Arte mexicano en erupci¨®n
La explosi¨®n de galer¨ªas, nuevos talentos locales y extranjeros y un mercado vivo convierten el DF en punto caliente del arte contempor¨¢neo
Jos¨¦ Kuri llega unos minutos tarde a la entrevista en Kurimanzutto, su poderosa y sofisticada galer¨ªa, porque se ha tenido que quedar a ver un rato de la obra de teatro de sus hijos en el colegio. Moncho Izaguirre, Roy Garc¨ªa y Daniel Aguilar Ruvalcaba son tres estudiantes que reciben al periodista un d¨ªa entre semana en su piso, que tambi¨¦n funciona como un espacio de proyectos llamado Bikini Wax. Sobre el mediod¨ªa de una jornada templada y luminosa de M¨¦xico DF se piden dos pizzas. Daniela Elbahara no ha podido llegar puntual a la cita en la galer¨ªa Yautepec, que abri¨® hace cuatro a?os con su novio estadounidense Brett Schultz y que siguen dirigiendo juntos aunque han dejado de ser novios. El artista belga Francis Al?s solo tiene tiempo para responder unas preguntas por tel¨¦fono porque en unos d¨ªas se va del DF a San Petersburgo. Andrew Birk y D¨¦bora Delmar hablan por Skype desde un pueblo franc¨¦s de treinta y pico vecinos en el que est¨¢n haciendo una residencia temporal. Parecen contentos, pero aburridos. Ya vuelven pronto a su pueblo de 20 millones de habitantes. Tomando un t¨¦ en la terraza de una cafeter¨ªa del barrio de La Condesa, el artista Yoshua Ok¨®n le pide a Hule, su perro xoloitzcuintle, una raza prehisp¨¢nica sin pelo y con cabeza de murci¨¦lago, que por favor se est¨¦ quieto, y mientras tanto intenta poner en contexto hist¨®rico el potencial cultural de esta capital que ¡ªrelata¡ª ¡°desempe?¨® un papel importante en la modernidad, aunque europeos y estadounidenses se sorprendan de ello cuando llegan aqu¨ª y lo descubren¡±; que a partir de la represi¨®n estudiantil de 1968 entr¨® en una era oscura y cerrada al extranjero; que a finales de los ochenta retom¨® su ¡°reconexi¨®n¡± con su pasado culto y cosmopolita, y que hoy es ¡°un ecosistema muy complejo¡± compuesto por: espacios peque?os de artistas j¨®venes, un mercado en explosi¨®n, iniciativas locales de vanguardia, gente de fuera que viene en busca de otro ambiente de creaci¨®n y de costes de vida m¨¢s baratos, o de una escena menos saturada donde puedan figurar mejor, y todo ello metido en la ciudad con m¨¢s museos del mundo. Una megal¨®polis de origen volc¨¢nico y de presente s¨ªsmico cuya identidad pivota sobre dos elementos simb¨®licos del proceso creativo: la posibilidad del colapso y la renovaci¨®n permanente.
¡°Pero lo que realmente importa de todo son los artistas j¨®venes¡±, dice en un correo desde Salzburgo el estadounidense Chris Sharp, un comisario independiente que desde 2013 dirige con un artista mexicano, Mart¨ªn Soto Climent, el espacio de proyectos no comercial Lulu: un cubo blanco de nueve metros cuadrados en una habitaci¨®n del apartamento de planta baja que comparten Soto y Evan LaMagna, un artista veintea?ero de San Francisco. LaMagna lleva tres a?os en la ciudad. Dice que en su pa¨ªs no podr¨ªa vivir del arte, al menos no con el desahogo que le permiten los asequibles precios de M¨¦xico. Una cosa que le gusta del DF son las luces de las casas despuntando por la noche en calles oscuras. No son una apuesta est¨¦tica del Gobierno local, sino una m¨¢s de las deficiencias estructurales de la ciudad, pero LaMagna la prefiere a esa ¡°gran luz, una peleada con la otra¡± que es para ¨¦l otra ciudad donde vivi¨®, Nueva York. Tambi¨¦n prefiere el car¨¢cter de los mexicanos. ¡°Yo s¨¦ que aqu¨ª la gente tiene problemas peores, pero all¨¢ tienen todo el tiempo cara de mamones¡±, dice LaMagna, y a continuaci¨®n matiza: ¡°Bien, la mayor¨ªa¡±.
