Neil Finn: ¡°La nostalgia me incomoda¡±
El McCartney de las ant¨ªpodas se reinventa con aires psicod¨¦licos.
"Siempre he dicho que no puedes escoger con qui¨¦nes se acuestan tus hijos. En todo caso, me alegro de que los encuentren sexis¡". Quien se expresa en estos t¨¦rminos desde el otro extremo del globo terr¨¢queo responde al nombre de Neil Finn y no est¨¢ refiri¨¦ndose a sus v¨¢stagos en sentido estricto, sino a una descendencia mucho m¨¢s nutrida y notoria: sus canciones, que a estas alturas rondan los dos centenares. Y que han sido objeto de infinitas aproximaciones (de ah¨ª lo de acostarse con ellas); incluso de un doble ¨¢lbum, She/He will have her way, con un disco de int¨¦rpretes femeninas y otro de masculinos.
Finn (Te Awamutu, Nueva Zelanda, 1958) es, a sus 56 a?os, un hombre a¨²n muy lejos de la edad de jubilaci¨®n, pero sorprende caer en la cuenta de que roza las cuatro d¨¦cadas cotizadas en la primera fila del pop neozeland¨¦s.
Empez¨® de adolescente en los seminales Split Enz, ha estado siempre al frente de los exquisitos Crowded House, opera ocasionalmente junto a su hermano Tim como The Finn Brothers e incluso hace tres temporadas sorprendi¨® con un proyecto paralelo, Pajama Club, en el que ejerc¨ªa tras la bater¨ªa como escudero de su esposa, la bajista Sharon Finn. Con tan amplio curr¨ªculo, no es de extra?ar que su m¨¢s reciente y halagada entrega, Dizzy heights, sea solo el tercer trabajo que firma como artista con nombre propio.
"Empiezo a escribir y la atm¨®sfera y arreglos de las primeras composiciones sugieren uno u otro tipo de colaboraci¨®n. Y en este caso, los diferentes ¨¢ngulos no parec¨ªan encajar con los m¨²sicos de Crowded House", argumenta Finn desde su residencia en Auckland.
Detr¨¢s de esa conclusi¨®n parece latir un evidente empe?o por alejarse de territorios conocidos, por eludir esa zona de confort que le ha convertido en uno de los m¨¢s irrefutables autores de canciones del ¨²ltimo cuarto de siglo.
Hay en Dizzy heights destellos del melodista deslumbrante de siempre, ese que le reporta frecuentes comparaciones con Paul McCartney ("me halagan esos comentarios. Es imposible competir con sus canciones, pero es verdad que lo intento"). Pero descubrimos tambi¨¦n sorprendentes incursiones en un universo mucho m¨¢s experimental y psicod¨¦lico, del que no debe ser nada ajeno el productor Dave Fridmann, acostumbrado a lidiar con jovencitos lis¨¦rgicos como MGMT o los australianos Tame Impala. "Quer¨ªa detr¨¢s del cristal a un profesional de opiniones firmes con el que pudiera confrontar mis propios criterios. No siempre est¨¢bamos de acuerdo, la verdad, pero eso generaba una buena tensi¨®n. Cuando te encuentras t¨² solo en el estudio, es mucho m¨¢s sencillo perderse", resume Finn.
Es imposible competir con las canciones de Paul McCartney, pero es verdad que lo intento
Dentro de esa b¨²squeda de espacios emocionales para la creaci¨®n puede sorprender que Neil se rodee actualmente, tanto en el estudio como sobre el escenario, tanto de su mujer como de sus hijos Liam y Elroy. ?Es en su caso la consanguineidad un elemento estabilizador a efectos profesionales? "Uf", resopla, "ya trabaj¨¦ con mi hermano Tim en Split Enz, Crowded House y como d¨²o. Mezclar familia y trabajo a veces complica las cosas, pero tiendo a pensar que me ayuda a que todo resulte, en ¨²ltimo extremo, m¨¢s entra?able". Imposible no preguntarle en este punto de la conversaci¨®n por The nihilist, tercera entrega solista de Liam Finn, que vio la luz casi a la vez que Dizzy heights. "Liam es un guitarrista estupendo, un artista admirable. Sus canciones incluyen ritmos y giros tan singulares que me gustar¨ªa rob¨¢rselos", argumenta Neil con una mezcla de picard¨ªa y orgullo paterno.
Dentro del discurso sereno y satisfecho que enarbola, al autor de ¨¦xitos tan monumentales como Don¡¯t dream it¡¯s over, Fall at your feet, Weather with you o Four seasons in one day solo se le intuye algo inc¨®modo cuando le preguntamos por qu¨¦ ninguno de sus temas de los cuatro ¨²ltimos lustros ha reeditado aquellas glorias pasadas. En Dizzy heights, sin ir m¨¢s lejos, In my blood o, sobre todo, Recluse re¨²nen todas las caracter¨ªsticas de esas canciones pluscuamperfectas con las que se ha granjeado admiraci¨®n mundial. "Intento no pensar demasiado en ello", murmura, "pero me resulta misterioso. Supongo que, entre los muchos factores que influyen en el ¨¦xito de un tema, ahora mismo influye que su firmante sea un rostro nuevo. En contraposici¨®n, es curioso encontrarme en mis conciertos con centenares de veintea?eros que corean, entusiasmados, canciones escritas antes de que hubieran nacido¡".
Neil Finn parece a un paso de la a?oranza, pero se esfuerza por eludirla. Revela que en su colecci¨®n de vinilos encontrar¨ªamos todo lo que le ha influido hasta la fecha, "desde Dvorak hasta Barry White". Y recapitula, meditabundo: "La nostalgia es una sensaci¨®n inc¨®moda. No ser¨¦ indulgente con ella hasta que me vea como un viejito con una copa de vino y la familia alrededor. Hasta entonces, espero que la nostalgia solo me sugiera ideas nuevas sobre las que escribir¡"
Dizzy heights est¨¢ publicado por Lester Records y distribuido en Espa?a por Everlasting.
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