Cady no es Cohle
'Galveston' es la primera novela de Pizzolatto, creador de 'True detective'. Una falsa novela negra, fatalista con puntito redentor
Hace tan s¨®lo un a?o nadie en Espa?a conoc¨ªa a Nic Pizzolatto. Pero lleg¨® 2014, y con ¨¦l la serie televisiva True Detective, y se arm¨® la de Dios es Primordial. De pronto, todo fue Ambrose Bierce, todo fue Robert W. Chambers, todo fue Thomas Ligotti, Laird Barron y Dashiell Hammett y hasta Nietzsche y Schopenhauer. Y, tambi¨¦n de pronto, Pizzolatto ya no era s¨®lo el creador de una serie pre?ada de referencias literarias y filos¨®ficas, ya no era s¨®lo el inventor del nihilista Rustin Cohle, perdido en su Carcosa de juguete, ya no era s¨®lo un sugerente im¨¢n para los hipsters. El nuevo crack de Nueva Orleans era adem¨¢s, oh sorpresa, un novelista con una novedad tan nueva que era de 2010. Un pedazo de noir, seg¨²n Dennis Lehane. Lo bastante nuevo y llamativo, en todo caso, como para inaugurar el nuevo sello Black de Salamandra. De modo que ah¨ª andamos, hablando de Galveston, la ¨®pera prima de Pizzolatto, como si fuera lo m¨¢s nuevo de lo muy nuevo. Y s¨ª. Y no. Y vale ya de comparar.
Sobre el s¨ª: Galveston es un debut prometedor, cierto. Una falsa novela negra, fatalista con puntito redentor, que narra el mat¨®n Roy Cady ¡ªno Cody, como reza la contracubierta¡ª despu¨¦s de confesarnos que anda desahuciado por un c¨¢ncer. Debido a un l¨ªo de faldas, Cady pasa de perseguidor a perseguido y se ve obligado a cargar con una joven descarriada que carga con una joven pariente. Hasta ah¨ª, bien. La novela es de atm¨®sfera, con ese paisaje entre Texas y Luisiana que se derrite como los cerebros de sus habitantes, y el narrador aguanta, y el personaje tiene el aire justo entre Sam Spade y el agente de la Continental, y hasta la estructura es inteligente, con esos planos temporales, 1987 y 2008, preparados para la convergencia final. Un buen final, por cierto, pese al exceso de karma.
Sobre el no: Galveston es una novela sobre la autodestrucci¨®n que se redime. Y la novela se salva, aunque a medio viaje hace intentos serios para autodestruirse. Le ocurre cuando deja el g¨¦nero ¡ªnada de trascenderlo, eso nunca ocurre¡ª, cuando pierde su s¨®rdida precisi¨®n a lo Cormac McCarthy y se abre al seudoerotismo con voluntad de estilo, siempre a a?os luz de Nabokov. En esas p¨¢ginas emerge el principiante, el Pizzolatto desconocido, ese al que todav¨ªa le faltaban referentes para tapar descuidos.
Galveston, por tanto, es una digna ¨®pera prima, pero ni es nueva, ni es el noir del a?o, ni es True Detective, por desgracia. Roy Cady no es Rustin Cohle, ni comparte su trasfondo perturbador, ni su di¨¢logo metaficcional. Cady es pasado; Cohle, presente, y Pizzolatto a¨²n tiene mucho que contar si no le hunde el cenagoso ¨¦xito de su nueva Carcosa. Lo ha dicho ¨¦l mismo, en una atractiva antolog¨ªa sobre la serie publicada por Errata Naturae: "Hay que tener cuidado con las historias que te cuentas". He ah¨ª su futuro.
Galveston. Nic Pizzolatto. Traducci¨®n de Mauricio Bach. Salamandra. Barcelona, 2014. 284 p¨¢ginas. 18 euros
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