Sharp ratifica que el primer atractivo del DF, en comparaci¨®n con las capitales art¨ªsticas de Estados Unidos o Europa, es que es barato ¡°para vivir y producir¡±, pero incluye otros factores particulares para el oficio: que ¡°siendo una de las escenas m¨¢s fuertes de Am¨¦rica Latina, todav¨ªa ofrece mucho espacio para desarrollarse. No se siente saturado como Berl¨ªn o Nueva York¡±, y que sigue siendo un lugar que genera curiosidad: ¡°A¨²n tiene mucho de ex¨®tico, aunque no s¨¦ hasta qu¨¦ punto ser¨¢ bueno que siga siendo as¨ª¡±. Soto Climent, bebiendo una cerveza en la entrada de casa, ilustra ese factor entre loco y fecundo de su ciudad: ¡°Hay una intensidad que es una fuente de inspiraci¨®n. En un lugar tan limpio como Z¨²rich [donde ha vivido], uno dice: como que me faltaba un poco de mierda para sentir la vida¡±. De lo negativo destaca que es una metr¨®polis todav¨ªa algo aislada y en la que a la mayor¨ªa de la gente le resulta dif¨ªcil salir por lo caros que son los billetes y tal vez ¡ªaqu¨ª ha dejado de hablar el artista que bebe cerveza¡ª porque la mentalidad por motivos hist¨®rico-pol¨ªticos y geogr¨¢ficos (est¨¢ en una cuenca rodeada de monta?as) es la de una ciudad-Estado encerrada en s¨ª misma.
A Soto Climent tambi¨¦n le molesta el barullo, algo que no padec¨ªa en Suiza. ¡°En el caf¨¦ me pongo tapones en los o¨ªdos¡±, dice. La intensidad hace ruido.
Chris Sharp: ¡°El DF es una de las escenas m¨¢s fuertes de Am¨¦rica Latina, pero no est¨¢ saturada como Berl¨ªn o Nueva York¡±
Sobre la mesa de madera del despacho de Jos¨¦ Kuri hay cat¨¢logos individuales de tres artistas de su galer¨ªa: Dami¨¢n Ortega, Abraham Cruzvillegas y el tot¨¦mico Gabriel Orozco. Son los principales creadores contempor¨¢neos mexicanos. Kurimanzutto arranc¨® con ellos en 1999 sin un sitio fijo y desde 2009 tiene una sede estable en una antigua maderer¨ªa que el arquitecto Alberto Kalach convirti¨® en un espacio fabuloso para una galer¨ªa que, a estas alturas, es una referencia en el arte contempor¨¢neo internacional. Si compara el momento actual con los noventa, el galerista explica que la fuerza de hoy naci¨® con los artistas que se formaron en aquella d¨¦cada y ha ido pasando de una dimensi¨®n ¡°marginal¡± a un ¡°sistema¡± con mercado en el que lo privado, lo institucional y lo independiente se integran. ¡°Est¨¢n todos los instrumentos de la orquesta. Puede que est¨¦n mejor o peor afinados, pero hay instrumentos para que suene la orquesta¡±, dice. Sentado con comodidad en un sill¨®n negro de cuero, en un c¨¢lido ambiente minimal distribuido con orden y con un lindo jard¨ªn interior al otro lado de la cristalera que cierra un lado de la oficina, uno entiende que Jos¨¦ Kuri es el gran anfitri¨®n del concierto.
Al entrar en casa de los Bikini Wax se oye m¨²sica a volumen alto (¡°pospunk¡±, precisa Daniel Aguilar Ruvalcaba) que baja del primer piso. Son las once y media de la ma?ana y a¨²n no han llegado las pizzas. En la azotea est¨¢n Roy, Moncho e In¨¦s, una amiga de ellos que es dibujante de c¨®mic. Han fumado marihuana y entre el efecto y la implacable luz del mediod¨ªa les cuesta un poco abrir los ojos cuando dan la bienvenida. Los cinco que viven en el departamento proceden de Guanajuato, un Estado de pertinaz tradici¨®n cat¨®lica. Al principio pensaron en usar como espacio de proyectos un trastero min¨²sculo que hace esquina bajo las escaleras. Pero al final les pareci¨® mejor que cada artista que interviniese en su vivienda decidiese cu¨¢l ser¨ªa el espacio. En septiembre del a?o pasado, Juan Caloca, defe?o de 29 a?os, us¨® para su obra la salita del primer piso, donde dentro de un rato se comer¨¢n sus pizzas Daniel, Moncho, Roy e In¨¦s. Caloca puso en la pared una bandera blanca con el escudo de M¨¦xico y entre tres vomitaron a los pies de la bandera sus colores (verde, blanco y rojo) tras haberlos ingerido en forma de papillas pigmentadas.
