Vigilante de alquiler
Quien sale peor parado de toda la operaci¨®n es Antoine Fuqua, director de la cinta

¡°?Tiene un problema? ?Necesita ayuda? Llame a El Ecualizador: 212 555 4200¡±. Esa era la tarjeta de presentaci¨®n, habitualmente publicada en la secci¨®n de anuncios de los peri¨®dicos, del Vigilante o Justiciero de Alquiler Robert McCall, interpretado por el actor Edward Woodward, en la serie televisiva El Ecualizador, creada en 1985 por Michael Sloan y Richard Lendheim para la CBS. El personaje era la respuesta a un arquetipo que estaba haciendo fortuna en el cine de acci¨®n de los ochenta y el generoso empleo de la violencia en la serie parec¨ªa reclamar a gritos un futuro destino como franquicia cinematogr¨¢fica. El deseo, finalmente, se ha cumplido, aunque no de la manera que sus creadores deb¨ªan de barajar en esos a?os.
Las claves y los modos del cine de acci¨®n de los ochenta han variado, aunque el influjo perviva en clave crepuscular tanto en la persistencia de su star-system ¡ªSylvester Stallone, Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger¡ª como en el regreso extempor¨¢neo de algunos de sus maestros ¡ªWalter Hill¡ª. El cine de Antoine Fuqua siempre se ha apartado de ese canon, hasta el punto de que sus mejores trabajos ¡ª¡°Training Day¡± (2001), ¡°Los amos de Brooklyn¡± (2009)¡ª casi podr¨ªan considerarse como la resaca eleg¨ªaca del tradicional actioner de los ochenta. De ah¨ª que su adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de El Ecualizador se revele como inflamaci¨®n pomposa de su modelo televisivo. The Equalizser (El protector) funciona como la hip¨¦rbole culterana de un hipot¨¦tico primer cap¨ªtulo de la serie: la defensa de un joven prostituta maltratada (Chl?e Grace Moretz) enfrenta al protagonista ¡ªex agente de operaciones encubiertas, que vive de inc¨®gnito como mozo de almac¨¦n¡ª con la mafia rusa y acaba convirti¨¦ndole en el justiciero por contrato que, en la peque?a pantalla, se enfrentaba a un nuevo caso por semana. La manera en que el guion utiliza los referentes literarios de El viejo y el mar, El Quijote y El hombre invisible, de H. G. Wells, para ir definiendo el personaje a trazos es tan ingenuo como afectadas e inoperantes son las frecuentes referencias a la pintura de Edward Hopper. Marton Csokas encarna al villano como si fuera un Kevin Spacey del pobre, pero quien sale peor parado de toda la operaci¨®n es Antoine Fuqua, auto-convencido de ser el gran director que aqu¨ª no demuestra ser.
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