Truffaut
Es el hermano mayor que hasta en sus errores ofrece una lecci¨®n valiosa y valiente
Hoy se cumplen 30 a?os de la muerte de Fran?ois Truffaut. Contaba tan solo 52 a?os cuando un tumor cerebral lo apart¨® de sus dos grandes pasiones, la vida y el cine. Su ¨²ltima aparici¨®n fue en el programa Apostrophes de Bernard Pivot donde ya visiblemente enfermo presentaba la reedici¨®n actualizada del libro imprescindible de entrevistas que dedic¨® a Hitchcock. Fue una muerte anunciada en la que el director se esmer¨® por organizar su archivo meticulosamente alimentado durante toda su carrera pese al ritmo de una pel¨ªcula por a?o. Cartas privadas, remontaje de sus cintas, actualizaci¨®n de sus ensayos, alguna reflexi¨®n de ¨²ltima hora ocuparon sus meses finales.
Aunque muri¨® cogido de la mano con su primera mujer, acababa de tener una hija con su ¨²ltima pareja, la actriz Fanny Ardant. Hombre que amaba a las mujeres, dej¨® una pel¨ªcula completa dedicada a su fijaci¨®n y aunque ser¨ªa Woody Allen quien terminar¨ªa de sentar las bases de un nuevo g¨¦nero cinematogr¨¢fico protagonizado por un Yo rotundo, fue Truffaut quien rompi¨® las distancias entre el director de cine y el protagonista de la pel¨ªcula acercando el medio a los recursos de la novela.
Eso le permiti¨® convertirse en alguien cercano para los espectadores, dimensi¨®n distinta al director en su silla de mando. Para lograrlo se inspir¨® en dos maestros imperecederos que tocaron esa cuerda con enorme distinci¨®n, Jean Renoir y Roberto Rosellini, a los que reivindic¨® a toda hora. Truffaut dej¨® hu¨¦rfanos a c¨®mplices y espectadores y aunque la cinemateca francesa le dedica una exposici¨®n, su relevancia e influencia trascendieron al mundo. Controvertido, polemista, radical en su defensa del gusto propio, fue un cr¨ªtico juvenil y enfebrecido, pero tambi¨¦n un director consagrado que nunca dejaba de ver cine y compartir su criterio.
Hubiera sido un regalo tenerlo en a?os tan confusos como los nuestros, donde escribir de cine se ha convertido en una labor de saltar a la comba de la propaganda y hay demasiada previsibilidad en las filias y las fobias. Truffaut es el hermano mayor que hasta en sus errores ofrece una lecci¨®n valiosa y valiente. Cuesta encontrar un cineasta que haya transmitido tanto. Junto a Henry James nos ense?¨® a ponerle un altar a los muertos, que hoy ocupa ¨¦l en la habitaci¨®n verde de muchos aficionados.
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