Podemos, la vuelta de la canci¨®n protesta
El ¨¦xito del partido de Pablo Iglesias ha sido acompa?ado por la recuperaci¨®n de himnos de la Transici¨®n
Para Podemos, la cr¨ªtica de la Cultura de la Transici¨®n es compatible con el reciclaje de su banda sonora. Aunque Pablo Iglesias pudo citar en la reuni¨®n de Podemos en Vistalegre al grupo vallecano Hechos Contra El Decoro o retrotraerse a la movida con la menci¨®n a Polansky y el Ardor (Ataque preventivo de la URSS) en el Parlamento Europeo, a la hora del acto p¨²blico se recurre a las mismas letras y melod¨ªas que seguramente cantaron sus padres.
No es un recurso inocente. En el acto del cierre de campa?a para las elecciones europeas, Juan Carlos Monedero enton¨® Puente de los Franceses, canci¨®n popular identificada con la resistencia de Madrid durante la Guerra Civil. Un ¨¦xito, sin duda, pero tambi¨¦n un s¨ªntoma inquietante para grupos integrados en Podemos, como Debate Constituyente, que detect¨® all¨ª una contradicci¨®n capaz de espantar a simpatizantes no habituados a la ¨¦pica guerracivilista: "por un costado se apela a la unidad ciudadana y popular, por encima de las etiquetas ideol¨®gicas y basada en la democracia profunda y en medidas sensatas de justicia social, y por el otro costado se muestra simbolog¨ªa propia de la izquierda revolucionaria y militante".
El hit parade de Podemos incluye temas integrados en la memoria sentimental de varias generaciones, desde el sobrio Canto a la libertad, de Jos¨¦ Antonio Labordeta, al arrollador A galopar, poema de Rafael Alberti musicado por Paco Ib¨¢?ez. Tambi¨¦n hay productos de ultramar, como El pueblo unido jam¨¢s ser¨¢ vencido, de Quilapay¨²n, folcloristas chilenos que ejercieron como embajadores culturales del gobierno de Salvador Allende, y Todo cambia, de Mercedes Sosa, obra de Julio Numhauser, tambi¨¦n miembro fundador de Quilapay¨²n.
A primera vista, un cancionero que se queda corto. No hace hueco a autores m¨¢s j¨®venes como Ismael Serrano o Pedro Guerra, que ¨Clejos de modas o de banderas- han mantenido viva la llama del compromiso en su obra y en su vida profesional. Tampoco hay rastros de la canci¨®n pol¨ªtica de los ¨²ltimos tiempos, dinamizada por iniciativas como la Fundaci¨®n Robo, que incluye al asturiano Nacho Vegas: se trata de ofrecer conciertos y distribuir canciones hechas con intenci¨®n cr¨ªtica.
De momento, aunque tenga pasado rockero, Iglesias prefiere alardear de humor progre: el pasado jueves, salt¨® al escenario del Galileo Galilei madrile?o para cantar un ensayado Cuervo ingenuo con Javier Krahe; en su Twitter, lo defini¨® como ¡°momentazo¡±. Dos d¨ªas despu¨¦s, recuperada la seriedad, en su asunci¨®n a la secretar¨ªa general de Podemos, Pablo Iglesias recit¨® el poema ¡°Vientos del pueblo me llevan¡±, de Miguel Hern¨¢ndez, un saludo a las regiones de Espa?a unidas contra el fascismo. L¨¢stima que olvidaron que hay una vibrante lectura musical de esos versos, realizada en 1972 por el grupo folk Los Lobos.
No hay dudas a la hora del cierre de los actos. L¡¯estaca, de Lluis Llach, transmite un mensaje de ilusi¨®n colectiva y funciona como engrudo emocional: se presta a unir las manos y cantar a pleno pulm¨®n. Traducida a otros idiomas, L¡¯estaca ha demostrado sus poderes: era interpretada por los simpatizantes del sindicato Solidarnosc en la Polonia comunista; tuvo tambi¨¦n protagonismo en T¨²nez, en los inicios de la Primavera ?rabe.
Esta recuperaci¨®n de la canci¨®n comprometida puede ser entendida como un acto de justicia po¨¦tica. Pocos sectores de la m¨²sica popular espa?ola tan maltratados como el de los cantautores politizados: se supone que, tras funcionar como ¡°compa?eros de viaje¡± durante los a?os duros, fueron rechazados al llegar los ochenta. Se hab¨ªa adelantado Luis Eduardo Aute, que lleg¨® a publicar un Autotango del cantautor, tambi¨¦n conocido como Qu¨¦ me dices, cantautor de las narices, donde se burlaba de los t¨®picos del g¨¦nero: ¡°Qu¨¦ tortura, soportar tu voz de cura/ moralista y un pelito paternal/ muy aguda, metaf¨®rica y sesuda/ De esa letra que te acabas de marcar/ qu¨¦ oportuna, inmunizas cual vacuna/ Y a¨²n no sabes un par de cositas m¨¢s/ que me duermo/ que tu m¨²sica es un muermo, que me pones muy enfermo¡±.
Fernando G. Lucini, experto en canci¨®n de autor, habla de un ¡°cierre en falso¡±. Autor de numerosos libros y responsable de una p¨¢gina web que debuta hoy, cancioncontodos.com, cree poder situar la ruptura entre el PSOE y los creadores de canciones: ¡°fue durante los actos contra la OTAN cuando vieron las ovejas al lobo. Pensaron: ¡®los mismos que nos han colocado en d¨®nde estamos pueden echarnos¡¯. Y es cuando se sacaron lo de Tierno Galv¨¢n y la movida, marginando a los cantantes m¨¢s inc¨®modos. ?Nombres? Elisa Serna, Adolfo Celdr¨¢n, Antonio Mata, Benedicto, Bibiano¡¡±
Aunque hay qui¨¦n relativiza esa ca¨ªda en desgracia. Pablo Guerrero, creador de A c¨¢ntaros, piensa que, en la Transici¨®n ¡°algunos cantantes tuvieron una presencia yo dir¨ªa que excesiva. Igual que ahora, que los cocineros est¨¢n en todos los medios. Ojal¨¢ les toque pronto a los fil¨®sofos¡±.
Guerrero sigui¨® trabajando como profesor y haciendo canciones que ¡°cuidaban tanto el fondo como la forma, como siempre¡±; de hecho, acaba de terminar un nuevo disco, 14 r¨ªos peque?os. Reconoce que s¨ª hubo un ramalazo panfletario en sectores de la canci¨®n de autor, ¡°aunque esa tendencia ven¨ªa m¨¢s bien de Am¨¦rica Latina, donde las urgencias eran mayores y el mensaje se simplificaba.¡±
Desde all¨ª, m¨¢s exactamente de Chile, nos llega un recordatorio: lo que pudo ser activismo pol¨ªtico tambi¨¦n deriva en negocio o, si lo prefieren, un modo de ganarse la vida. Tras el exilio, Quilapay¨²n se rompi¨® en dos formaciones del mismo nombre, los que trabajaban el mercado europeo y los que resid¨ªan en Chile. Los segundos, que ten¨ªan la legitimidad hist¨®rica, pleitearon en Francia hasta que se reconoci¨® su propiedad en exclusiva de la marca Quilapay¨²n.
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