Profunda, liviana existencia
Siempre tuvimos curiosidad por saber cu¨¢ndo se inici¨® la complicidad que tanto encantaba a quienes frecuentaron a esa pareja que cultivaba la conversaci¨®n como una de las bellas artes
Aurora Bern¨¢rdez, esa dama de p¨ªcara mirada azul, inteligencia veloz y leve figura, ha muerto en Par¨ªs a los 94 a?os. Qu¨¦ dif¨ªcil evocarla ahora. ?Cu¨¢l de sus facetas, cu¨¢l de sus chispeantes conversaciones, cu¨¢l de sus divertidas an¨¦cdotas? Entr¨® muy pronto en nuestra vida, primero como traductora, aunque entonces no supi¨¦ramos la importancia de una labor como la suya, necesariamente invisible, aunque infiltrada en la voz del autor, es decir en la materializaci¨®n de su pensamiento. As¨ª, su nombre, a veces en letra injustamente peque?a, se nos fue haciendo familiar junto al de escritores que nos acompa?an en nuestra vida de lectores y, en nuestro caso, especialmente al de Julio Cort¨¢zar, con quien se cas¨® en 1953. Con el tiempo supimos que la autora de aquellas traducciones elegantes y sutiles tambi¨¦n era capaz de so?ar historias tenebrosas o ins¨®litas que contaba en el desayuno a su marido quien, con su permiso, claro est¨¢, transformaba en relatos. Siempre tuvimos curiosidad por saber cu¨¢ndo se inici¨® la complicidad que tanto encantaba a quienes frecuentaron a esa pareja que cultivaba la conversaci¨®n como una de las bellas artes. Quiz¨¢ comenz¨® a finales de 1947, cuando Aurora ley¨® el cuento ¡°Casa tomada¡±, que Cort¨¢zar public¨® en la revista Anales de Buenos Aires, de la mano de Jorge Luis Borges. O tal vez fue en enero de 1948, cuando ¨¦l, sin conocerla todav¨ªa, public¨® una cr¨ªtica de La n¨¢usea, de Jean Paul Sartre, en la revista Cabalgata, en la que hizo algo ins¨®lito hasta entonces: elogi¨® el trabajo de la traductora. ¡°Aurora Bern¨¢rdez verti¨® el dif¨ªcil lenguaje de la obra con una exacta noci¨®n del ritmo sartriano; en cada p¨¢gina hay pruebas de su esfuerzo y su eficacia¡± ¨Cescribi¨® Cort¨¢zar.
Con el tiempo nuestra vida dio un vuelco y ya encaminados en el estudio de la obra de Cort¨¢zar tuvimos la fortuna de frecuentarla, poco despu¨¦s de la muerte del escritor. Entonces supimos que est¨¢bamos frente a la cronopia que hab¨ªa descubierto que unas escaleras eran de subir y otras de bajar y que hab¨ªa sido la primera lectora de todo lo que sali¨® de la pluma de Cort¨¢zar, incluso cuando ya no eran pareja, aunque s¨ª amigos incondicionales hasta el final.
De memoria prodigiosa, Aurora Bern¨¢rdez atesoraba an¨¦cdotas, muchas de ellas salpicadas de punzante humor ¨¢cido, y era delicioso escucharla desgranar historias de sus padres, inmigrantes gallegos en Argentina, de sus t¨ªas, de sus hermanos, uno de ellos el poeta Francisco Luis Bern¨¢rdez, amigo de Borges, de Arlt, integrante de los grupos vanguardistas en Buenos Aires, y de todo el mundo del ¨¢mbito de la cultura.
El azar y la necesidad hicieron que la discreci¨®n de su delicado trabajo como traductora de pronto se trocara en la m¨¢s expuesta labor como albacea de la obra de Cort¨¢zar. Sin embargo, nada alter¨® aquel orden minucioso que una mujer como ella supo instaurar en su liviana existencia (como escribi¨® Cort¨¢zar en un cuento). Disfrutaba estando en su casa, sencilla, limpia y ordenada, exenta de lujos pero repleta de belleza y comodidades para el alma, y desde all¨ª el mundo segu¨ªa a su alcance. Le gustaba leer y estar al tanto de todo: Le Monde todos los d¨ªas y El Pa¨ªs los domingos, y celebraba que se lo llev¨¢ramos cuando la visit¨¢bamos. Luego nos premiaba con su compa?¨ªa y el desayuno en el caf¨¦ de la plaza, con las mejores medialunas de Par¨ªs, las de la panader¨ªa de la vuelta. La echaremos de menos. Por encima de todo le agradecemos su precioso tiempo, y el amor y el respeto que dedic¨® a cuidar la obra que Cort¨¢zar le confi¨® al morir. Lamentamos que con tanta vehemencia nos privara de sus memorias, porque ella tuvo, c¨®mo no, una riqu¨ªsima vida propia. Descanse en paz.
Mari¨¢ngeles Fern¨¢ndez es especialista en la obra de Cort¨¢zar y fue durante a?os amiga personal de Aurora Bern¨¢rdez.
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