Terminada la pizza, Daniel ense?a las habitaciones de la casa. En la suya apenas hay nada: un colch¨®n inflable apoyado contra la pared y en el suelo un edred¨®n sin estirar. Aguilar Ruvalcaba tiene 25 a?os. Es asistente en Lulu, ha estudiado en Soma, un laboratorio de talento emergente patrocinado por fundaciones privadas, y acaba de ser uno de los beneficiarios de una beca organizada por un banco y un museo p¨²blico. Es un ejemplo afortunado de lo bien que suenan todos los instrumentos de la orquesta cuando est¨¢n afinados.
El belga Francis Al?s (Amberes, 1959) hab¨ªa estudiado arquitectura y en 1986 lleg¨® a M¨¦xico DF con un programa de ayuda dirigido a paliar el desastre del terremoto de 1985. Su motivo principal era que con eso su pa¨ªs lo exim¨ªa de cumplir con el servicio militar. Tres a?os despu¨¦s hab¨ªa dejado la arquitectura y se hab¨ªa hecho artista. En el cat¨¢logo de su exposici¨®n de 2010 en el MoMA de Nueva York escribi¨®: ¡°La Ciudad de M¨¦xico te obliga en todo momento a responder a la realidad que te pone delante, hace que tengas que volver a buscar tu sitio a cada rato¡±. ?l lleg¨® como un belga especializado en urbanismo y acab¨® dando paseos conceptuales. En 1997 empuj¨® durante horas un bloque de hielo industrial por la calle hasta que solo le qued¨® un charco de agua. Una ma?ana de 2000 se compr¨® una pistola en una tienda y sali¨® a deambular con ella en la mano hasta que lo arrest¨® un polic¨ªa. Al?s dice que la escena de ahora no tiene nada que ver con la de finales de los ochenta y de los noventa tempranos. ¡°No hab¨ªa inter¨¦s de las instituciones por el arte contempor¨¢neo, a nivel internacional no hab¨ªa mercado y la comunidad art¨ªstica era mucho m¨¢s chiquita¡±.
Hoy M¨¦xico DF es un lugar de paso obligado en el circuito internacional. Sus artistas consolidados son nombres familiares en Europa y en Estados Unidos. Tanto ellos como los que empiezan est¨¢n enchufados a la toma de corriente com¨²n que es Internet, y sus g¨¦neros de expresi¨®n art¨ªstica no difieren de la tendencia global: conceptual, performance, v¨ªdeo, pintura, escultura y nuevas tecnolog¨ªas se mezclan sin que mande ninguno. Esto se da dentro de un contexto interno de fortalecimiento de la red institucional. En 2008 abri¨® el Museo Universitario de Arte Contempor¨¢neo (MUAC). En 2012 el Rufino Tamayo fue renovado y ampliado. Espacios vinculados a creadores modernistas se han revitalizado ligando sus programas al arte contempor¨¢neo: la sala Siqueiros, los museos El Eco y Anahuacalli, una casa-pir¨¢mide de piedra volc¨¢nica que se hizo Diego Rivera para guardar su colecci¨®n de piezas prehisp¨¢nicas. El colof¨®n al desarrollo de la estructura del arte fue la apertura en 2013 del Museo Jumex en el barrio exclusivo de Polanco. El edificio alberga la colecci¨®n de arte contempor¨¢neo de Eugenio L¨®pez, heredero del imperio de los zumos Jumex, y es obra del arquitecto ingl¨¦s David Chipperfield. Su corte sobrio contrasta con la ola plateada de seis pisos que tiene enfrente, el Museo Soumaya, sede de la colecci¨®n del magnate Carlos Slim. Ambos ocupan el centro de una plaza rodeada de torres high-tech que es un s¨ªmbolo del nuevo capitalismo mexicano.
Adem¨¢s de esa estructura de museos, el mercado internacional ha despuntado. Desde hace 11 a?os, la feria de arte Zona Maco ha convertido a la ciudad en un punto de encuentro y su crecimiento ha sido exponencial: de 3.000 visitantes en 2004 a 40.000 en la edici¨®n de 2014. Tambi¨¦n hay mercado local. Galer¨ªas como Kurimanzutto, OMR, Proyectos Monclova, Labor o House of Gaga. Y crece la comunidad art¨ªstica, con m¨¢s creadores j¨®venes locales y del extranjero que se instalan en el DF. Al?s dice que no recuerda ning¨²n momento en que llegasen tantos europeos. ¡°Puede ser m¨¢s por la crisis cultural de all¨¢ que por la econ¨®mica¡±. Yoshua Ok¨®n remarca esa l¨ªnea: ¡°La cultura occidental parece en un callej¨®n sin salida. Aqu¨ª sientes que hay huecos de escape. En Europa tendr¨ªa que colapsar todo para que se reinventase el paradigma¡±.
