?Salvar al impostor?
La verdadera y folletinesca vida de Enric Marco, la historia personal de su propia b¨²squeda y sus reflexiones sobre la escritura son los tres escenarios que alterna Cercas
En un attacco espl¨¦ndido, el autor confiesa que esta es una novela que ha querido y no querido escribir, que tem¨ªa y deseaba a la par. De hecho, se habla de ella, de El impostor, tanto como de su personaje principal, el falsario Enric Marco. Y resulta tan protagonista el uno como la otra, y como quiz¨¢ lo sea tambi¨¦n el mismo autor que busca manufacturar con probidad su relato. Escribir ¡ªcuando se trata de la vida real¡ª es un gozo (al que Cercas no renuncia, afortunadamente para sus lectores), pero tambi¨¦n una maldici¨®n. Y no es la primera vez que el autor la percibe¡ En este libro reconoce, con buen humor, el malestar ps¨ªquico de haber escrito Anatom¨ªa de un instante, su indagaci¨®n sobre el 23 de febrero de 1981. Al acabar Soldados de Salamina sinti¨® el v¨¦rtigo de su propio ¨¦xito y lo purg¨® en las tensas p¨¢ginas de La velocidad de la luz. Y en el camino de El impostor escribi¨® Las leyes de la frontera ¡ªcon m¨¢s ficci¨®n, claro, que verdad¡ª para expulsar de s¨ª unas sombras que le hablaban de una posible ¡ªaunque remota¡ª opci¨®n de haber sido otro.
Tambi¨¦n en esta novela el narrador teme ser muy parecido a su personaje. Enric Marco ¡ªse recordar¨¢¡ª fue un significado y veterano anarquista de los a?os de la Transici¨®n que en los noventa compareci¨® p¨²blicamente como un sobreviviente del campo de concentraci¨®n alem¨¢n de Flossenb¨¹rg; se convirti¨® as¨ª en un incansable palad¨ªn del recuerdo del Holocausto, y en 2005 ¡ªjusto cuando iba a intervenir en una celebraci¨®n en el campo de Mauthausen, como representante espa?ol de las v¨ªctimas, en presencia del presidente Rodr¨ªguez Zapatero¡ª fue desenmascarado. El caso fue motivo de esc¨¢ndalo farisaico en todo el mundo, que suele ser la mejor manera de quitarse de encima lo que nos perturba. En un di¨¢logo imaginario (que recuerda poderosamente el cap¨ªtulo de Niebla, de Unamuno, donde el protagonista visita a su creador en su despacho), Marco retrata a su ¡°escritor¡± como ¡°un peque?o burgu¨¦s neur¨®tico y d¨¦bil, con la conciencia remordi¨¦ndole siempre¡±, pero que al cabo se lucra tambi¨¦n de sus personajes: ¡°?No ha tenido usted m¨¢s de una vez la sospecha de que era yo el que hab¨ªa vivido lo que hab¨ªa vivido y hab¨ªa inventado lo que hab¨ªa inventado s¨®lo para que usted lo contase?¡± (p¨¢ginas atr¨¢s, el fil¨®logo Cercas, que ha le¨ªdo muy bien a Cervantes, ha sospechado lo mismo y remeda al autor de El Quijote: ¡°Para m¨ª s¨®lo naci¨® Enric Marco y yo para ¨¦l; ¨¦l supo obrar y yo escribir, s¨®lo los dos somos para en uno¡±). ?Qu¨¦ ha pretendido, en definitiva?, se pregunta. ¡°Salvarle¡±, se dice m¨¢s de una vez, pero ?qu¨¦ es salvar a alguien? ?Lo que dice la escatolog¨ªa cristiana o la unamuniana? ?Ejercer la superioridad moral sobre otro y, de ese modo, ¡°quiere salvarme para salvarse usted¡±, como dice Marco?
