Ni?a de fuego y hielo
B¨¢rbara Lennie es uno de los personajes m¨¢s complejos del cine reciente
En una escena de Magical Girl, un personaje secundario define la tauromaquia como el pulso entre la raz¨®n y el instinto y, a partir de ah¨ª, encuentra en ese juego de contrarios una posible idea de Espa?a. Tambi¨¦n es una clave de interpretaci¨®n de la propia pel¨ªcula, medularmente espa?ola a pesar de su juego sutil y constante con referentes orientales: el segundo largometraje de Carlos Vermut desciende del an¨®malo tronco fundacional de El extra?o viaje (1964), el padre y la madre de diversas (y selectas) otredades de nuestra cinematograf¨ªa, y parece mirarse en la po¨¦tica perversa de algunos trabajos del japon¨¦s Sion Sono ¡ªautor de Cold Fish (2010) y Guilty of Pleasure(2011)¡ª, al tiempo que, a trav¨¦s del juego que establece entre su forma y su contenido, construye su identidad propia a partir de esa tensi¨®n entre raz¨®n e instinto, entre fachada e inconsciente. Con una mirada as¨¦ptica, de frialdad casi kubrickiana, Vermut dispone un laberinto, sin centro, en cuyo interior podemos observar la vulnerabilidad y la ca¨ªda de sus personajes. El cineasta se asemeja casi a un Hal 9000 en pleno control de un universo donde la bondad y la debilidad se convertir¨¢n en fatales pasaportes para pasar al lado oscuro, para hacer, en definitiva, el Mal bajo el imperativo de hacer el Bien. Hay otra imagen simb¨®lica que el cineasta facilita como herramienta de interpretaci¨®n: la pieza perdida de un puzzle, emblema de las zonas enigm¨¢ticas y ambiguas que el relato deja en fuera de campo, como la propia naturaleza del acto que propici¨® la perdici¨®n del personaje encarnado por Jos¨¦ Sacrist¨¢n y que nunca ser¨¢ desvelada.
El padre (Luis Bermejo) de una ni?a (Luc¨ªa Poll¨¢n) con enfermedad terminal intenta, en Magical Girl, cumplir el ¨²ltimo deseo de su hija. El azar le llevar¨¢ a cruzar su camino con el de una enigm¨¢tica mujer (B¨¢rbara Lennie, uno de los personajes femeninos m¨¢s complejos del cine reciente), cuyos deseos, tiempo atr¨¢s, destruyeron a un ensimismado profesor de secundaria (Sacrist¨¢n). Que el padre de la ni?a tambi¨¦n sea un docente golpeado por la crisis y los recortes en educaci¨®n no es el ¨²nico v¨ªnculo entre estos dos personajes que no se encontrar¨¢n hasta las ¨²ltimas escenas, aut¨¦ntico pico de intensidad en un conjunto que omite momentos de transici¨®n para convertir en esenciales ¡ªy casi autosuficientes¡ª cada una de sus piezas: el padre abnegado (y, tambi¨¦n, mezquino, torpe e irresponsable) dispuesto a cumplir el sue?o de su hija encarna la forma blanca de la misma din¨¢mica que llev¨® al profesor pusil¨¢nime a caer imantado por el deseo de una patol¨®gica femme fatale, hecha de hielo y fuego y sometida, en el presente, al control farmacol¨®gico de su marido.
Diamond Flash fue un debut de impacto: cineasta autodidacta formado como historietista, Vermut esbozaba un universo propio que aqu¨ª crece y se consolida, afirma su tono y contiene sus tendencias centr¨ªfugas y su gusto por el ocasional desv¨ªo caprichoso. En Magical Girl todo sirve al relato y lo ¨²nico que puede echar de menos el incondicional de Diamond Flash es la habilidad del cineasta a la hora de descubrir y revelar nuevos rostros y talentos: la manera en que B¨¢rbara Lennie, Luis Bermejo, Jos¨¦ Sacrist¨¢n, Israel Elejalde y Elisabet Gelabert se entregan, no obstante, a sus respectivos papeles compensa con creces.
Babelia
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