La segunda vez
Venga, muy bien, hablemos de cultura ya que estamos en la secci¨®n que lleva ese nombre. ?No trata la cultura, entre otros asuntos, de las obras de arte, es decir, de las cosas admirables que el ser humano puede llegar a hacer a partir de elementos que toma del mundo natural? ?Y no ser¨¢ lo m¨¢s raro y asombroso de todo conseguir un obra de arte viviente? Recuerden a Pigmali¨®n, cuyo amor por la bell¨ªsima estatua de Galatea que ¨¦l mismo hab¨ªa fabricado fue recompensado con el mayor premio: lo que s¨®lo era m¨¢rmol, hermoso pero inerte, se convirti¨® en carne tr¨¦mula y deseable. Al menos seg¨²n Ovidio, aunque ya sabemos ¡ªtras Plat¨®n y Nietzsche¡ª que los poetas mienten mucho. Pues bien, supongamos que Pigmali¨®n se llama hoy Alec Head y que Galatea apoya su belleza sobre cuatro patas y se llama Tr¨ºve¡ Entonces la poes¨ªa se hace verdad irrefutable, galopante.
Imagin¨¦ que Kierkegaard se equivoc¨® y que la gloria del momento recuperado derrota a la usura de los d¨ªas
Les estoy hablando, claro, del Arco de Triunfo, la gran carrera de caballos que acaba de celebrarse en Longchamp. Y de la yegua colosal que gan¨® el a?o pasado lo que los franceses, con algo de vantardise, llaman ¡°el campeonato mundial de los purasangres¡± y que ha vuelto a ganar este a?o. Ning¨²n competidor hab¨ªa logrado realizar semejante proeza desde hace treinta y seis a?os¡ Hablando de a?os, Alec Head va a cumplir noventa y Tr¨ºve tiene cuatro. El primero fue jinete, preparador y ahora es un gran criador (iba a ponerlo con may¨²scula, Criador, como el Hacedor de Borges), tambi¨¦n enamorado de esa Galatea de pura clase y velocidad que ha fabricado con la paciencia de los cruces gen¨¦ticos y la inspiraci¨®n que siempre va m¨¢s all¨¢ de la biolog¨ªa. Tr¨ºve es la yegua de su sue?o, pero no una nightmare (ese nombre de la pesadilla) sino una daymare, luminosa y triunfal. La ha entrenado en las pistas su hija Criquette y el a?o pasado ya electriz¨® a todos quienes la vimos ganar el Arco derrotando a los mejores, con un derroche casi insolente de poder¨ªo. Pero ella, que permanec¨ªa invicta, comenz¨® 2014 como perdedora y en Ascot se mostr¨® esforzada pero tambi¨¦n vulnerable y enferma. Pocos confiaban ¡ª?confi¨¢bamos, qu¨¦ diablos!¡ª ni siquiera que volviese a correr el Arco y mucho menos que fuese capaz de ganarlo. Y sin embargo el domingo regres¨® a Longchamp y de nuevo dej¨® atr¨¢s a todos sus contrincantes llegados de Inglaterra, Francia, Irlanda, Alemania y Jap¨®n. Poes¨ªa en movimiento, lo que nadie puede detener ni doblegar¡
Dice Kierkegaard, en La repetici¨®n, que la segunda vez que volvemos a lo que nos hizo felices encontramos que nada es como antes, en la dicha inaugural. Yo estuve en Longchamp hace 36 a?os, cuando Alleged, montado por Lester Piggott, gan¨® su segundo Arco. He tenido que esperar todo ese tiempo para volver a ver repetirse la proeza, casi el milagro. Por un instante he podido imaginar que Kierkegaard se equivoc¨® y que la gloria del momento recuperado derrota a la usura de las horas, los d¨ªas, los a?os¡ Para despu¨¦s comprender que la felicidad vuelve, pero ya no nos encuentra donde estuvimos. Que el arte es largo y la vida breve, porque nuestra fidelidad pertenece a lo que nunca puede regresar.
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