Seg¨²n Daniela Elbahara, el d¨ªa en que, a un par de meses de la primera edici¨®n de Material Art Fair, recibieron un correo del mecenas del proyecto diciendo que se echaba para atr¨¢s, a Brett Schultz, un sobrio treinta?ero de Chicago, casi le da un infarto. Material naci¨® el febrero pasado como feria alternativa simult¨¢nea a Maco, ofreciendo espacios de exhibici¨®n m¨¢s baratos y enfocada a pr¨¢cticas emergentes. En su primera edici¨®n articul¨® 40 espacios de proyectos, la mayor¨ªa de otros pa¨ªses. Daniela es de Monterrey, la capital empresarial del norte de M¨¦xico, y estudi¨® un m¨¢ster en Arte y Medios en Nueva York, donde conoci¨® a Schultz. ?l hab¨ªa cursado un posgrado que combinaba programaci¨®n, rob¨®tica y teor¨ªa del arte, y escrib¨ªa rese?as de gadgets para The Daily News. Ella dice que se la pasaban yendo de un lado a otro a probar aparatos nuevos, y hace un ¨²ltimo a?adido sobre las actividades de entonces de Schultz: ¡°Era inventor de unos peluches mec¨¢nicos que interactuaban entre s¨ª¡±. En 2008 se mudaron a M¨¦xico DF y empezaron con Yautepec. El primer a?o fue un espacio no comercial situado en una casa que hab¨ªa sido almac¨¦n de un restaurante de tacos. Despu¨¦s se establecieron como galer¨ªa donde est¨¢n ahora, en un bajo de la colonia San Rafael, un barrio c¨¦ntrico de precios medios en el que se han instalado otros espacios gestionados por artistas j¨®venes, como Lodos, Casa Maauad, Cr¨¢ter Invertido y No Space, un proyecto expositivo que tiene su origen en el departamento de la defe?a D¨¦bora Delmar y su novio gringo Andrew Birk, quien precisamente expon¨ªa dos cuadros suyos en Yautepec el d¨ªa de la entrevista con Schultz y Elbahara. La comunidad art¨ªstica todav¨ªa es reducida y circular. O ¡°peque?a e incestuosa¡±, seg¨²n un art¨ªculo que le dedic¨® la revista londinense Art Review a la escena alternativa del DF en su primer n¨²mero de 2014. Espacios como los de este barrio o como Bikini Wax son nuevos focos de inter¨¦s de la ciudad, herederos de proyectos independientes de los noventa como La Panader¨ªa y Tem¨ªstocles 44. Hace dos d¨¦cadas eran iniciativas alternativas en un contexto marcado por la entrada de M¨¦xico al mundo neoliberal. Las de ahora son hijas de la sociedad de la informaci¨®n. ¡°Internet ha cambiado radicalmente el discurso art¨ªstico, el proceso de c¨®mo se forma una escena local y qu¨¦ significa esa definici¨®n¡±, dice Al?s. Cuando llegaron al DF, Daniela Elbahara y Brett Schultz casi no conoc¨ªan a nadie, as¨ª que la especialista en arte y medios y el programador de peluches cibern¨¦ticos hicieron lo que sab¨ªan: mover el rat¨®n. Dicen que su galer¨ªa empez¨® en Facebook y que la feria que han puesto en marcha no hubiera caminado sin Twitter ni Instagram ni la red de Zuckerberg. A la mayor¨ªa de los 10 artistas que representan ahora los conocieron en l¨ªnea. Por v¨ªa electr¨®nica tambi¨¦n les lleg¨® el correo que casi acaba con Schultz. Daniela opt¨® por ir a la bas¨ªlica de Guadalupe a rezarle a la Virgen y le prometi¨® que si aparec¨ªa otro financiador, ella se pasar¨ªa un a?o sin fumar. Durante la entrevista est¨¢ sentada en la mesa mirando m¨¢s a la computadora que al reportero. Lleva un vestido de tiras y una cruz en el pecho.?
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