Y sabes del amor que siente mi amigo Jos¨¦ Luis Rebordinos, director de este festival, hacia el p¨²blico de su ciudad que abarrota las salas. E imaginas que ellos se sentir¨¢n tan contentos de poder elegir en medio de tanta abundancia. O verlo todo. Tambi¨¦n debe de ser gozoso para los cin¨¦filos for¨¢neos que dedican ritualmente sus vacaciones a venir al festival, a algo tan envidiable como ver las pel¨ªculas que les d¨¦ la gana y a jugar con sus genitales. Pero si vienes a currar, la asfixia te puede poner muy nervioso.
Ver¨¦ y les informar¨¦ de lo que pueda, sin el menor riesgo de infarto. Sigo rumiando esta obsesi¨®n con causa cuando me encuentro con el entra?able Rebordinos y su desarmante abrazo de oso. Quiero tanto a este t¨ªo que casi me olvido de darle la bronca por su extenuante programaci¨®n, por hacerle la competencia a algunos tarados y s¨¢dicos directores de festivales empe?ados en que los periodistas ni comieran ni cenaran, todo el d¨ªa con la lengua fuera y trag¨¢ndose su abusiva y casi siempre insoportable oferta. Rebordinos me da una respuesta que me deja sin argumentos: ¡°Nos gustaban tanto las 21 pel¨ªculas que hemos seleccionado, que nos daba pena y nos parec¨ªa injusto dejar alguna fuera¡±. S¨¦ que es sincero. Ojal¨¢ que la calidad percibida por los organizadores, sea tambi¨¦n transparente para nosotros, los futuros espectadores. A cambio de tantas pel¨ªculas maravillosas, mi ¨¢nimo est¨¢ dispuesto a prescindir de cosas tan prosaicas y convencionales como comer y dormir.
No recuerdo el nombre del pragm¨¢tico monarca o pol¨ªtico que exclam¨®: ¡°Par¨ªs bien vale una misa¡±. En el Festival de San Sebasti¨¢n, han deducido con l¨®gica que cualquier pretexto es v¨¢lido para que un atractivo se?or y actor legendario llamado Denzel Washington se d¨¦ una vuelta por aqu¨ª, exhiba su sonrisa cool, reparta saludos y aut¨®grafos, derroche simpat¨ªa y profesionalidad, para recibir el Premio Donostia. La aparatosa excusa se titula El protector. Y confieso que durante los veinte minutos iniciales mi desconcierto ha sido notable. Me explico. La dirige Antoine Fuqua, se?or especializado en cine de truenos y videoclips, vocaci¨®n que no le impidi¨® crear una pel¨ªcula tan desasosegante y perversa como D¨ªa de entrenamiento, con Washington creando magistralmente a un mod¨¦lico hijo puta, a uno de los maderos m¨¢s corruptos, histri¨®nicos, retorcidos y peligrosos de la historia del cine. Aquella brillantez no perdur¨®. Sabes que la asociaci¨®n creativa entre Fuqua y Washington, como la que el segundo mantuvo con el suicida Tony Scott, forzosamente estar¨¢ habitada por toneladas de disparos, bombazos y letales combates cuerpo a cuerpo.
Pero, repito, despu¨¦s de un metraje notable. La historia de El protector obedece mosqueantemente al intimismo con toque l¨ªrico. El encargado jefe de una ferreter¨ªa, cuya mirada describe alguien no ya como triste, sino perdida y vac¨ªa, lo que no le impide ser encantador con sus subordinados, distrae su insomnio leyendo cien libros en una cafeter¨ªa que permanece abierta toda la noche, copiada descaradamente del impresionante cuadro de Edward Hopper Night hawks y que intenta reproducir su atm¨®sfera y el sentimiento de soledad de la gente silenciosa que habita ese bar, ese presumible refugio de los sue?os rotos. El ferretero, al que intuyes roto por alguna perdida, con desesperaci¨®n controlada y asumida, establece conversaci¨®n con otra alma en pena, una cr¨ªa con peluca, aire punk y gesto amargo que tiene la ilusi¨®n de ser cantante. Hasta el momento es puta. Explotada por la mafia rusa. El enigm¨¢tico ferretero habla de la novela de Hemingway El viejo y el mar, de El Quijote, citan una frase inolvidable de Mark Twain. Y a los veinte minutos yo me pregunto en medio de tanta po¨¦tica del desamparo, de los extra?os que se tantean en la noche, de tanto sicologismo tr¨¢gico: ?Pero cu¨¢ndo van a empezar las hostias? Y por supuesto, que no me equivocaba. El misterioso ferretero va a desatar el infierno terrenal para defender a la acorralada, nada era lo que parec¨ªa y dem¨¢s riada de t¨®pico. A partir de ese momento cada secuencia es tan previsible como gratuita, el gran villano es un disparate, los efectos especiales se adue?an de la historia, todo es m¨¢s de lo mismo. Y lamento que Washington desperdicie su talento en guiones tan convencionales, en cine realizado por computadora, aunque estoy seguro de que sus cuentas bancarias bendicen tal decisi¨®n. Es un actor muy bueno. Tambi¨¦n en las pel¨ªculas malas. Tambi¨¦n es una estrella, posee esa cosa especial, pagas por verle y o¨ªrle. ?ltimamente le he disfrutado un mont¨®n encarnando a personajes torturados y con alma como los de American gangster y El vuelo. Pero me satura el Washington del cansino ¡°pim, pam, pum, fuego¡±.
Babelia
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