Aquel cori¨¢ceo nonagenario es un Narciso en el sentido que Ovidio dio a la f¨¢bula mitol¨®gica: no se enamora de s¨ª mismo, sino que precisamente evita conocerse como es y as¨ª prefiere inventarse de otra manera. ¡°Se apropiaba del pasado ajeno o se incrustaba en ¨¦l¡±, leemos. Y es que puede que haga como Leonard Zelig, el personaje del filme de Woody Allen, que se trasmutaba f¨ªsicamente en los seres que le rodeaban, as¨ª fueran los secuaces de Adolf Hitler, unos rabinos jud¨ªos o unos negros de Harlem, para que le aceptaran todos. Cuando Cercas ha titulado la primera parte de su novela ¡®La piel de la cebolla¡¯ quiz¨¢ ha pensado involuntariamente en el t¨ªtulo que G¨¹nter Grass dio a sus memorias, Pelando la cebolla, donde confes¨® su paso adolescente por las SS. Y es que, al pelar el apretado bulbo de la memoria, Grass comprob¨® que afluyen ¡°palabras demasiado tiempo evitadas, y tambi¨¦n arabescos, como si alg¨²n traficante en secretos, desde joven, cuando la cebolla todav¨ªa germinaba, hubiera querido codificarse¡±. Enric Marco no fue un activo combatiente en la Guerra Civil, ni un resistente que se exili¨®, ni fue cautivo en un campo nazi, ni militante antifranquista. Estuvo siempre donde estaban todos, con la inmensa mayor¨ªa, evitando comprometerse, busc¨¢ndose la vida, huyendo del pasado. No fue un h¨¦roe aunque casi lo ha sido al afrontar su descr¨¦dito, al convertir de su ¡°s¨ª¡± de siempre en un primer pero contundente ¡°no¡±.
Cumple reconocer que se invent¨® como h¨¦roe en el momento oportuno. ¡°Se invent¨® una vida cuando todos lo hac¨ªan¡±, escribe Cercas, recordando los a?os en que Espa?a cultivaba el narcisismo colectivo: cada cual falsificaba sus autobiograf¨ªas y, al cabo, todos los dem¨¢s, llevados por la ¡°cesi¨®n pusil¨¢nime al doble soborno¡± que nos exigen quienes se presentan como v¨ªctimas, o como testigos, aceptaron la existencia de la ¡°memoria hist¨®rica¡±, que s¨®lo fue ¡°un suced¨¢neo, un abaratamiento, una prostituci¨®n de la memoria¡±. Fuimos, en fin, tan narcisistas como Marco y ¨¦l nos retribuy¨® con ¡°un relato edulcorado, falaz y desbordante de sentimentalismo¡±, que s¨®lo cab¨ªa tildar de kitsch.
Cercas ha usado una prosa subyugante y acelerada, pero, a la vez, medida al mil¨ªmetro y tan r¨ªtmica y obsesiva como el Bolero de Ravel. Esta novela in fieri vuelve una y otra vez sobre s¨ª misma, pero la repetici¨®n de argumentos y citas, su amplificaci¨®n y refutaci¨®n, o incluso un cierto desorden, son cosas deliberadas. O no evitadas. Eran la consecuencia natural de trabajar en tres escenarios paralelos: la historia personal de la b¨²squeda (que nos ofrece ?creaciones? de personajes reales que son espl¨¦ndidas: el historiador Bermejo o la pareja de Ferran y Merc¨¦), las reflexiones morales y metaliterarias sobre la escritura (¡°la literatura es una forma socialmente aceptada del narcisismo¡±) y, por ¨²ltimo, los importantes datos allegados y comprobados de la verdadera y folletinesca vida de Enric Marco.
Con aquella otra vida que se invent¨®, el protagonista quiso que le quisieran y quiz¨¢ ha conseguido ahora una parte de esa retribuci¨®n tard¨ªa. A Cercas tambi¨¦n le queremos m¨¢s tras este libro que se lee deprisa y que tarda en olvidarse.
El impostor. Javier Cercas. Literatura Random House. Barcelona, 2014 425 p¨¢ginas. 22,90 euros (digital: 12,99)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.