El Madrid de Pablo Neruda
Un libro rememora la vida del poeta en la capital espa?ola, sus aficiones y sitios preferidos
¡°Yo viv¨ªa en un barrio de Madrid, con campanas, con relojes, con ¨¢rboles. Mi casa era llamada la casa de las flores, porque por todas partes estallaban geranios: era una bella casa con perros y chiquillos¡±. El escritor chileno Sergio Mac¨ªas (Gorbea, 1938) recita de memoria el poema Explico algunas cosas, de Pablo Neruda, para expresar c¨®mo el edificio en que vivi¨® el poeta, en Arg¨¹elles ¡ªun barrio madrile?o de clase media¡ª , se convirti¨® en materia para su poes¨ªa. Mac¨ªas acaba de publicar Vida, amigos y amores de Pablo Neruda en la Guerra Civil espa?ola, que relata la pasi¨®n del escritor por la capital espa?ola y c¨®mo el periodo en que vivi¨® all¨ª, entre 1934 y 1936, fue un punto de inflexi¨®n en su obra.
Neruda ¡°se obsesion¨®¡± por Madrid cuando la visit¨® unos a?os antes y se puso como objetivo vivir en la capital, cuenta el bi¨®grafo del poeta. En 1934, su amigo Carlos Morla Lynch, que era diplom¨¢tico de Chile en la capital espa?ola, le consigui¨® un trabajo como agregado en el departamento cultural de la embajada de Chile. Unos meses despu¨¦s, logr¨® ascender a c¨®nsul general. Pero Neruda ¡°llevaba una vida m¨¢s literaria que consular¡±, cuenta Mac¨ªas. ¡°Gracias a las tertulias que Morla Lynch ten¨ªa casi a diario en su casa, Neruda se incorpor¨® a la Generaci¨®n del 27 de Espa?a, y eso le produjo un reconocimiento y un impulso po¨¦tico¡±. Los horrores de la guerra y, sobre todo, la muerte de su gran amigo el poeta Federico Garc¨ªa Lorca desataron su conversi¨®n en un escritor comprometido.
Poco despu¨¦s de llegar a Madrid, Neruda alquil¨® un piso en la quinta planta de la llamada Casa de las Flores, que fue construida en la d¨¦cada de los treinta y era entonces el s¨ªmbolo del vanguardismo urbanista. El edificio, que est¨¢ en la Calle de Hilari¨®n Eslava y ocupa toda una manzana, fue destruido durante la Guerra Civil y reconstruido a?os despu¨¦s como era originalmente: pisos de m¨¢rmol, una fachada de ladrillos rojos, grandes terrazas y arcos. Debajo del inmueble hab¨ªa un bar donde Neruda realizaba tertulias con sus amigos y donde le gustaba comer palometa frita con vino de Valdepe?as, cuenta Mac¨ªas.
En Madrid, Neruda se incorpor¨® a la Generaci¨®n del 27?, que le produjo un impulso po¨¦tico
En sus poemas tambi¨¦n aparece el Mercado de Arg¨¹elles, del que le gustaban sus colores, bullicios, olores de frutas y mariscos, y al que sol¨ªa visitar con el poeta granadino y amigo Luis Rosales, que observaba ¡°c¨®mo Pablo escog¨ªa lit¨²rgicamente algunas verduras para agregar a sus comidas, especialmente el aj¨ª¡±, explica Mac¨ªas en su libro. All¨ª cerca, en la calle Princesa, est¨¢ un bar de cuyas paredes cuelgan dedicatorias escritas por varios de sus clientes m¨¢s ilustres. En una de ellas, escrita por Rosales en 1976, se lee: ¡°Casa Manolo, donde tantas veces com¨ª con Federico y Neruda¡±. Jos¨¦ Ram¨®n Rodr¨ªguez, propietario del restaurante, cuenta que Rosales se equivoc¨® al referirse al bar como Casa Manolo, ya que durante los a?os en que Neruda vivi¨® en Madrid en ese local funcionaba otro establecimiento.
El estilo de vida que el poeta llevaba en Madrid era tan literario como bohemio. La mayor¨ªa de los sitios que frecuentaba eran bares y restaurantes, donde iba con sus amigos a comer o a celebrar tertulias, seg¨²n Mac¨ªas. Hoy d¨ªa, casi todos han desaparecido, salvo un restaurante en la calle Jovellanos, cerca del Congreso de los Diputados, que, por casualidad, tambi¨¦n se llama Casa Manolo. El bar que hab¨ªa debajo de su casa se transform¨® en una sucursal bancaria. La Cervecer¨ªa de Correos, ¡°donde iban a recitar versos¡±, todav¨ªa sigue en pie, en un s¨®tano de la calle Alcal¨¢, aunque totalmente reformado: ¡°Lo cambiaron por esas cosas modernas de ahora. Yo alcanc¨¦ a conocerla antes y lamento no haber sacado una foto, porque en un pilar hab¨ªa pegado un diario donde sale la noticia de que Federico y Neruda visitaban ese sitio. Hoy no hay ning¨²n tipo de homenaje¡±, lamenta el bi¨®grafo.
Le gustaba el cocido madrile?o, preparar bebidas y comprar alimentos en el Mercado de Arg¨¹elles
Salvo sus aficiones al estudio de los moluscos y a coleccionar miniaturas y m¨¢scaras, entre otras, los mayores placeres de Neruda eran m¨¢s bien sensoriales: ¡°Beb¨ªa y com¨ªa mucho. Le gustaban los asados y los platos t¨ªpicos de Espa?a, como el cocido madrile?o¡±. Adem¨¢s, era un buen barman, se divert¨ªa preparando bebidas para los amigos, y le gustaba salir a comprar los ingredientes para la comida, pero no para cocinarlos, sino para que los prepararan para ¨¦l.
Seg¨²n Sergio Mac¨ªas, Neruda era ¡°muy machista¡±. Cuenta el bi¨®grafo que su primera mujer, Mar¨ªa Antonia, le atend¨ªa en todo. ¡°Le gustaba incluso que le ataran los cordones de su calzado¡±, se r¨ªe Mac¨ªas. El escritor revela, adem¨¢s, que Neruda era mentiroso en ocasiones y rencoroso. ¡°Era muy enemigo de sus enemigos, los que hablaban mal de ¨¦l o los que encontraban que su poes¨ªa no era tan extraordinaria¡±. Pero tambi¨¦n destaca su lado bueno: era ¡°muy amable, agradable en el trato¡±. Y ¡°como un ni?o¡±: le gustaba celebrar peque?as fiestas y esperar a sus amigos disfrazado, sea de marinero o de hombre enmascarado. ¡°A m¨ª me toc¨® conocerlo en esos periodos buenos, de buen car¨¢cter y generoso¡±.
El escritor recuerda cuando conoci¨® a Neruda. Fue en una visita del poeta al liceo de Temuco (capital de la regi¨®n de Araucan¨ªa) donde se educ¨® y en el que se encontraba estudiando, a sus 15 a?os, Mac¨ªas. Lo que m¨¢s le impresion¨® fue su gran estatura y su voz, ¡°gangosa y mon¨®tona¡±, cuenta. Luego tuvo otras oportunidades de hablar con el poeta y de conocer su casa en Isla Negra, en el litoral central de Chile. Esos fueron algunos de los momentos que le han llevado a una ¡°estimaci¨®n personal y a una gran admiraci¨®n por la obra de Neruda¡±. De ah¨ª naci¨® su deseo de escribir sobre el poeta y su vida en Madrid.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.